Traducido para Rebelión por J. M.
La misión de paz del secretario Estado de los EE.UU. John Kerry está llegando a su momento de la verdad, pero la opinión pública israelí permanece indiferente. Con los años se ha visto que los enviados de paz estadounidenses llegan con entusiasmo sólo para salir en una amarga decepción.
Este patrón de pensamiento lleva a muchos en Israel a creer que incluso después de que Kerry abandone vendrán otros emisarios estadounidenses a probar suerte. Esa forma de pensar es errónea. En el futuro previsible, es probable que Kerry sea el último estadounidense que trata de hacer la paz entre israelíes y palestinos.
Mis muchos años de participación en el proceso de paz me enseñan que la decisión próxima a tomarse es diferente a las anteriores. Este es un momento decisivo después del cual Israel se enfrentará a una situación completamente diferente que se regirá por nuevas realidades mucho menos favorables que a las que Israel se enfrenta hoy. Si la misión de Kerry fracasa, Israel perderá una oportunidad histórica de lograr un acuerdo óptimo para sus puntos de vista. En el futuro, Israel podría verse obligado a aceptar un mal acuerdo o vivir sin acuerdo, poniendo así en peligro su carácter judío o democrático.
Si esta ronda de negociaciones fracasa, probablemente Estados se retire de nuevos intentos para lograr un acuerdo entre israelíes y palestinos. El vacío será llenado por otros actores, como el Consejo de Seguridad de la ONU. A diferencia de Estados Unidos, estos actores no tienen un gran afecto por Israel. Los intereses israelíes no recibirán tanta atención positiva como cuando Washington está a cargo del proceso político. Tomemos, por ejemplo, los enormes esfuerzos que hacen el presidente de EE.UU. Barack Obama y el Secretario Kerry para entender y atender las necesidades de seguridad de Israel. Ellos reclutaron a John Allen, general retirado de cuatro estrellas del Cuerpo de Marines para liderar un equipo de expertos militares y de inteligencia para idear un plan que, en consulta con el ejército israelí, diseñen la frontera del río Jordán como la más seguro del mundo.
Si la misión de Kerry fracasa, sería erróneo que Israel pensase que los Estados Unidos vetarán automáticamente cada decisión que tome el Consejo de Seguridad de la ONU. Sobre todo si esas decisiones corresponden más o menos a la percepción de Washington de la solución al conflicto palestino-israelí. Israel va a descubrir que la paciencia de Estados Unidos con los amigos que piden su ayuda al tiempo que ignoran sus intereses es ahora menor. Y no es ningún secreto que Estados Unidos considera que la continuación del conflicto entre Israel y Palestina perjudica considerablemente los intereses de seguridad nacional de Estados Unidos.
La demografía de los Estados Unidos está cambiando y, como resultado, la simpatía automática que goza Israel en los EE.UU. tiene más posibilidades de erosionarse. Incluso con el apoyo de la comunidad judía estadounidense, no está garantizada. La alta tasa de asimilación combinada con una aversión a la política de asentamientos de Israel en Cisjordania está distanciando a los jóvenes judíos de Israel y haciendo que cada vez se impliquen y se identifiquen menos con Israel.
Los portavoces oficiales de Israel a menudo se quejan de la excesiva atención que se presta en el conflicto entre israelíes y palestinos en el escenario mundial. Tienden a olvidar que esta excesiva atención es la base de la generosa asistencia extranjera que los palestinos han recibido durante todos estos años.
¿Qué sucederá cuando el flujo de donaciones se distienda? ¿Quién va a asumir la responsabilidad financiera del destino de los palestinos que viven bajo el Gobierno israelí? De hecho, los países donantes despiertan y reflexionan. Los europeos, por ejemplo, creen que su ayuda está financiando la ocupación israelí. El posible fracaso de la misión de Kerry podría llevar a la creciente erosión de la asistencia de los donantes, con la consecuente transferencia de la responsabilidad únicamente a Israel. El campo palestino que aboga por la disolución de la Autoridad Palestina se verá fortalecido. Si eso sucede, Israel será responsable de la salud, la educación, el empleo y las aguas residuales de los palestinos que viven en Cisjordania.
Sin un acuerdo, seremos testigos del debilitamiento del campo palestino moderado que prefiere un acuerdo negociado con Israel y se opone al terror. El paradigma de dos pueblos un solo estado podría convertirse en la opción preferida y práctica, mientras que la violencia muy probablemente se intensificaría sobre el terreno. Los palestinos cesarán su campaña de independencia que se convertirá en una campaña contra el apartheid. Esta será una batalla de los medios de comunicación y de las relaciones públicas que Israel no puede ganar.
Si Israel continúa con su política de expansión de los asentamientos y es visto como no contemplativo con los palestinos, entonces será muy difícil para los amigos de Israel contrarrestar los esfuerzos internacionales que permiten aislarlo. Por desgracia, las sanciones económicas y legales contra Israel y los israelíes van a ser frecuentes. En última instancia, Israel se encontrará en el banquillo de los acusados en los tribunales internacionales. La campaña de deslegitimación contra el Estado empeorará. El aislamiento crecerá. Los amigos se convertirán en pocos. A pesar de que Israel no será el único responsable, aún así tendrá que hacer frente a esta difícil realidad.
Tales escenarios calamitosos todavía se pueden evitar. Las negociaciones pueden tener éxito. Después de todo, Israel necesita una frontera internacionalmente reconocida para conservar su carácter judío y democrático. Para lograr tales fronteras Israel necesita un acuerdo de paz sobre la base de dos estados. Dicho acuerdo también garantizará la plena normalización con Israel de todo el mundo árabe y musulmán, tal como estipula la Iniciativa de Paz Árabe.
El fracaso de la misión de Kerry no iniciará la cuenta regresiva de la llegada del siguiente. Marcará un hito dramático en la historia y la identidad de Israel. Israel no va a convertirse en la nación imponente que puede ser. Más bien será un país quebrado perdiendo su identidad judía y democrática y cada vez más alejado de sus propios hijos e hijas, así como de la comunidad mundial. Kerry puede sobrevivir al fracaso de su misión. Pero el precio para Israel será grave.
S. Daniel Abraham es un empresario estadounidense y fundador del Centro para la Paz en Oriente Medio, en Washington. Siga el centro en Twitter: @ AbrahamCenter.
Fuente: http://www.haaretz.com/opinion/.premium-1.569371
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