Recomiendo:
0

Jóvenes y mayorías: los retos de hoy para una vida digna

Fuentes: Rebelión

Los procesos de ruptura con el sistema político actual en España hace tiempo que se pusieron en marcha; se sitúa acertadamente su génesis en el ciclo de movilizaciones que abrió la manifestación ciudadana del 15 de Mayo de 2011, hace ya cuatro largos años. No obstante los procesos de erosión del Régimen del 78 se […]

Los procesos de ruptura con el sistema político actual en España hace tiempo que se pusieron en marcha; se sitúa acertadamente su génesis en el ciclo de movilizaciones que abrió la manifestación ciudadana del 15 de Mayo de 2011, hace ya cuatro largos años. No obstante los procesos de erosión del Régimen del 78 se han acelerado a lo largo de 2014, con la aparición y construcción de potenciales opciones de ruptura y alternativa al mismo. Hoy los eternos procesos de acumulación en los que se ha escudado la izquierda política a lo largo de los últimos años se ven superados, y con el proceso de repolitización puesto en marcha a raíz de las elecciones europeas urgen las propuestas políticas y de movilización para esos escenarios relativamente inminentes de ruptura.

De una observación de ese contexto y sus componentes, así como de la participación en el mismo, surge la siguiente comprobación: a pesar de que cada vez más jóvenes están incorporándose a la pluralidad de luchas abiertas, las luchas de carácter juvenil están en retroceso. En consecuencia se nos presenta la siguiente inquietud: ¿estamos aprovechando todas las oportunidades del momento para concienciar y organizar a la juventud? Esta pregunta y el contexto en el que nos la hacemos son las principales motivaciones para la redacción del texto que continua.

Apuntes generales sobre la juventud

¿A qué nos referimos cuando hablamos de juventud? Es frecuente entre las jóvenes, incluso las más politizadas, no identificar la juventud más que como un período difuso entre la adolescencia y la adultez. Para nosotros hay dos cuestiones a destacar. En primer lugar, la juventud comienza cuando se superan los procesos de socialización primaria, se han desarrollado plenamente las capacidades cognitivas y se está preparado para la participación activa y autónoma en la sociedad, tomando decisiones en libertad. Es decir, la juventud es la capacidad y la voluntad de poder construir un proyecto de vida emancipado y de forma soberana. En segundo lugar es posible también definir a la juventud como grupo social que comparte contextos y condiciones materiales.

Centrando la atención ahora en esas condiciones materiales, y sin pretender un análisis exhaustivo de las mismas, sí realizamos una aproximación al estado en que se encuentran los tres ejes fundamentales sobre los que se podría construir un proyecto de vida propio; esto es a nuestro entender, la educación, el trabajo y la vivienda. Como apreciación previa es importante señalar que las condiciones que caracterizan a las jóvenes hoy en el Estado español son propias de escenarios anteriores a la crisis de 2008; se han agravado a partir de entonces, pero ya existían en las décadas precedentes, y es que la juventud no fue partícipe del pacto social, tanto en los aspectos económicos como políticos, con el que se inauguró la Transición.

Bajo nuestra perspectiva dos son las problemáticas de la juventud en materia educativa: el acceso a la educación y la posterior incorporación laboral. Ambos problemas encuentran concreción en las siguiente políticas: aumento del precio de los estudios, los recortes en becas y el aumento del coste de estudiar, un mapa de itinerarios confuso organizado bajo la lógica de la cuota de mercado, entre otras, y todo ello ligado a una falta de un modelo productivo que ponga a la juventud y su formación en el centro de su desarrollo.

En la cuestión laboral hay que señalar que diferentes gobiernos y diferentes situaciones económicas -de expansión y recesión- han dado como resultado una misma política laboral en materia juvenil, en la que la precariedad y la temporalidad han sido sus objetivos principales como supuestas generadoras de empleo. El resultado de todo ello es un aumento de la tasa de paro juvenil que difícilmente descenderá en un futuro próximo, el fortalecimiento de la precariedad como condición de aquellas jóvenes que encuentran empleo, así como el refugio en actividades de economía sumergida.

