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Israel y la semántica del exterminio

Fuentes: Rebelión

Desde hace prácticamente dos semanas el régimen sionista, que desde 1947 empezó a ocupar ilegalmente Palestina, se encuentra desplegando sobre la población civil de Gaza, unos 2.300.000 habitantes, toda la semántica del exterminio. Desde entonces, resuenan de manera constante las alarmas que anuncian los inminentes e indiscriminados ataques aéreos contra viviendas, escuelas, centros de distribución de alimentos y hospitales, además de exigir el desplazamiento forzoso de un 1.100.000 personas del norte del enclave hacia el sur, por lo que las oleadas de gazatíes que han debido abandonarlo todo se exponen a ser objetivo propicio de la práctica del tiro al blanco de la aviación judía. Mientras, en Cisjordania las desapariciones forzadas, torturas y asesinatos de civiles se reiteran sin vista de ser detenidas.

A pesar de toda esta exhibición obscena de la crueldad, que solo se puede emparentar con la voluntad de una limpieza ética, recién cuando se conoció el ataque al hospital árabe al-Ahli en Gaza el mundo pareció tomar algo de conciencia y se condolió, asombrado, frente a semejante aberración. Como si fuera la primera. ¿Habría que preguntarse por qué semejante reacción? Si sabemos desde el principio de los tiempos que la guerra es esa sucesión nefanda y desordenada de aberraciones. Sin ellas los conflictos se podrían resolver con una, dos o tres jornadas de paintball.

Si no pasaran estas cosas, ¿qué tendría de malo una guerra? Porque su intrínseca mecánica es destruir del enemigo, no existen códigos ni legislación ninguna y matar es la consigna absoluta. Destruir por todos los medios todo hasta aniquilar la condición humana de las víctimas, porque los victimarios quizás no la hayan tenido nunca. Parece que de no alcanzar ese punto nada habrá servido y todas las víctimas y todos los esfuerzos habrán sido inútiles.

En el hospital al-Ahli, según se ha dicho, murieron unas 575 personas: niños, enfermos, heridos, parturientas…. Para cuando el al-Ahli estalló ya la ofensiva sionista  llevaba asesinados entre 1.500 y 1.700 palestinos que no estaban en Gaza de shopping  y mucho menos haciendo turismo aventura, estaban en sus hogares, estaban en sus tareas, estaban en las miserables vidas que la ocupación sionista les ha procurado durante 75 años. Cuando la aviación  judía, los sorprendía, todos y cada uno de ellos hacían los que mejor saben hacer los palestinos, resistir, permanecer en su tierra, como en los últimos 6.000 0 7.000 años, para que la bestia nazi-sionista finalmente los extermine pero que no le resulte tan fácil.

Más allá de las discusiones de si el misil que espeluzna las buenas conciencias de la humanidad fue parte de un ataque sionista o un disparo fallido de Hamás, hay una cosa absolutamente cierta, más allá de que nunca tendremos la certeza de quién fue. Aunque, por otra parte, ¿qué importa? ¿O alguien cree que al genocida Benjamín Netanyahu no le sobra crueldad para atacar un hospital?

Las pruebas que dicen tener Estados Unidos e Israel acerca del origen del misil son básicamente insustanciales, ¿qué mentira no se puede inventar hoy, mostrarla en detalle, diseccionar hasta su mínima expresión y seguir demostrando que es verdad? En estos tiempos aquel lugar común de “la primera víctima de una guerra es la verdad” es más cierto que nunca. Tan cierto como que la matanza, la nueva y reiterada matanza que se está cometiendo en Gaza se produce porque nunca Palestina debió ser ocupada por el sionismo y partida, como fuese una torta, por los británicos. Un ¿error? que profundizó hasta la enajenación Estados Unidos.

Por todo ello es muy tarde para solucionar mínimamente este engendro y sus consecuencias, que no se resolverán hasta el fin de los tiempos. Porque, finalmente, los más de 5.000.000 millones de palestinos de Gaza y Cisjordania no abandonaran sus tierras ancestrales y se preparan para morir resistiendo como no lo hicieron aquellos dóciles judíos en Auschwitz, Treblinka o donde la barbarie nazi los alcanzase.

