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Israel y su ley del talión

Fuentes: Rebelión

Aparentemente decenas de palestinos(as) deben morir por cada israelí muerto(a). Se pretende que es lo justo. Se nos quiere hacer creer que Israel se está haciendo justicia por su propia mano. Extraña ley del talión: treinta ojos palestinos por un ojo israelí, treinta dientes musulmanes por un diente judío. Si hacemos cuentas, concluimos que alguien […]

Aparentemente decenas de palestinos(as) deben morir por cada israelí muerto(a). Se pretende que es lo justo. Se nos quiere hacer creer que Israel se está haciendo justicia por su propia mano. Extraña ley del talión: treinta ojos palestinos por un ojo israelí, treinta dientes musulmanes por un diente judío. Si hacemos cuentas, concluimos que alguien de Israel vale treinta veces más que alguien de Palestina. Correlativamente la vida es 3000% más barata si es la de un(a) palestino(a). Son los precios en el mercado internacional de la carne humana. Ya tendríamos que estar acostumbrados.

Los seres humanos jamás han sido tratados como iguales. El desconocimiento de su igualdad se ha puesto de manifiesto en cada venganza emprendida furiosamente por los poderosos. ¿Quién ignora hoy en día que un estadounidense puede llegar a valer cien coreanos, vietnamitas o iraquíes? Hace ya quinientos años, un español tenía un valor de cambio igual al de veinte amerindios y cincuenta africanos, aun cuando un solo trabajador bantú o indígena tenía un mayor valor de uso, una mayor utilidad y productividad, que cientos de parásitos peninsulares juntos. Lo mismo ocurrió, por una cruel paradoja, con esos judíos que valían tan poco para un Occidente que recibió tanto de ellos… Pero ya sabemos que no hay aquí reciprocidad alguna. El valor de uso no es de ningún modo proporcional al valor de cambio.

Nuestro valor en el mercado no corresponde a ningún valor intrínseco. Tal vez ya debamos hacer un esfuerzo de memoria para recordar que ni los arios eran superiores a los semitas ni los israelíes son racial o culturalmente mejores que los palestinos, por más que se nos quiera convencer de esto a través del espejismo de los desiertos que reverdecen.

Por más legumbres, armas y dólares que haya en Israel, su gente vale igual que la de Palestina. Sin embargo, si es así, ¿entonces por qué los israelíes han alcanzado un valor tan alto en el mercado? Quizá únicamente por su poder, porque tienen el poder económico, político e ideológico de atribuirse ese valor. ¿Acaso no es el mismo poder que tuvieron los nazis y que les permitió revalorizarse a sí mismos y desvalorizar a los judíos? Ahora ese mismo poder es empleado por Israel para ponerse por encima de Palestina.

A fin de cuentas, en el mercado en el que se ha convertido el mundo, un(a) palestino(a) vale treinta veces menos que un(a) israelí porque este último tiene el poder que le permite multiplicar su propio valor por treinta. Es el mismo poder con el que un Estado terrorista como Israel consigue presentarse como un Estado legítimo, pacífico y democrático, al tiempo que define a Hamas como una organización terrorista. No importa que Hamas, en términos cuantitativos, sea treinta veces menos terrorista que el Estado de Israel. Lo importante es que Hamas no tiene el poder con el que el Estado de Israel amaña la balanza.

¿Cómo no pensar en el galo Breno mientras arrojaba todo el peso de su espada sobre la balanza amañada y dejaba claro, con su famoso «Vae victis», que son los vencedores los que deciden arbitrariamente cuál es la proporción entre los valores de las cosas? Y no sólo de las cosas… ¡Cuántos romanos fueron masacrados porque uno de ellos se atrevió a dar un golpe con su bastón al galo que le había jalado las barbas! En esta matanza como en la de los palestinos en Gaza, no hay más ley que la del más fuerte. Es la misma ley que rigió el exterminio de judíos en Europa. Y es la única en la que se funda actualmente la violencia del Estado de Israel en Gaza. No sólo es una ley injusta, sino una de las más claras y paradigmáticas leyes de la injusticia. Esencialmente injusto es quien hace valer su fuerza por sobre la justicia.

Quien se indigne hoy por la injusticia del Estado terrorista de Israel contra los palestinos es quien se habría indignado ayer por la injusticia de la Alemania Nazi contra los judíos. Los injustos han cambiado, pero los justos de ahora son los mismos de antes. Honrar a los muertos en Auschwitz nos exige condenar a los asesinos en el enorme campo de exterminio en el que se ha convertido la franja de Gaza.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.