En lo que se refiere a la vivienda el principal problema de la juventud es el acceso a la misma. De igual forma que con el empleo el acceso a la vivienda de la juventud ha venido a dinamitarse definitivamente con la crisis de 2008. No obstante las tasas de emancipación juvenil han sido históricamente reducidas en el Estado español, a causa en gran medida del elevado precio de la vivienda a partir de 1999, situándose estas en Catalunya para el año 2013 en el 25,4% de las jóvenes emancipados de entre 16 a 29 años.

De esta primera aproximación cabe concluir que es precisamente el derecho a la construcción de proyectos propios de vida lo que, tanto ayer como hoy, se niega a garantizar el Régimen y su modelo económico. Es este uno de los elementos centrales a la hora de explicar la no incorporación de las jóvenes al sistema político actual.

Otro de los elementos referido a esta exclusión de las jóvenes del actual Régimen es lo que se ha denominado crisis de representatividad, fenómeno diferenciado de la crisis institucional que viven hoy amplias capas de la población. No pueden sentirse representadas ni interpeladas a la participación aquellas que no pueden decidir en su vida cotidiana. Este no es un problema específico de las instituciones, sino también de las expresiones contestatarias de la sociedad civil. Un repaso a los movimientos sociales y políticos en el Estado español muestra como las reivindicaciones juveniles únicamente se han visibilizado a partir de movimientos sectoriales juveniles; esto es, la juventud como actor político y grupo social con demandas propias nunca fue incorporada al sistema democrático español por el orden y en pocas ocasiones y siempre de forma secundaria por los sectores populares subalternos. A lo que hay que sumarle mayores niveles de represión y criminalización sobre los derechos civiles de manifestación y reunión cuando son ejercidos por la juventud.

Con todo, sostenemos la siguiente conclusión: la descomposición del Régimen político del Estado español y las consecuencias de la crisis afectan de forma diferente a la juventud como grupo social ya excluido. Así pues, a partir de esta realidad es posible construir a la juventud como sujeto político. La pregunta oportuna es, ¿es necesario hacerlo en la actualidad? Y en tal caso, ¿cómo?

La construcción del «sujeto pueblo»

La irrupción en el escenario político de nuevas fuerzas de cuestionamiento del actual Régimen ha impulsado el debate de la hegemonía para la toma del poder político. Debate recogido por un elemento central: la definición del sujeto pueblo y la estrategia para su construcción. La discusión nos suscita diferentes puntos de reflexión que pueden ser útiles al objetivo del artículo y al desarrollo de la acción política.

El debate que se ha configurado entorno a la construcción de un nuevo sujeto político -el pueblo-, es el debate sobre cómo generar un sentido colectivo de la participación política, a la que se han incorporado importantes sectores de la población y a la que queda aún un número mayor de personas por incorporar; lo que nosotros entendemos como repolitización. Generar sentido en términos materiales y simbólicos a partir del reconocimiento mutuo y de convertir los procesos de repolitización individuales en colectivos. Una repolitización que surge de la superposición de una concepción de la política como acción transformadora sobre la política-gestión. En un sentido estratégico, además, cabe construir sujetos políticos con vocación de mayorías y acercarlos al espacio político con mayor capacidad para sostenerlos, esto es la centralidad política que no el centro ideológico, que ha venido a situarse en el cuestionamiento al actual modelo político y económico, en forma de  ruptura democrática y proceso constituyente.

Este proceso se da en un contexto marcado por un ciclo electoral y una depresión en las formas de movilización de los últimos años. Repensar sujeto político es repensar la organización, el programa, el sentir cultural y las formas de lucha política, con el objetivo de incorporar a más personas a la acción social y política, lo cual se debe resolver también como ejercicio de praxis.

Hoy vemos como al calor de las citas electorales se generan propuestas que van constituyendo una variedad de sujetos políticos, con génesis, características y recorridos diferentes. Por un lado podemos identificar una propuesta de ciudadanía, de corte Estatal y Nacional, que se corresponde con el asalto a las instituciones estatales y autonómicas y las movilizaciones por la dignidad -con un componente importante de clase-, entre otras, y que en Catalunya en particular se mueve en una lógica de convivencia y disputa con el proceso catalán -movilización transversal por el derecho a decidir y la independencia-. Y por otro lado una propuesta, o propuestas, de ciudadanía en términos vecinales y populares, algunas de largo recorrido – con punto de inflexión en el 15M- como asambleas y otras iniciativas de carácter barrial, y otras más recientes de candidaturas rupturistas a las elecciones de Mayo.

