Traducción para Rebelión de Loles Oliván Hijós.
Advierten los observadores y analistas que cortar la ayuda estadounidense a la Autoridad Palestina (AP) es peligroso y puede amenazar la estabilidad. Algunos señalan incluso que la amenaza del presidente Donald Trump es más dañina que su decisión de trasladar la embajada de Estados Unidos en Israel a Jerusalén.
Los periodistas se preguntan de manera recurrente si los días de la AP están contados después de que Trump declarase que «pagamos a los palestinos cientos de millones de dólares al año y no recibimos ni consideración ni respeto. Hace tiempo que ni siquiera quieren negociar». Trump también dijo que «si los palestinos ya no están dispuestos a hablar de paz, ¿por qué deberíamos hacerles esos enormes pagos?»
Sin embargo, la amenaza de Trump de retirar la ayuda a la AP no debería sorprender.
Medidas contra los palestinos
La ayuda de Estados Unidos se ha utilizado siempre como herramienta política, y las condiciones asociadas a esa ayuda han repercutido de manera muy negativa y perjudicial en los palestinos.
Pero en caso de que la amenaza se cumpla, ¿resulta tan negativo? Sostengo que no; que no es tan malo. Incluso podría ser beneficioso, no a corto plazo posiblemente, pero sí en el futuro.
La ayuda de Estados Unidos tiene como objetivo consolidar el papel de la AP como subcontratista de la ocupación israelí. Además de haber abaratado y prolongado la ocupación beneficiando a la economía israelí, ha afianzado la fragmentación palestina y ha obstaculizado su potencial democratizador. Por todos estos motivos, que Estados Unidos corte su ayuda a la AP no es tan malo.
El primero y más destacado objetivo de Estados Unidos en Palestina es promover «la prevención o reducir el terrorismo contra Israel». En otras palabras, se proporciona ayuda a los palestinos para proteger a Israel; entonces, ¿a quién están ayudando, a los palestinos o a Israel?
El primer paradigma de Israel
Siguiendo este primer paradigma de la seguridad israelí, la Administración de Estados Unidos ha destinado millones de dólares a financiar la seguridad de la AP con el fin de «profesionalizar» sus fuerzas de seguridad para que sirvan a la estabilidad y la seguridad de Israel, de su ocupación y de los colonos de Cisjordania.
En una lógica perversa se ha convertido a la AP en subcontratista de la ocupación israelí subordinada a la ayuda y a las condiciones de Estados Unidos. No solo sostiene la ocupación israelí sino que también la hace rentable para Israel, para su economía y para sus empresas. La asistencia estadounidense a los palestinos se utiliza con demasiada frecuencia para pagar directamente a los acreedores de la AP, muchos de los cuales son empresas israelíes que cobran depredadoras tarifas y se aprovechan de una economía palestina sometida.
Además, la mayoría de la ayuda estadounidense a Palestina (hasta el 72%), especialmente la ayuda destinada a seguridad, acaba en la economía de Israel. Por lo tanto, buena parte de la «asistencia» estadounidense a los palestinos se traduce en un eficaz apoyo adicional para Israel y sus aparatos de seguridad.
La ayuda estadounidense ha afianzado asimismo la fragmentación palestina en la última década y ha alimentado la división entre Cisjordania y la Franja de Gaza. Además, no solo priva a Palestina de su potencial democrático sino que ampara la emergencia de un estilo de gobierno autoritario en Cisjordania.
Impulsados por su agenda securitaria, los procesos relativos a la seguridad que patrocina Estados Unidos tienen como objetivo criminalizar la resistencia contra la ocupación de Israel y suprimir las necesidades y aspiraciones del pueblo palestino.
La intervención de la ayuda estadounidense
Las operaciones e intervenciones de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) y de la oficina del Coordinador de Seguridad de Estados Unidos (USSC) han sido esenciales y son la causa de todos estos perjuicios. Ambos organismos no solo violan los principios internacionales fundamentales relativos a la donación de asistencia sino que actúan eficazmente como valedor complementario de la ocupación colonial israelí.
Ciertamente, estos daños y consecuencias perjudiciales de la intervención de la ayuda estadounidense no se revertirán automáticamente porque la amenaza de Trump de recortar ayuda se convierta en realidad. Es mucho más complejo que todo eso, pues requiere desmantelar complejas dinámicas, estructuras e instituciones que han surgido y se han implantado en el último cuarto de siglo.
