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Kofi Annan recibe instrucciones

Fuentes: Rebelión

El Secretario General de Naciones Unidas ha viajado a Oriente Medio, con la cartilla bien aprendida bajo el brazo; con las instrucciones precisas, exactas, con todo cocinado y listo para servir, no valen peros, sólo hay un menú para OM.En su primera escala, en Beirut, dónde más ha castigado el vandalismo israelí, quizás queriendo emular […]

El Secretario General de Naciones Unidas ha viajado a Oriente Medio, con la cartilla bien aprendida bajo el brazo; con las instrucciones precisas, exactas, con todo cocinado y listo para servir, no valen peros, sólo hay un menú para OM.

En su primera escala, en Beirut, dónde más ha castigado el vandalismo israelí, quizás queriendo emular al Sharon de los ochenta, donde entonces, como ahora, el horror recorrió las calles y casas, y las habitaciones, una por una, todas. Y no son sólo palabras, o hablar; es el relato vivo de miles personas, como la voz de Hanna, palestina, refugiada, socióloga, una mujer que todavía le faltan años para los cuarenta. Después de mucho hablar con ella, no he podido llegar a saber si en su cara o en sus ojos, asoma más la pena, que el miedo, que la impotencia o el olvido, que, como huyendo, le sirve de refugio dónde esconderse de la realidad, demasiado dura, para poder vivirla.
Doce o trece años tenía cuando arrasaron el campo de refugiados de Chatila, donde había nacido, como de manera provisional, con la esperanza de volver a nacer de verdad cuando, ella y su gente, regresaran a su Palestina; las propias NU les habían reconocido el derecho al retorno.
No sabe, o no quiere recordar, y nadie se lo puede reprochar, cómo escapó de la masacre, pero escapó con lo puesto y se fue lejos, lejos para ella entonces, cuando apenas nunca habría salido de Chatila, a un parque cerca del barrio de Hanra, más en el centro de Beirut. El parque fue su casa durante seis meses; cómo volver, y a dónde volver. Su Chatila rezumaba aún gritos y sangre. Las paredes reflejaban la tragedia, había que esperar y esperaron en el parque –otro sitio no tenía– a que enfriaran las calles del crimen y a que se calmara la bestia, el general Sharon, y las milicias cristianas, pues nunca se sabe, nunca tienen sangre bastante, el presentimiento se ha hecho realidad, han vuelto, han vuelto los mismos.

El Secretario General de NU, tiene valor, va al escenario de la tragedia, al de entonces y al de ahora, y subió en helicóptero y sobrevoló el Sur donde campean las tropas israelíes, que no reconocen ni a sus amigos, pues primero disparan y luego miraran en la pantalla a ver sobre qué o quién ha sido el blanco y cómo se tiñe de miedo. Dicen que sobrevoló la zona, es posible, si así fue, pecó de temerario, los inocentes son los primeros en caer, claro, suponiendo que él lo sea.

En el Consejo de Seguridad, no todos –seguramente China y Rusia por otras razones, es posible no estén de acuerdo– han decidido que Hizbulá debe desarmarse, al igual que Hamás, que les sirve de modelo, a los que están matando de hambre, encarcelando a sus ministros y diputados y, además, sin que nadie puede moverse, eso sí, tienen refriegas a diario pero eso no es mayor problema, desde el 2000 han matado a 7.100 palestinos, lo que les da un saldo más que favorable. En cambio, con Hizbulá, y es la segunda vez que ocurre, han perdido casi 120 soldados y no han podido realizar ninguna operación de las llamadas «selectivas» y no han podido localizar a ninguno de sus dirigentes. El problema es que están armados y se resisten.
La segunda cuestión, es la necesidad de asegurar una zona desmilitarizada en el Sur del Líbano, para poder moverse sin peligro, no como ahora, así, lo único que queda, son las minas antipersona clocadas desde 1978; como su ubicación está informatizada sólo pueden causar problemas a los insurgentes, no al ejército israelí que dispone de los datos. Es posible que algún casco azul caiga, pero eso es inevitable y es parte de coste de la operación. Exactamente igual que las decenas de miles de proyectiles y bombas de racimo sin explotar que previsiblemente causarán decenas de muertos y de mutilaciones.

Al llegar a Tel Aviv, el Secretario de NU, ha rendido cuentas al Presidente Olmert de las instrucciones recibidas del CS. Le ruega que cumpla el alto el fuego y que se retire del Líbano, pero Olmert le replica que necesita más tiempo. También le notifica, a Olmert, que ya ha exigido a Hizbulá la entrega de los dos soldados cuyas fotos han salido en Euro News y, también, exige les ha exigido la entrega del soldado preso en Gaza.

El desarme de Israel, la creación de una franja desmilitarizada en territorio israelí y la indemnización por los daños causado a la infraestructura civil libanesa no está incluido en el programa ni entra en la cartilla de instrucciones que en enviado del Consejo de Seguridad -el propio Kofi Annan– ha recibido expresamente; lo mismo que la suerte de los cuatrocientos prisioneros libaneses en poder de Israel que desde hace décadas se pudren en sus cárceles, ni tampoco los nueve mil palestinos también presos en condiciones similares y, por supuesto, tampoco se ha mencionado la devolución de las granjas de Chebaa.

Mientras, en Oriente Medio, la novedad es que, «sin justicia no habrá paz», y lo que ya no es novedad es que en Occidente no se enteran.