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Editorial de Haaretz

La apatía hacia la difícil situación de los palestinos; una mancha en la sociedad israelí

Fuentes:

Traducido del inglés para Rebelión por Nadia Hasan y revisado por Carlos Sanchis

En Haaretz Magazine de hoy, Gideon Levy nos cuenta la historia de Mahmoud Shawara, de 43 años de edad y padre de nueve hijos, quién un día partió con su mula, desde su pueblo, Nuaman, cerca de Belén, rumbo al trabajo, fue arrestado por policías de fronteras, y luego de rechazar acompañar a los soldados sin su animal, fue atado a la mula. Posteriormente, la asustada mula galopó a través del pueblo; Shawara resultó con graves heridas en todo su cuerpo, y finalmente murió en el hospital donde fue trasladado por algunos testigos. A pesar de que el Departamento de Investigaciones Policiales no encontró ninguna conexión entre el comportamiento de los policías de fronteras y la muerte de Shawara, algunos testimonios indican que ésta es una práctica abusiva común hacia los palestinos. Incluso tiene un apodo: «el procedimiento mula».

El miércoles, Haaretz localizó a otro hombre, Maamoun Abu Ali, quién fue víctima de un abuso similar en manos de policías de fronteras hace dos meses, no lejos del lugar donde Shawara fue arrestado y atado a su mula. Abu Ali, de acuerdo a su testimonio, también fu atado a una mula. Le pusieron un bloque de hormigón en su espalda, le ataron las manos, y luego los policías empujaron al animal para que galopara. Afortunadamente para él, su mula se negó a moverse, por lo que Abu Ali se salvó de morir.
Casos de abusos de palestinos, ya sea a manos de soldados o colonos, han dejado de ser noticia y provocar impacto mediático. Ninguna de las investigaciones de estos incidentes parece ser lo suficientemente seria, y las quejas son ignoradas, hasta que las historias son publicadas en los medios de comunicación o apoyadas por alguna organización de derechos humanos que trabaje en los territorios. Esta creciente apatía puede, quizás, ser atribuida a la continua satisfacción sentida tras la desconexión de Gaza, luego de la cual los israelíes sienten que la Ocupación está llegando a su fin. Pero, mientras tanto, la Ocupación continúa con toda su agresividad, con todos los abusos que la han caracterizado a través de los años.
A principios de este mes, Amira Hass informó del caso de Taher Odeh, de 14 años, quién fue dado de alta del hospital después de recibir tratamiento por heridas de bala, e inmediatamente , fue victima de abusos durante 24 horas, en una instalación de la policía militar, hasta que finalmente fue liberado y enviado a su casa. Estas dos historias se suman a la larga lista de reportajes, aparecidos en los medios de comunicación, acerca de talas de olivos a manos de colonos, algo que ha ocurrido sin interrupción desde abril.
Aunque otros 100 olivos han sido talados esta semana, e incluso luego de ser presentadas 15 querellas a la policía, y a pesar de que estamos hablando de la destrucción de miles de árboles en el norte de Cisjordania, las agencias que deben hacer cumplir la ley no han realizado ningún esfuerzo por determinar la responsabilidad de los colonos, y no se ha llevado a cabo ningún arresto. El Primer Ministro, los miembros del Knesset y los ministerios no han dejado escuchar su voz, y Shaul Mofaz, Ministro de Defensa, quien está a cargo de impedir todos los incidentes y abusos descritos aquí, no se a molestado, siquiera, en explicar qué es lo que está haciendo para corregir, aunque sea una fracción, esta injusticia.
El «big bang» político no cambió nada la actitud de las autoridades hacia los derechos humanos de los palestinos. Esta apatía es una mancha en el rostro de la sociedad israelí, que será difícil de quitar.