Traducido para Rebelión por Germán Leyens
Noam Chayut es autor de una autobiografía titulada The Girl Who Stole my Holocaust [La niña que robó mi Holocausto], cuya versión en inglés ha sido publicada recientemente. Sirvió cinco años en el ejército israelí. Participó en la brutal Operación Escudo Defensivo, un ataque contra Cisjordania en 2002. Ya no forma parte del ejército. Se unió a la organización israelí para veteranos militares Rompiendo el Silencio en 2004. En su autobiografía, Chayut reflexiona sobre su papel en los crímenes cometidos por fuerzas israelíes contra palestinos que viven bajo la ocupación.
Hablamos con Chayut vía Skype.
Adri Nieuwhof: ¿Puede hacer el favor de presentarse?
Noam Chayut: Soy solo un israelí común y corriente, de alrededor de 35 años. Como la mayoría de mis amigos y la gente con la que crecí, me alisté en el ejército cuando tenía 18 años. Como muchos de mis amigos, quería ser oficial. Quería contribuir todo lo posible.
En esos días en mi unidad, significaba llegar a ser oficial y continuar un año más. De modo que no solo fui al ejército debido a la ley, sino sobre todo porque creía que podía contribuir a la sociedad lo más posible.
Como muchos de mis amigos, me horrorizó ver mi violencia, la de mi unidad, del ejército que me rodeaba, en la opresión de los palestinos desde el comienzo de la segunda Intifada en el año 2000. Vi esa cara desagradable de Israel. Es realmente el enfoque principal de mi gobierno y un monto inmenso de nuestro presupuesto y de nuestra cultura y recursos son invertidos en el control de nuestros vecinos. Con un grupo de personas como yo, después del servicio militar, horrorizados y con la necesidad de hacer algo, fundamos Rompiendo el Silencio.
AN: ¿Y pensó en una audiencia cuando escribió el libro?
NC: No. La mayor parte del libro fue escrita en seis semanas en India, como un acto espontáneo. Cuando llegué a Israel, Ilana Hammerman, editora de la casa editorial Am Oved, se interesó por el material de Rompiendo el Silencio. Cuando leyó el manuscrito, preguntó si estaba dispuesto a escribir más sobre mi infancia. Dijo que para que los israelíes se interesaran o nos siguieran, primero tienen que aprender a quererte antes de que comiences tus historias de la opresión de los palestinos. Cuando edité el libro, pensamos que debemos dirigirnos a esos liberales que son tan ciegos ante la realidad y demostrarles que estamos creando una maquinaria para seguir controlando al pueblo palestino.
AN: En su libro describe cómo utilizaron la fuerza militar para oprimir a civiles en aldeas palestinas o en el punto de control militar Qalandiya. Escribe sobre cómo la sociedad israelí lava los cerebros de los jóvenes a fin de prepararlos para su papel en el ejército. ¿Bloquea ese lavado de cerebros el pensamiento crítico o ayuda a que los israelíes traten de justificar sus acciones?
NC: En mi libro explico cómo el lavado de cerebro me llevó a sentir que estaba combatiendo el mal sin darme cuenta de que yo soy el mal. El adoctrinamiento del que somos víctimas, nos dice que tenemos el derecho de hacerlo. Realmente tenemos esa narrativa de que el país está vacío y que nos espera.
Si salgo a la calle y trato de convencer a alguien de que no lejos de aquí hubo una aldea que fue destruida casa por casa por las FDI [ejército de Israel] en 1948 [el Israel actual], la mayoría de la gente lo descartará como una exageración de los palestinos. Eso, si llegan a escuchar.
Pero en el libro, pienso que es una justificación. Porque tenía un pensamiento crítico sobre muchas cosas. Recuerdo que tenía ese pensamiento crítico en el ejército. Pero es una especie de esquizofrenia, como dos mentes en un cuerpo. Por una parte, uno está tan confiado en que está haciendo lo correcto, porque somos los buenos y los buenos hacen cosas correctas.
