Traducido por Caty R.
El país devolverá a Egipto a todos los clandestinos que crucen por la frontera común a los dos estados.
Israel rechazará sistemáticamente a los emigrantes o solicitantes de asilo africanos que llegan ilegalmente a su territorio por la frontera con Egipto. Mientras que 500 sudaneses de la provincia en guerra de Darfur deberían ser regularizados, 2.000 clandestinos tendrán que ser devueltos a la Tierra de los Faraones. Una tierra que se ha mostrado para algunos candidatos a la inmigración muy poco hospitalaria…
Los africanos a la búsqueda de un futuro mejor tendrán que buscar otro «El Dorado» que no sea Israel. Poco después de su llegada, 48 africanos fueron expulsados el fin de semana pasado a la frontera egipcia. Un hecho que inaugura la aplicación de un acuerdo firmado el 8 de febrero de 2005 en Cham el-Cheikh, por el presidente egipcio Hosni Mubarak y el Primer Ministro israelí Ehud Olmert. «Espero que esto pondrá fin a las infiltraciones de refugiados africanos en Israel, que nos plantean un grave problema», declaró el pasado domingo con satisfacción el jefe del gobierno.
Especialmente porque las relaciones entre Egipto e Israel estaban tensas ya que, tanto en un lado como en el otro, se negaban a acoger en su suelo a estos clandestinos. Los refugiados, solicitantes de asilo o emigrantes subsaharianos son cada año millares que cruzan la permeable frontera israelo-egipcia, de 250 km. de longitud. «El número no ha dejado de crecer durante los últimos meses y, según el ministro israelí del Interior Meir Sheetrit, son alrededor de 300 cada semana los que intentan pasar a Israel», informa Amnistía Internacional.
500 Sudaneses regularizados
En la actualidad habría entre 2.500 y 2.800 refugiados -incluidos más de 1.100 sudaneses- en situación irregular en Israel. Se va a integrar y regularizar a 500 refugiados sudaneses de la provincia en guerra del Darfur. Serán los primeros y los últimos, mientras que la afluencia de sudaneses se infla en los últimos meses: los próximos que lleguen deberán ser devueltos a Egipto, igual que los, aproximadamente, 2.000 refugiados restantes. Una noticia que probablemente tranquilizará al ministro sudanés del Interior, Zubair Bashir Taha, que el pasado mes de julio acusaba a Israel de «animar a los refugiados sudaneses a venir a su país».
Por el contrario la noticia de las expulsiones sistemáticas de clandestinos no va a dejar de preocupar a los defensores de los derechos humanos. El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los refugiados lamenta que el nuevo «centro de retención y expulsión», Avi Dichter, es una especie de prisión. Una prisión dentro de otra prisión, ya que el campo está instalado en la cárcel de Ktsiyot (sur). Algunos reconocen el buen trato que se da a los 450 refugiados, la mayoría sudaneses, entre ellos un centenar de mujeres y niños. Sin embargo lamentan que no pueden llamar por teléfono y se encuentran, de hecho, sin abogados.
Burla de los derechos humanos
Mientras que otro centro debe construirse fuera de la prisión de Ktsiyot, algunos se preguntan qué va a pasar con los 2.000 extranjeros que deben devolverse a Egipto. El 15 de agosto Amnistía Internacional hizo una llamada a la protección de «las personas interceptadas en la frontera» pidiendo especialmente a las autoridades del país que «velen para que ninguna persona sea expulsada a un país donde se amenacen sus derechos fundamentales, de acuerdo con las obligaciones de Egipto con respecto al derecho internacional».
Hay que decir que Egipto está acusado de expulsar a los eritreos de su país a pesar del peligro que les acarrea; y también hay que señalar que, en la Tierra de los Faraones, los sudaneses explicaron que fueron víctimas de maltratos y que varias decenas de candidatos a la inmigración clandestina fueron molidos a golpes o abatidos por los disparos de los servicios de seguridad.
Texto original en francés: http://www.afrik.com/article12318.html
Habibou Bangré es periodista de Afrik.com .
Caty R. pertenece a los colectivos de Rebelión, Cubadebate y Tlaxcala. Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar a la autora, a la traductora y la fuente