En el plano Estatal y el Nacional los elementos discursivos están siendo los más relevantes. Elementos centrados en la idea de patria soberana y la identificación y personificación del antagonismo. Ambas cuestiones son coherentes a la disputa entre la política-gestión y su visión de sociedad como consenso y la acción transformadora que entiende la sociedad como conflicto. Por otro lado, en los planos vecinales y populares los elementos discursivos, siendo relevantes, conviven con la organización de las luchas. Es un terreno donde la simbiosis entre nueva ciudadanía crítica y luchas ya sostenidas se da de forma natural, permitiendo el reconocimiento en unas condiciones materiales comunes y en su disputa.

Sin ser contradictorias ambas propuestas requieren de iniciativas de coordinación política para minimizar fricciones y sustentar una hegemonía real de los subalternos. Esto debe permitir que la organización de las luchas en el plano vecinal o sectorial se materialicen y complemente con un plano más simbólico-ideológico y catalice procesos más profundos de concienciación.

El qué y el porqué de un sujeto juvenil

Nos proponemos a continuación caracterizar las líneas básicas de una propuesta que permita a medio plazo a las jóvenes constituirse como sujeto político; esto es, (1) irrumpir de nuevo en la escena pública,  (2) recuperar capacidad para modificar la agenda política y (3) conquistar derechos a partir de una estrategia para ganar. Se trata pues de construir un sujeto que se reconozca en unas condiciones materiales mayoritariamente de precariedad y en los modos de vida sumisos que las acompañan, para poder recuperar la dignidad de sus condiciones y construir proyectos soberanos propios.

La juventud es potencialmente el actor con más capacidad deconstituyente, es decir, se hace imprescindible su acción decidida para poner fin al Régimen actual.  La juventud no tiene el anhelo de volver a recuperar las condiciones de escenarios pre-crisis. Como hemos afirmado líneas arriba la juventud como sector no incluido en el pacto social de la Transición puede resultar ser la mejor garantía para que el proceso del asalto a las instituciones puesto en marcha acabe siendo realmente rupturista; contribuyendo y reforzando a la lucha del sujeto pueblo. Una contribución que se da con una contrapartida: sólo un proceso político amplio y rupturista puede garantizar a la juventud un programa de reivindicaciones profundo, es decir, una victoria en mayúsculas, pues el escenario actual no permite más que la conquista de derechos de forma parcial, en realidades concretas o en un sentido de mínimos. Con esto no consideramos que otros sectores en lucha no sean fundamentales para el proceso constituyente, pero muchos de ellos pueden volver a ser articulados en un consenso que les pretendiera devolver a las  condiciones sociales anteriores a 2007.  

Situamos como condiciones para la construcción de sujeto la capacidad de reconocimiento y el inicio de un proceso de repolitización que incorpore a más personas a la política, en este caso jóvenes. Proponemos la emancipación como idea fuerza para cumplir ambos objetivos.

En la cuestión del reconocimiento centramos la atención en primer lugar en las condiciones de vida de la mayoría de la juventud; así las jóvenes debemos reconocernos fundamentalmente como trabajadoras explotadas, precarias, en paro o en formación. En segundo lugar situamos como principal línea discursiva aquella que explique el problema común de la juventud; es decir: nos niegan la capacidad de construir proyectos de vida. Al mismo tiempo debemos identificar al antagónico y responsable de esta realidad; estos son, de un lado los políticos del bipartidismo, que sirven con sus leyes y normas a los intereses de grandes bancos y multinacionales -la casta-,  y de otro lado los explotadores que utilizan el paro para emplearnos de forma precaria, temporal y con sueldos de miseria. Los conceptos casta y explotador no son analíticamente precisos, no obstante reflejan la realidad y pueden constituir elementos de movilización.

En este sujeto juvenil serán imprescindibles también ciertas dosis de espontaneidad. Espontaneidad comprendida como una falta deliberada de maduración en las propuestas, en tanto que su desarrollo avanza al mismo tiempo que se incorporan jóvenes a la propuesta, sin necesidad de una organización predeterminada. Espontaneidad que se hace evidente cuando se parte de cero -en un contexto de fuerte despolitización- en la construcción de un sujeto juvenil con nuevos elementos discursivos y nuevas herramientas estratégicas.

