1.- La historia nos enseña que cuando el capitalismo sufre una crisis y cae la tasa de beneficios que engorda las cuentas de los dueños del capital, aparecen los conflictos bélicos. La decadencia de acumulación, agudizada con la crisis del 2007/8, genera pugnas entre capitalistas que luchan por la valorización y reproducción de sus capitales, […]
1.- La historia nos enseña que cuando el capitalismo sufre una crisis y cae la tasa de beneficios que engorda las cuentas de los dueños del capital, aparecen los conflictos bélicos. La decadencia de acumulación, agudizada con la crisis del 2007/8, genera pugnas entre capitalistas que luchan por la valorización y reproducción de sus capitales, necesitando nuevos mercados y acceso a países periféricos de los que extraer materias primas y recursos.
Los gobiernos europeos buscan remedios a los problemas de sus formaciones sociales utilizando los fondos públicos para impulsar las industrias de armamentos, la potencia militar de sus ejércitos y todo lo que sea necesario para la guerra. Pedro Sánchez, siguiendo las instrucciones de los EE. UU. sube los porcentajes del PIB para Defensa aprobando el mayor gasto militar de la historia de este país, ahora, con más de 10.000 millones de euros.
Un desembolso económico que según parece no pasará por el Congreso de los Diputados a fin de evitar votaciones comprometidas a quienes dan sus apoyos y son socios de gobierno. Estos partidos que teóricamente dicen que se sitúan más a la izquierda del PSOE no han levantado la voz en cuestiones de primer orden, sólo en el caso de la compra de una partida millonaria de balas a Israel, IU ha obligado al gobierno a retractarse de esta compra.
2.- A pesar de la retórica de los partidos reformistas contra el rearme militar del gobierno, habrá que ver como votarán si llega la ocasión. La impresión es que todos están preparando la respuesta que justifique una decisión que no los aleje de los cargos, unos hablando de seguridad y soberanía, otros de fortalecimiento del ejército español en conflictos con países fronterizos y otros como una necesidad de potenciar la investigación y el desarrollo tecnológico militar que favorecerá la modernización de otros sectores de la economía nacional.
La realidad es que siguen concediendo un cheque en blanco en lo fundamental al gobierno de Pedro Sánchez, no fuerzan la ruptura total de relaciones comerciales con un estado criminal como el estado israelí, no condenan el apoyo económico y militar al nazismo en Ucrania, no reprueban el patrocinio a Marruecos en la cuestión saharaui, y en general, muestran con el PSOE una subordinación y vasallaje a la OTAN y al imperialismo norteamericano.
Lo que está claro es que apoyar al gobierno de Pedro Sánchez es apoyar la escalada bélica que es lo que quiere la oligarquía para reforzar sus negocios industriales y financieros. Sin embargo, muchos dicen que conviene apoyar a este gobierno antes que dejar la derecha alcance el poder, pero esta lógica del mal menor nos lleva al blanqueo y justificación del incremento de los gastos militares y el empobrecimiento de las clases trabajadoras.
3.- Nos encontramos en una sociedad democrática burguesa con una dictadura férrea de la clase dominante, que asiste muy atenta y complaciente a la crisis política partidista que no da para más. En este ambiente, las políticas ministeriales están paralizadas, destacando la manipulación y control informativo del gobierno de coalición, cuyo objetivo es anestesiar a la sociedad a fin de imponer fácilmente las políticas militaristas, y tener vía libre para favorecer que las grandes corporaciones económicas se pongan las botas.
La reacción obrera y popular es aún débil, condicionada por el miedo a la represión que se aplica por la Ley Mordaza y las duras decisiones judiciales contra activistas sociales y representantes sindicales. Este orden de cosas, provocan un retraimiento de la actividad de los grupos sociales más dinámicos, actitud necesaria para levantar la alienación en la que se encuentra una parte importante de la población.
Los mensajes que nos llegan por los medios de comunicación son los que interesan a las clases dominantes queriéndonos convencer de que sus intereses particulares son los intereses de toda la población. La prensa alternativa, que muestra otra visión de los acontecimientos queda anulada y prohibida como viene ocurriendo con medios nacionales e internacionales de opiniones diferentes a las de la cuerda gubernamental. Aunque la libertad de expresión y de opinión lleva bastante tiempo bajo mínimos en la monarquía española, ahora se estrechan los límites para impedir la contestación a los intereses de la burguesía y de sus gobiernos.
4.- Todas las acciones que los gobiernos europeos están haciendo en apoyo al régimen fascista de Ucrania están perjudicando a la clase trabajadora; las medidas que se están tomando para debilitar y arruinar a la economía rusa se vuelven como un bumerán contra las empresas europeas provocando cierre de fábricas, desempleo y encarecimiento de los precios de alimentos y combustibles. El aumento del precio del gas y el petróleo resultado del corte de las relaciones directas con Rusia daña las condiciones de vida de la clase obrera.
El rearme y la militarización a la que quieren destinar más de 800.000 millones de euros volverá a ser otra medida que golpee a la clase obrera y a los sectores populares. Este dineral saldrá de los recortes a los servicios públicos y llevará a un incremento de la deuda e intereses estatales que pagaremos todos los ciudadanos, además, hará a los gobiernos más dependientes de las grandes entidades financieras.
En definitiva, todos los planes para fortalecer los ejércitos europeos no van a cambiar para nada el carácter capitalista e imperialista de la UE, en todo caso, se transformará en un bloque militar más poderoso y peligroso para impedir que los países periféricos, especialmente los africanos, rompan las cadenas de explotación y saqueo a lo que están sometidos.
La historia pone de manifiesto que el desarrollo de las estructuras militares viene condicionado por las relaciones de rivalidad y tensiones bélicas entre los propios países capitalistas, apareciendo tiranteces entre ellos por una inevitable competencia para dar salida a sus capitales con inversiones productivas y tecnológicas en terceros países, y en ganar nuevos mercados para valorizar las producciones de bienes y servicios.
Lo que está claro es que en estos momentos necesitamos la unidad de todas las fuerzas políticas y sociales, nacionales e internacionales, independientes de los gobiernos y de los estados, para combatir el rearme y la militarización y todas las consecuencias de las políticas a las que nos llevan los gobiernos europeos. Para estos, la guerra es algo prioritario como barrera a la crisis económica y para favorecer las ganancias de sus amigos, los dueños de las grandes empresas financieras y armamentísticas.
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