Tras afianzarse, finalmente, en los territorios de la para entonces extinta Palestina, el sionismo ya ha anunciado que avanzará más allá de sus actuales fronteras, por lo que tendrán que estar atentos Egipto, Líbano, Jordania y Siria frente a la voluntad de recrear la supuesta historia del “Gran Israel”, ideal que sigue muy vivo en los terroristas judíos, lo que nos garantiza  una sucesión de guerras, casi infinitas, a lo largo de los próximos siglos, siempre, claro, que Israel cuente con el apoyo de los Estados Unidos.

El factor Hezbollah

Sin hilar tan fino y a tanta distancia en el tiempo, a 14 días de la Operación Inundación de al-Aqsa, de Hamás, cuyo éxito contó con la inestimable colaboración de la inteligencia sionista (Ver: La operación de Hamas y un error de cálculo), Palestina se sabe sola una vez más. Más allá de que los pueblos árabes-musulmanes, al igual que otros muchas de diferentes regiones del mundo exigen el fin del holocausto, los gobiernos regionales, que tendrían que dejar sus declaraciones de buena voluntad y pasar a la acción práctica para impedir que esta matanza se siga ejecutando, no lo hacen.

Si es bien cierto que la operación de Hamás ha conseguido que se desaten las manos de “Israel”  y Occidente le permita hacer lo que está haciendo frente a la tolerancia del mundo occidental y sin un solo gesto solidario de los gobiernos supuestamente hermanos de Palestina.

Más allá de la República Islámica de Irán, atada de pies y manos, porque ella misma se encuentra en constante peligro de ser atacada militarmente por Washington y al primer paso en falso incluso podría recibir un ataque nuclear, es la única fuerza armada de peso que podría enfrentar y vencer a las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) como ya lo hizo en el 2006 cuando no solo le asestó la primera gran derrota, sino que literalmente lo humilló, de tal manera que a 17 años de aquello las FDI han evitado cualquier enfrentamiento directo y abierto, por lo que la cada vez más concreta posibilidad de que esto suceda hace sonar las alarmas en Israel mucho más que el pasado 7 de octubre, ya que las fuerzas de seguridad sionistas desde hace años se han limitado a disparar contra civiles, particularmente mujeres y niños desarmados, y a asaltar y destruir viviendas familiares.

Lo que un poco explica que más allá de contar con 360.000 reservistas y un ejército regular de 150.000 mil efectivos, Tel Aviv dude tanto en lanzar la operación terrestre en el interior de Gaza, ya que sabe que, de producirse la muerte de un número importante de sus efectivos, primero la desazón y después el miedo, podrían producir en el interior de la sociedad israelí un sismo de magnitud desconocida.

Poco a poco Hezbollah ha comenzado a incorporarse en esta nueva guerra, obligando a Israel a mantenerse muy atento y a distraer importantes dotaciones de efectivos a la frontera norte con el Líbano, donde los hombres de Hasan Nasralah acicatean con cohetería e intentos de filtración fronteriza. Se estima que Hezbollah cuenta con unos 100.000 hombres, muchos de ellos probados en Siria en su guerra contra el Daesh, y con una cohetería de más de 100.000 piezas con distintos alcances, por lo que si en la operación del pasado siete Hamás, utilizó entre cinco y siete mil y provocó lo que provocó, una andanada del doble por parte de Hezbollah podría producir una verdadera debacle en el interior del enclave sionista.

Cuál es la sutil línea que tendría que sobrepasar Israel para que una operación de la guerrilla chií se pusiera en marcha se desconoce, aunque quizás no esté muy lejos de un bombardeo a un hospital.

Por esas razones es crucial para Israel la asistencia militar y de recursos financieros que los Estados Unidos le ha dado históricamente y se ha incrementado desde el inicio de las operaciones de exterminio en Gaza, cuyo punto más alto se alcanzó el miércoles 17 con la visita relámpago de Joe Biden a Tel Aviv. A lo que se le ha sumado el veto que  Washington acababa de imponer en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, a la resolución S/2023/773, presentada por Brasil, en la que se llamaba a revocar la orden de Israel de la evacuación forzosa, al sur de la Franja, de todas las zonas al norte de Wadi Gaza, para todos los palestinos de esas áreas y el personal de las Naciones Unidas. La moción brasileña, también solicitaba pausas humanitarias que permitieran el suministro de asistencia a civiles por parte de las Naciones Unidas y otras organizaciones como el Comité Internacional de la Cruz Roja, además del establecimiento de corredores humanitarios.

Con este veto Washington, consigue más tiempo para que Israel siga ejecutando su semántica del exterminio. 

Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central. En Facebook: https://www.facebook.com/lineainternacionalGC

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.