De la precariedad y la sumisión a la dignidad y la soberanía

Conectar reconocimiento y repolitización -incorporación de jóvenes a la lucha política- exige generar una solución a la situación presente. Para ello es fundamental (1) un programa de reivindicaciones básicas y (2) una estrategia centrada en avanzar en escenarios de victoria.

En dicho programa la cuestión central ha de orbitar alrededor del trabajo, no entendida como empleo, sino como la obtención de medios para asegurar la existencia, en una concepción similar a los postulados de los defensores de la Renta Básica. Somos conscientes que tanto vivienda como educación merecen programas y luchas propias, con movimientos con propuestas más profundas y que caractericen otras agresiones. No se trata de situar todo a la necesidad de trabajar y menos a las lógicas del trabajo en el modo capitalista.

Las reivindicaciones han de ser asimismo altamente identificables con las expectativas vitales actuales de la mayoría de la juventud – lo que cualquier joven entiende que debiera de poder hacer y no puede –  y superar planteamientos legítimos pero, hasta ahora, minoritarios. Como por ejemplo el fenómeno del exilio económico, que afecta en mayor medida a la juventud, y que a pesar de ser un buen elemento para situar un antagonismo -la expropiación de futuro por la oligarquía foránea y sus gobiernos-, no contribuye al reconocimiento de las jóvenes y a la organización de sus luchas, al afectar en torno al 2-3% de la juventud en Cataluña. Hoy precisamos de una propuesta para la mayoría de las jóvenes que han visto como sus expectativas de futuro se han ido viniendo abajo, en muchos casos junto a las de sus padres.

La autocrítica es el primer paso para establecer algunas líneas sobre las que discutir en cuanto a la estrategia necesaria para consolidar un sujeto juvenil mayoritario; recordemos, irrumpir de nuevo en la escena pública, recuperar capacidad para modificar la agenda política y conquistar derechos a partir de una estrategia para ganar. Centramos la crítica y la propuesta en cuanto a las estrategias de movilización en dos cuestiones: a) el acierto relativo en las reivindicaciones de los movimientos y b) la existencia de una lucha activa tras cada reivindicación.

Las estrategia hasta el momento, en primer lugar y en caso de la educación, se han caracterizado por tener al movimiento estudiantil -universitario principalmente- como única palanca de movilización y con un discurso centrado en reivindicaciones propias de gente ya politizada (un ejemplo es la excesiva vinculación de la lucha por la educación con el impulso al pensamiento crítico). Esto, junto al olvido de las reivindicaciones de inserción laboral, ha generado un movimiento de minorías, a pesar  de que en algunas ocasiones se encontraron vías para ampliar el movimiento aprovechando el contexto abierto por el 15M y las amplias alianzas en clave de comunidad educativa. Así pues, tras las reivindicaciones estudiantiles sí había luchas, pero el tipo de reivindicaciones con perspectiva estrictamente estudiantil, no permitieron al movimiento trascender.

Por otro lado no se han dado estrategias de palanca de movimiento juvenil a partir de las cuestiones laborales o de vivienda, pues en estos ámbitos no se ha constituido recientemente un movimiento social que lo pudiese plantear, como sí ha sucedido en el caso estudiantil. Tras las potenciales reivindicaciones en materia laboral no se ha impulsado ninguna lucha remarcable, lo que además conecta con una crisis general de las formas de sindicalismo en nuestro país. Hay que remontarse a finales de los ochenta y principios de los noventa para reencontrarnos con las grandes luchas obreras juveniles, que cristalizaron en un masivo movimiento de marchas contra el paro. En cambio las luchas juveniles por el acceso a la vivienda no contemplaban esta reivindicación como un problema extendido sino que la entendían como una forma de desconexión y construcción de modelos de vida alternativos, extremadamente minoritarios, claudicando a una posible lucha de masas. No obstante hay que recordar algunas experiencias recientes que han intentado ir más allá, como el movimiento V de Vivienda.

