Otra vez las noticias en los medios hegemónicos sobre esta nueva crisis en Jerusalén (Al Quds) nos instalan en el reino del revés. Es siempre así. No importa lo que los palestinos y palestinas como pueblo ocupado y colonizado hagan o dejen de hacer, y mucho menos lo que Israel como potencia colonial ocupante les […]
Otra vez las noticias en los medios hegemónicos sobre esta nueva crisis en Jerusalén (Al Quds) nos instalan en el reino del revés.
Es siempre así. No importa lo que los palestinos y palestinas como pueblo ocupado y colonizado hagan o dejen de hacer, y mucho menos lo que Israel como potencia colonial ocupante les haga día tras día y década tras década sin que los grandes medios se den por enterados. Los palestinos son siempre los malos de la película: sus acciones nunca son defensivas, ni de resistencia, ni la reacción ante una escalada de agresiones o provocaciones que desbordó el vaso de su proverbial paciencia.
Las causas, los antecedentes y el contexto de esa violencia palestina que, según los medios, parece brotar espontánea y visceralmente de la nada, como una erupción imprevista, nunca importan. Si en una semana las fuerzas israelíes -que andan siempre armadas a guerra en medio de la población civil en las localidades palestinas ocupadas (incluidos los barrios de Jerusalén Este, su Ciudad Vieja y sus lugares santos)- matan arbitrariamente a tres o cuatro palestinos (por protestar, por tirar piedras, por portar un cuchillo, o simplemente por estar en el lugar y en el momento equivocados, que puede ser su propia casa), y por efecto acumulado al final un palestino o palestina dice ‘basta’ y agrede a un soldado o un colono ocupante, las agencias internacionales van a informar sobre la agresión palestina; nunca sobre las anteriores o simultáneas agresiones israelíes.
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