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Siria

Kits para traumatismos y bolsas para cadáveres llenan ahora una escuela en Alepo

Fuentes: Inter Press Service

Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández


Los voluntarios de las unidades de defensa civil que actúan en la ciudad más grande de Siria tienen que dar numerosos volantazos cuando conducen por las carreteras para evitar los socavones del destrozado hormigón donde las bombas de barril han impactado.

Un polvo gris cubre totalmente los muertos, los vivos y todo el retorcido acero que sobresale por doquier. La confusión del pánico, inmortalizada en innumerables fotos -con los ensangrentados supervivientes buscando desesperadamente entre los escombros a sus seres amados-, remite un poco con la llegada de los equipos de rescate con sus distintivos gorros blancos, rodilleras y botas negras.

Cuando IPS llegó al escenario pocos momentos después de la explosión de una de esas bombas de barril a primeros de agosto, los hombres estaban allí ya buscando supervivientes entre los escombros. Uno estaba de pie pegado a su walkie-talkie, observando velozmente a los espectadores a los que intentaba mantener a distancia segura mientras oteaba asimismo al cielo; el primer barril-bomba va casi siempre seguido de otro a los 15-30 minutos, destinado a los rescatadores.

El centro de defensa civil Hanano del este de Alepo es una escuela reconvertida, los pasillos se muestran polvorientos y vacíos a excepción de unas botas de bombero puestas a airear, una escoba y unos cuantos carteles con hombres de la defensa civil en uniforme que tratan de levantar la moral.

Las bolsas para cadáveres y los kits para traumatismos aparecen junto al combustible para los equipos de excavación Bobcat y de retirada de escombros, piquetas con el logo de USAID, taladradoras y cajas de trajes de bomberos apoyadas contra las pizarras que aún muestran las huellas de las lecciones que en otro tiempo allí se enseñaron.

Muchos de los hombres tienen veinte años, van bien afeitados y son antiguos estudiantes universitarios. Kaled Hiyo, un ex estudiante de derecho, de veintitantos años y director del centro, dijo a IPS que los equipos de bomberos y rescate trabajan en dos turnos: 12 horas de trabajo y 12 horas de descanso.

Por el momento, sólo hay un especialista médico en el centro, dijo, pero este especialista está de guardia las 24 horas. El hombre, que no dio su nombre, dijo que había trabajado para la Media Luna Roja con anterioridad al levantamiento de 2011 y a la subsiguiente violencia, pero que no tenía tiempo para entrenar a otros hombres en primeros auxilios.

Correctos procedimientos de extracción y traslado evitan que se agraven las heridas, incluidas las lesiones de médula paralizantes; el equipamiento pesado recibido ha sido vital para remover los escombros y salvar a quienes se encontraban atrapados debajo.

Durante los últimos cuatro meses, los equipos de rescate han estado recibiendo un salario del gobierno en el exilio y cursos de una serie de organismos y gobiernos extranjeros.

Según manifestó a IPS Ammar Salmo, jefe de la defensa civil y ex profesor de inglés, los servicios de primera respuesta reciben un salario de 175 dólares al mes, mientras los directores de diversos centros reciben 200, añadiendo que 21 miembros del equipo han muerto asesinados por las bombas de barril mientras estaban trabajando.

Cuando las bombas derriban edificios enteros, «muchas personas quedan atrapadas y no puede hacerse nada. Hay cinco que aún están vivas en una zona que conocemos pero no hay forma de poderlos sacar de allí», dijo un activista de los medios de comunicación locales a IPS , añadiendo que se sentía impotente y que hacer fotos de los muertos y heridos no le hacía sentirse útil.

Aunque a muchos de los activistas de esos medios locales les han dado cámaras caras y equipamiento de satélite y han asistido a programas de formación, financiados por naciones occidentales en el sur de Turquía, prácticamente ninguno de ellos parece tener entrenamiento en primeros auxilios.

Dada la extremadamente grave escasez de personal médico formado en Alepo tras los repetidos ataques del régimen a las instalaciones médicas, los equipos de la defensa civil juegan un papel aún más vital salvando vidas.

Las ambulancias donadas por el extranjero, introducidas en la ciudad a través de la única carretera de suministros que aún está bajo control rebelde, se desplazan con los equipos de primera respuesta del centro de Alepo; quienes resultan heridos en las zonas rurales de los alrededores son llevados en coche hasta el centro de urgencias más cercano. Las comunicaciones son sólo posibles a través de walkie-talkie, porque los teléfonos móviles no pueden sintonizarse.

Recientemente se ha establecido un centro de formación dentro del territorio sirio pero fuera de la ciudad, donde los miembros de los equipos asisten en grupos pequeños a sesiones de entrenamiento, dijo Salmo.

Añadió que en estos momentos se están abriendo más centros de la defensa civil en la región de Idlib, que se encuentra más hacia el oeste, y que al parecer estaban pudiendo trabajar mejor que los de Alepo, porque muchos de los hombres «son desertores del régimen y están más familiarizados con el funcionamiento de las instituciones».

Dijo que el jefe adjunto de la defensa civil era un antiguo coronel del régimen y que otros cuatro ex generales están trabajando actualmente con ellos.

De los instructores del centro de formación, dijo Salmo a IPS , «cinco son desertores de las fuerzas de Asad, incluido un general que está entrenándoles sobre cómo actuar frente a las bombas de barril y el fuego, y hay dos doctores que trabajan como expertos médicos para formar a los hombres en primeros auxilios».

El grupo ha tenido algunos problemas menores con determinados grupos armados. Un miembro del equipo dijo a IPS que parte del equipamiento pesado se lo había «prestado» unas semanas antes un grupo del Ejército Sirio Libre, pero que habían prometido devolverlo pronto.

«Estamos tratando de resolver el tema mediante el diálogo», dijo.

Cuando se le preguntó si el grupo había tenido problemas con grupos más extremistas, como Yabat al-Nusra, afiliado a al-Qaida, ironizó diciendo: «Yabat al-Nusra no necesita nuestras cosas. Tienen ya suficiente dinero para todo».

En las inmediaciones de un centro de la defensa civil situado cerca de la frontera, donde IPS habló con Salmo, no se veían camiones de bomberos ni algún otro vehículo de emergencia, y Salmo explicó que los equipos tenían que ser cuidadosos.

«Una vez que te ven más organizado», señaló, «el régimen te considera también un peligro».

Fuente: http://truth-out.org/news/item/25696-trauma-kits-and-body-bags-now-fill-aleppo-school