Lo que es crucial en esta etapa es que los palestinos no se asusten ni maldigan su suerte por «perder» entre 300 y 400 millones de dólares anuales; más bien, deberían actuar, y para ello tienen muchas opciones. Para empezar, deberían exigir responsabilidades a la USAID y al USSC, y deberían revocar las exenciones de certificados de registro que el difunto líder palestino Yaser Arafat concedió a USAID para operar sin ningún control palestino.
Revertir el proceso de investigación
Es hora de revertir el «proceso de investigación»; en lugar de que sea la USAID la que investigue a los palestinos deben ser los palestinos los que investiguen a la USAID y a los demás organismos estadounidenses de la industria donante en Palestina.
Hacerlo requiere voluntad política y coraje por parte de los dirigentes políticos de Palestina. Sin embargo, el liderazgo actual de la AP sigue obsesionado con sus enfoques y fórmulas fallidas.
La incapacidad del liderazgo de la AP para llevar a cabo pequeñas acciones, como revocar las exenciones de registro de la USAID, refleja una profunda crisis de legitimidad e ilustra los movimientos tácticos del liderazgo actual de la AP para ganar tiempo, mantenerse como autoridad o re-colocar las cartas de las conversaciones «de paz». Es urgente oponerse a esas tácticas y reemplazarlas por nuevas directrices estratégicas que emanen del pueblo palestino.
Sin embargo, el mayor reto pendiente es cómo canalizar las reivindicaciones y aspiraciones del pueblo palestino en una política legítima y en instituciones representativas.
Desde la perspectiva del pueblo palestino común y corriente, a corto plazo habrá consecuencias negativas si la amenaza de Trump de cortar la ayuda se materializa. Sin embargo, también es crucial admitir que la ayuda a la AP no se traduce automáticamente en ayuda al pueblo palestino. Es engañoso suponer que la ayuda y sus beneficios llega al pueblo palestino. La industria de la donación está diseñada para beneficiar a unos pocos y perjudicar a muchos.
Sam Bahur, presidente de Americans for a Vibrant Palestinian Economy, razonaba hace poco de esta manera: «Si el Congreso dejara de financiar a la AP no perdería el sueño. Puede que no facilite la vida cotidiana bajo la ocupación pero quizá haga ver a los líderes estadounidenses lo absurdo de dejarse arrastrar cual rebaño de ovejas por su pastor israelí».
Yo tampoco perdería el sueño. Aun siendo cierto que el corte de la ayuda estadounidense tendrá algunas consecuencias negativas en las vidas de los palestinos, las perspectivas a largo plazo pueden ser más positivas porque obligaría a la AP a abandonar el modelo de donación impuesto en los Acuerdos de Oslo. Hay que abandonar ya el fracasado modelo de ayuda de Oslo.
Pero el proceso de eliminación gradual requiere acciones serias, pasos concretos y claros, y un plan nacional de acción/rescate para una transición hacia una fórmula post-dos Estados y un marco post Acuerdos de Oslo.
Finalmente, aunque la asistencia humanitaria es importante, lo que más importa a los palestinos comunes no es un cupón para obtener trigo o sardinas sino las raíces políticas para luchar contra la negación de sus derechos.
Hasta que no se aborden esas raíces políticas e independientemente de lo grandes que sean los flujos de ayuda, los palestinos comunes no sentirán que la ayuda -sea estadounidense, europea o árabe- tiene algún beneficio para ellos.
La amenaza de Trump de cortar la ayuda ofrece a los palestinos comunes y corrientes una nueva oportunidad de emplazar los principios de autodeterminación y dignidad en el núcleo de la industria de la donación.
Alaa Tartir dirige el programa Al Shabaka: La red política palestina , y es investigador asociado en el Centre on Conflict, Development and Peacebuilding (CCDP) , The Graduate Institute of International and Development Studies (IHEID) en Ginebra, Suiza. www.alaatartir.com
Fuente: http://www.middleeasteye.net/columns/why-cutting-us-aid-palestinian-authority-not-bad-idea-2079978880?utm_source=Al-Shabaka+announcements&utm_campaign=437dfb976c-EMAIL_CAMPAIGN_2018_01_10&utm_medium=email&utm_term=0_a9ca5175dc-437dfb976c-416238785