Traducido para Rebelión por J. M. y revisado por Caty R.
4 de abril de 2012. Hoy hace un año, cuando me senté en un autobús para partir de Nueva York con destino a Filadelfia, en medio de la gira de promoción de mi libro, sonó mi teléfono celular. Era mi amigo Yousef Munayyer. Supuse que me llamaba para hablar de la lectura de un libro que estábamos organizando para unos días después en el Centro Fundación Jerusalén Palestina.
Pero Yousef me llamaba para contarme lo que estaba leyendo en los teletipos de noticias de un sitio árabe. Acababan de balear y matar a un director de teatro israelí en el campamento de refugiados de Jenín, Cisjordania, decía la noticia. Aún no se sabía el nombre del director. Y tampoco se había anunciado en la prensa, ni en hebreo ni en inglés. No necesité el nombre para saber. Era Juliano Mer-Khamis, cofundador del Teatro de la Libertad en el campamento de refugiados de Jenín. No podía ser otro.
Usualmente mi primera respuesta es intentar conseguir más información. Para entender lo que hay que decir, lo que se debe hacer.
Cuando afloraron las emociones eran tan complejas como mis sentimientos con respecto a Juliano. Sería exagerado llamarlo amigo, aunque compartimos en muchas ocasiones. No podía llamarlo exactamente colega, aunque trabajé con él durante años en la junta de los Amigos del Teatro de la Libertad, con sede en Estados Unidos. Respetaba enormemente a Juliano y también le admiraba profundamente -aunque creo que no se lo dije nunca-, pero también, a veces, me frustró y me alarmó. De hecho, la última vez que le vi mis compañeros miembros de la Junta y yo discutimos con él durante horas. Dejé el Teatro de la Libertad del campamento de refugiados de Jenín a la mañana siguiente con una sensación de muerte inminente. Pero no tenía ni idea de que tres meses después esa muerte tomaría la forma de un asaltante enmascarado disparando balas de bombeo a quemarropa a la cabeza y el pecho de Juliano a la puerta del teatro.
Ha pasado un año y no se ha arrestado al asesino de Juliano.
Un año después los colegas y estudiantes de Juliano del Teatro de la Libertad todavía se enfrentan a la pérdida y el trauma, incluido el trauma de ser reiteradamente un objetivo de los militares israelíes que atacan el teatro, a su personal y a los estudiantes.
Sin embargo un año después, sorprendentemente, el Teatro de la Libertad continúa. Y sigue utilizando el arte como una forma poderosa de protesta y resistencia.
Espero que se tomen un momento para recordar (o conocer) a Juliano.
Espero que encuentren la forma de apoyar solidariamente al valiente personal y a los estudiantes del Teatro de la Libertad.
En un vídeo que he hecho para el teatro de la Libertad, Juliano dice: «Al final existe la sensación de que el espíritu está aquí y ya se ha sembrado. Y crecerá. Y no creo que nada ni nadie pueda pararlo».
Fue precisamente ese espíritu el que el atacante todavía desconocido trató de destruir cuando salió de las sombras, llenó a Juliano de balas de plomo y luego desapareció en las callejuelas del campamento de refugiados.
El agresor no tuvo éxito. Y ahora más que nunca debemos trabajar por el espíritu de libertad y resistencia artística que Juliano sembró con tanta pasión. Para que continúe creciendo.
Con tristeza y solidaridad,
Jen Marlowe
Fuente: http://www.salem-news.com/articles/april042012/missing-juliano-jm.php