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La anexión es más que una simple declaración

Fuentes: 972mag

Traducido del inglés para Rebelión por J. M.

Al trazar una línea para la anexión formal, la comunidad internacional está maniatando su capacidad para responder a los cambios israelíes sobre el terreno.

El muro de separación israelí que rodea el asentamiento de Jerusalén Este de PisgatZeev, 9 de abril de 2011. (Activestills.org) 

Benjamin Netanyahu declaró en vísperas de las elecciones del 9 de abril en Israel que, de ser reelegido, comenzaría a anexar Cisjordania. Obviamente y para ser precisos, no lo hizo. Los líderes israelíes casi nunca han usado la palabra anexión, pero la ausencia de esa terminología nunca ha impedido que el país adquiera territorio permanentemente por la fuerza.

Netanyahu no dijo formalmente que él anexará Cisjordania, pero lo que sí dijo es que gradualmente extenderá la soberanía a cada última colonia israelí en el territorio. Lo que ha dicho en innumerables ocasiones en la última década es que Israel mantendrá el control militar total sobre Cisjordania para siempre.

El único cambio es que Netanyahu ha dejado de prestar atención a la idea de una solución de dos estados, ahora va a tener un crédito explícito por implementar el proyecto que ha perseguido incansablemente desde que entró en la política: evitar la creación de un Estado palestino.

Durante demasiado tiempo la comunidad internacional, los partidarios de Israel en los Estados Unidos e incluso los de la izquierda en Israel se han dejado engañar ingenuamente sobre las intenciones de Israel de una solución de dos estados.

Gran parte de ese engaño estaba enraizado en el discurso de cerrar puertas a las oportunidades. Deberían actuar antes de que sea demasiado tarde, dirían, sin ninguna voluntad de discutir cuándo o dónde se encuentra el límite del «demasiado tarde». Peor aún, se negaron a preguntarse honestamente qué sucedería, o qué harían, cuando se cruzara dicha línea.

Eso no quiere decir que si los judíos progresistas estadounidenses o los gobiernos europeos hubieran acordado en una línea en la arena tendríamos en la actualidad una solución de dos estados. Pero tal vez, y solo tal vez, habrían estado mejor posicionados para responder cuando irrevocablemente se cruzó esa línea.

Lo que nos lleva de nuevo al día de hoy. Netanyahu quiere anexar las colonias, se niega a poner fin a la ocupación militar de Cisjordania y ya no aceptará siquiera la idea de una versión de Palestina sin soberanía, con un status «menorque un Estado». La Casa Blanca ni siquiera condenará la perspectiva de la anexión israelí en Cisjordania y se espera que en los próximos días revele su propio plan, que arrojará la idea de dos estados al basurero de ideas fallidas.

Con la excepción de una generación de políticos y expertos de grupos de think-tank que han invertido demasiado de sus carreras en la solución de dos estados para reconocer su fracaso, existe un consenso creciente de que ya no es posible.

El problema es que nadie, incluido el liderazgo palestino, tiene un plan de contingencia a pesar de años de advertencias de que cruzar el umbral de los dos estados conduciría al desastre. Ese mismo error está a punto de volver a ocurrir cuando se habla de anexión.

Al insistir en usar la palabra anexión, la comunidad internacional está obstaculizando su capacidad para responder a las políticas y acciones israelíes, así como su capacidad para evaluar lo que está ocurriendo.

Netanyahu es consciente del peligro de las líneas rojas, razón por la cual no hará ningún gran anuncio acerca de que Israel se está anexando formalmente Cisjordania. No lo necesita. Durante décadas las acciones y políticas de cada Gobierno israelí han ido construyendo lentamente las condiciones para la anexión. Esos pasos no declarados pero muy reales darán el mismo resultado.

Por eso necesitamos un nuevo vocabulario para el conflicto israelí-palestino. La anexión es un marco demasiado apretado para describir los esfuerzos de Israel por hacer que su Gobierno sobre los territorios palestinos ocupados sea permanente.

La ocupación también será pronto un término contraproducente para describir un régimen militar que gobierna a millones de personas, con leyes y sistemas legales separados para los diferentes grupos étnicos y nacionales.

Como muchos analistas han señalado, los resultados de las elecciones en Israel la semana pasada representan más de lo mismo de muchas maneras. Más de lo mismo, sin embargo, no se refiere a una situación estática, sino que es una continuidad de la trayectoria establecida en los últimos años por Benjamin Netanyahu y la cohorte de ideólogos de los que obtiene su poder.

En este punto, sin embargo, seguir diciéndonos que la trayectoria e ideología de Netanyahu son una aberración, o que él no representa la voluntad del pueblo israelí, es una decisión consciente de ser cómplice.

Fuente: https://972mag.com/stop-calling-it-annexation/141028/

Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la traductora y Rebelión.org como fuente de la traducción.