Si algo está constatando los Juegos Olímpicos es la tremenda deficiencia de la prensa española (y mundial) a la hora de tratar el deporte con una perspectiva de género decente. Un asunto que mezcla el clásico machismo de la prensa deportiva, el articulismo cazaclic y la falta de rigor a la hora de ejercer la […]
Si algo está constatando los Juegos Olímpicos es la tremenda deficiencia de la prensa española (y mundial) a la hora de tratar el deporte con una perspectiva de género decente. Un asunto que mezcla el clásico machismo de la prensa deportiva, el articulismo cazaclic y la falta de rigor a la hora de ejercer la profesión. Ejemplos, los tenemos día sí y día también en casi en todos los medios, ya sean medios puramente deportivos o generalistas.
Desde la ya clásica cosificación de la mujer, pasando por la mezcla de clasismo, visión occidental y desconocimiento del juego en relación a la ya célebre fotografía de las dos jugadores de voleibol (y que analizó con tremendo tino Patricia Morales en El Español), hasta la desafortunada gordofobia de Marca -publicación experta en estas lides- y el vergonzoso panfleto de OK diario, la culpabilización de la mujer o las fotografías inadecuadas para ilustrar los reportajes, el muestrario exhibido por la prensa patria da una vergüenza ajena que bien merece una reflexión.
El progresivo adelgazamiento de los equipos profesionales, la precarización laboral y la escasa supervisión de los jefes de redacción a la hora de dar el visto bueno a los contenidos, son factores fundamentales a la hora de entender la coyuntura actual. Por otro lado, es obvio que la tercera ola del feminismo está llegando a territorios ignotos y alertándonos de prácticas que antes pasaban desapercibidas o incluso eran aplaudidas por hooligans sin el más mínimo decoro. A destacar que las mismas atletas sean portavoces que alerten sobre estas prácticas y los atletas reparen en una comunicación igualitaria de los éxitos de todos y todas (en ese sentido, el gesto de Andy Murray fue ejemplar).
Lo cierto es que sonroja no sólo la aparición diaria de artículos así en cabeceras de gran alcance, sino la complicidad de sus directores, que permiten la degradación del oficio con la difusión de mensajes degradantes mientras presumen de valores cuando les toca hablar de periodismo. Pero a la práctica, llevamos unos JJOO plagados de sexismo, machismo, clasismo y gordofobia por todos lados. Máxime cuando el deporte ofrece tantos momentos mágicos concentrados en tan poco tiempo y valores maravillosos sobre los que edificarnos, resulta reprobable titulares y noticias de esta calaña. Hay quien dice que vivimos en la época de la extrema corrección política, hay otros que creemos que el periodismo se dignifica haciendo periodismo y no sensacionalismo de barra de bar. Juzgue el lector entre la granja de enlaces y las imágenes que ilustran esta opinión. El espíritu olímpico no era esto.
Javier López Menacho. Escritor y Social Media Manager
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