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Jugando dos juegos diferentes

Fuentes: Haaretz

Traducido para Rebelión por N.H. y revisado por Caty R.

Los palestinos están ocupados formando un gobierno. Es muy apresurado señalar de qué manera los acontecimientos de Jericó afectarán a su composición, pero lo que en el pasado fue un juego entre Fatah y sus satélites -una competición el sobre prestigio personal y el poder de Yasser Arafat- ahora parece ser una discusión entre diferentes movimientos y principios políticos.
Hamas ya ha trazado las directrices de su propuesta para una coalición de gobierno. Estas directrices son una mezcla de declaraciones y eslóganes de un movimiento de liberación nacional y las promesas vagas de un futuro gobierno. Esta mezcla no es un buen presagio para el pueblo palestino. Incluso la vaguedad de las pautas, tal como se ha quejado Mahmoud Abbas según informes recibidos, son propias de un gobierno «al uso», cosas tales como «trabajaremos para erradicar la pobreza,» promesas corrientes y vulgares de los gobiernos israelíes.
Las directrices dan una importancia considerable al derecho de retorno, así como a la declaración estandarizada que señala que la resistencia en todas sus formas constituye también un derecho, aunque haciendo hincapié en que la resistencia es un medio, no un fin. Las directrices también incluyen la promesa de que la Autoridad Palestina se establecerá sobre la base de los principios de la democracia, justicia, derechos individuales y libertades, etcétera, etcétera.
Hamas está dispuesto incluso a discutir cambios en su proyecto para acomodar la incorporación de dos pequeñas facciones que están considerando unirse al gobierno (el Frente Popular y Palestina Independiente). Fatah, por el contrario, ha sido claro en señalar que ve las negociaciones con Israel como una estrategia fundamental, y que no cederá en esa materia. En ese caso, es improbable que Fatah se una al gobierno.
El primer proyecto de las pautas señala que un gobierno liderado por Hamas considerará seriamente el principio de las negociaciones si Israel reconoce los derechos del pueblo palestino y garantiza la retirada de los territorios ocupados en 1967, incluyendo Jerusalén Este.
A primera vista, este es un «nuevo discurso» refrescante que Hamas está introduciendo en el desigual balance de poder entre Israel y los palestinos. Puede que esto muestre a Hamas como «personas reales» ante los ojos de su público, pero no parece que vaya a impresionar a nadie en Israel. De hecho, las «condiciones» son una reminiscencia del estilo de las organizaciones armadas palestinas a lo largo de los últimos cinco años: Ellos ponen condiciones a Israel, o amenazan con «vengar», «actuar» o «responder», en la arena donde precisamente no cabe ninguna duda de la superioridad de Israel: la fuerza de las armas, la capacidad de asesinar y destruir.
Esas organizaciones, con sus ataques suicidas y sus bombarderos Qassam, muestran a los palestinos como los agresores, tal como reclama la propaganda de Israel. Ahora se juzga a Hamas como el que rechaza negociar. Esto ayuda tanto a Israel como a la comunidad internacional a olvidar que en los últimos cinco años fue Israel quien se negó a negociar, y que incluso durante los años de Oslo, las negociaciones consistieron principalmente en poderosos dictados israelíes e inercia y concesiones por parte de los palestinos.
Las pautas también se refieren a calmar la seguridad: Esto no es un fin, pero sí un medio, y significa poder alcanzar las metas nacionales. Sin embargo, su continuación dependerá del fin de las agresiones israelíes y de la liberación de los prisioneros. Aquí es posible ver los deseos pragmáticos de Hamas por un estado de calma que le permita enfrentar los asuntos domésticos que constituyeron la razón principal de su elección. Pero también es posible ver la jactancia del débil que no tiene nada detrás de él.
Concedido, las directrices se refieren a la resistencia en todas sus formas -principalmente resistencia armada y resistencia popular-. La experiencia de los últimos cinco años ha demostrado que el uso de armas ha empeorado la situación de los palestinos, pero también ha servido para promover la movilización de masas para un levantamiento popular.
El uso de armas en los territorios y los ataques suicidas en Israel de las organizaciones armadas, sobre todo por parte de Hamas, presentadas como una «respuesta», han dado a Israel la oportunidad de continuar su plan permanente de anexionar territorio esencial y derramar la responsabilidad sobre el ocupado, ganando así el apoyo explícito estadounidense y la condescendencia tácita de Europa. Resultó que Israel estaba jugando al ajedrez, mientras los palestinos pensaban que el juego era tenis de mesa. Y en ambos, los palestinos pierden.
Dada la manera en que los oficiales de Hamas se han comportado desde las elecciones se deduce claramente que Hamas entiende que el tenis de mesa no puede ser sólo militar. Ahora está tratando de inyectar al juego un nuevo elemento, el político. Está escrito en las directrices que la Causa Palestina tiene una dimensión Árabe e Islámica, y que el gobierno liderado por Hamas trabajará en la movilización del apoyo Árabe e Islámico para el pueblo palestino en todos los campos.
Bajo la Organización para la Liberación de Palestina, la Causa Palestina se convirtió en una causa del mundo entero, tanto desde el punto de vista de derechos nacionales como de derechos humanos. En los últimos cinco años Israel ha trabajado duramente para vincular a los palestinos con el terrorismo islámico internacional y el «choque de civilizaciones»: cultos contra ignorantes. Ahora, las directrices de Hamas también están ayudando a Israel a presentar este asunto como un choque cultural y religioso, fuera del marco de la lucha del pueblo contra la ocupación extranjera.