Es necesaria una última mención a las luchas juveniles recientes. El cierre de los ciclos de movilización que estamos viviendo este año ha dejado numerosos casos de represión política con duras sentencias que afectan a la juventud como colectivo. Así, estamos asistiendo a un número elevado de movilizaciones solidarias y de denuncia ante la represión que están llegando al límite de lo sostenible por el activismo actual y que no consiguen el objetivo de revertir los procesos de criminalización y represión. Estas movilizaciones, además, se están dando de forma descoordinada, fragmentadas en cada caso particular. Es imprescindible que los sectores que trabajan contra la represión participen en el impulso a  un movimiento juvenil que de salida política y cobertura a estos casos, los una en lo común y los inserte en una lucha de mayor calado para cumplir sus propios objetivos.

Hasta ahora se han presentado los elementos fundantes de un sujeto político juvenil y se ha argumentado porque es necesario constituirlo. Así mismo, se ha dotado al mismo de un marco discursivo y se ha reflexionado críticamente sobre las luchas juveniles precedentes. Con todo eso y en los nuevos contextos abiertos repensamos brevemente las formas y herramientas de lucha. Lo intentamos a través de una propuesta de movilización centrada en recuperar espacio político para la juventud.

Esta movilización juvenil debe venir caracterizada, a nuestro juicio, por los siguiente elementos. En primer lugar por un conjunto de reivindicaciones  para una vida digna -aquella en que la capacidad de la juventud para tener una vida soberana esté garantizada- que sean a) relativamente asumibles -en la lógica de la movilización para ganar-, b) transversales -con capacidad para interpelar a las jóvenes trabajadoras y estudiantes, como podría ser la remuneración de todas las prácticas profesionales-, y c) capaces de establecer tras ellas movimientos de lucha propios -pensando hoy en su continuidad a medio plazo-. Todo ello bajo la lógica de la juventud en defensa de sus derechos, pero también bajo la interpelación a padres, madres, profesores, movimientos sociales, a defender el presente y el futuro de las jóvenes.

La inexistencia de palancas que puedan impulsar la movilización, esto es, movimientos juveniles sectoriales con capacidad de convocatoria, y la nula capacidad movilizadora de las organizaciones  de la izquierda política y su agregación en una plataforma, lleva a pensar en un nuevo espacio desde donde lanzar y organizar esa movilización. Descartadas ambas fórmulas, sólo queda intentar la creación de un espacio propio de las jóvenes activistas con el principal objetivo de crear movilización juvenil. Este espacio se constituye en base a dos objetivos, 1) extenderse a mayores sectores de activistas y 2) extender la movilización a los barrios e institutos, principalmente.

Es obvio que en la nueva coyuntura política una propuesta como la que planteamos debe estar asociada a dos espacios, ni mucho menos los únicos, que son protagonistas principales del actual ciclo político; esto es, Podem y las candidaturas de ruptura a lo largo del territorio, esencialmente Barcelona en Comú.

En cuanto al primero, como partido en construcción y no mera candidatura, requiere plantear actividad política -movilización, participación en los movimientos sociales, extensión en base a actividad propia, entre otras- que vaya más allá del asalto a las instituciones y las tareas electorales, desquitándose de la peligrosa brújula política que son las encuestas. En este sentido, debe aprovechar propuestas como la que en este artículo se plantean, para poner en marcha esas tareas de intervención que se requieren para consolidar las fuerzas del cambio más allá de los ciclos electorales.

Respecto a BeC, por ahora no ha demostrado ser una herramienta capaz de incorporar a la juventud, así como tampoco al activismo social juvenil, como sí ha conseguido con otras generaciones. Esta realidad es reversible. Para ello, BeC debe superar el debate sobre juventud en clave target electoral, reconocer que es necesaria la constitución de movimiento juvenil para los objetivos generales de ruptura democrática des del municipalismo -en un debate más amplio sobre objetivos, que supere el mero hecho de ganar las elecciones y que comenzará cuando surjan las reflexiones sobre la continuidad de BeC después de Mayo- y apoyar una propuesta como esta u otras en un sentido similar.

Hasta aquí los principales elementos de una propuesta con la que pretendemos generar un debate positivo entre organizaciones, movimientos y activistas que aspiren a movilizar a la juventud, contribuyendo así a activar esas energías. Una propuesta que debe ser necesariamente abierta, que de hecho surge de conversaciones amplias con más compañeras, y que busca, sinceramente, alimentar el trabajo para la construcción de alternativas.

Àlex Morcuende González y Aldo Reverte Rivas son activistas juveniles

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de los autores mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.