Por otra parte, si me mostraran la película de otro planeta, o de África, no podría estar más de acuerdo en que esa gente son los malos. Y lo que posibilita esto es el adoctrinamiento. Me concentro en el adoctrinamiento de nosotros como víctimas. Es la clave para la solución en Israel el que lleguemos a entender que por lo menos no somos las únicas víctimas. Sería un paso adelante que nos permitiría compartir esta tierra.
AN: El título de su libro se refiere a una niña palestina que juega en su aldea. Se asusta cuando lo ve sonriéndole. A mi juicio, la niña no es una ladrona, pero en realidad te da la clave a tu humanidad.
NC: Estoy de acuerdo. Lo llamo la clave a la humanidad. Yo me dije que me abrió los ojos o que comencé a ver la verdad. Pienso que es una metáfora diferente para lo mismo, que es mi robo del Holocausto. En hebreo, el título es My Holocaust Thief [Mi ladrona del Holocausto] pero el libro trata sobre el robo. En hebreo, las palabras «robo» y «ladrona» se escriben igual. No es traducible, por desgracia.
Cada vez que alguien dice, «¿Por qué compara, cómo puede comparar?» Trata de mi Holocausto, de la marca del Holocausto en mi corazón que alguien puede robar. Es algo mío. Es algo en nuestra cultura y pienso también por el pueblo judío en la diáspora, tenemos que comenzar a encarar el Holocausto, a no seguir siendo víctimas.
La niña me dio la clave a mi humanidad, pero también me robó mi linda vida privilegiada.
AN: Usted escribió el libro en 2007 y apareció en hebreo en 2010. ¿Ha cambiado desde entonces?
NC: Los procesos psicológicos como el que describo en el libro tiene una dirección y me sigo moviendo. Hay muchas cosas que no sabía cuando escribí el libro. No cambié nada cuando edité o traduje el libro, con la excepción de la cantidad de víctimas palestinas, y cosas semejantes.
Es una transformación sobre una transformación y la transformación no termina. Cuando leo el libro actualmente, hay muchas cosas con las que ya no estoy de acuerdo. El tono cínico de violencia, lo odio. Pero es quién soy, quién era. Forma parte de la revelación de la verdad tan dura como es. No soy solo un activista israelí de los derechos humanos, también soy un brutal ocupante israelí. Está en mis venas, está en mi voz.
AN: Lo vi hablar en un video en una reunión de Rompiendo el Silencio donde un participante plantea el tema de la responsabilidad por los crímenes de guerra cometidos por soldados. Usted no evadió su responsabilidad. ¿Puede aclarar lo que significa la justicia para usted?
NC: A un alto nivel político yo diría que justicia significa igualdad o la busca de la igualdad. Cuando la gente va a un Estado, a dos Estados, ese tipo de federación, entonces digo, muchachos, si estamos hablando de igualdad, encontraremos el camino. Desde un punto de vista personal, es la misma respuesta.
Justicia significa igualdad. Se puede elegir. Me podéis meter en la cárcel por veinte años por cosas que hice o podéis liberar a los prisioneros [palestinos] que han cometido mucho menos violencia que yo. Y ya que el poder político es lo que es, están en la cárcel por su parte en la violencia, y yo estoy libre y soy privilegiado. Si me preguntáis, quiero que sean liberados y yo no quiero estar en prisión.
Una cosa que espero es que cualquiera que lea el libro o material de Rompiendo el Silencio se atreva a preguntarse: ¿dónde estoy en esta historia, qué puedo hacer? No basta con conocerla y ser llevado a llorar. Es un llamado a la acción.
La gente tiene responsabilidad; no es difícil encontrar la responsabilidad. Por cierto, mi responsabilidad es mayor que la de los demás. Pero los demás también debieran actuar y hay mucho que hacer. Las sociedades occidentales tienen mucho poder y no piden que Israel pague algún precio político por lo que estamos haciendo. Una sociedad debiera pagar un precio por oprimir a civiles con fuerzas militares.
Publicado originalmente en: Electronic Intifada
Fuente: http://www.zcommunications.org/brutality-is-in-my-veins-says-former-israeli-soldier-by-noam-chayut