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Entrevista a Hany Hanna, periodista independiente y traductor egipcio

«La búsqueda de una tercera vía»

Fuentes: Viento Sur

–¿Cómo explica la llegada al poder de los Hermanos Musulmanes en 2012? -Al lanzarse a la lucha para hacer que Mubarak se «largara», los egipcios sabían claramente lo que querían: el pan, la libertad, la justicia social, la dignidad. Pero, la gran masa de ellos, no sabía cuales eran las herramientas y los programas políticos […]

¿Cómo explica la llegada al poder de los Hermanos Musulmanes en 2012?

-Al lanzarse a la lucha para hacer que Mubarak se «largara», los egipcios sabían claramente lo que querían: el pan, la libertad, la justicia social, la dignidad. Pero, la gran masa de ellos, no sabía cuales eran las herramientas y los programas políticos más aptos para realizar los objetivos de la revolución. No habían podido hacer política durante 60 años, y han tenido que aprender sobre la marcha. Esto explica en parte porqué el 25 de enero de 2011, al no haber disparado el ejército sobre la multitud, la mayor parte de los egipcios dedujo que había que confiar en él para asegurar la transición hacia la democracia y realizar los demás objetivos de la revolución.

No ocurrió así, y en las elecciones de 2012 numerosos egipcios se dijeron que había que «probar» a los Hermanos Musulmanes. Estos últimos jamás habían estado en el poder y gozaban de una cierta simpatía porque habían sufrido la represión.

Existe un malentendido a propósito de la victoria electoral de los Hermanos en 2012. Algunos creyeron, y esto ha sido presentado así en los medios, que Egipto había caído en el islamismo. Se trataba en realidad de «probar» a los Hermanos. Era el movimiento político organizado más importante, disponiendo por otra parte de importantes obras sociales. Y sobre todo, los Hermanos utilizaban el hecho de que, como en numerosos países árabes, es difícil separar la religión de la moral. Muchos se dijeron que en la medida en que los Hermanos se presentaban como hombres de Dios, tenían principios morales, que no tardarían en poner en práctica realizando la justicia social. Pero tampoco ha sido eso lo que ha ocurrido.

-¿Por qué esta rápida erosión de la base social de los Hermanos?

-En Francia es difícil de comprender lo que son los Hermanos Musulmanes. Son ante todo presentados como un movimiento político. Pero no son solo eso. Se trata igualmente de una organización terrorista y de una secta religiosa.

El terrorismo de los Hermanos no pertenece únicamente al pasado, en particular a los años 1940-1950. Cuando llegaron al poder, en junio de 2012, se dijo que iban a integrarse en el juego democrático, y convertirse en un movimiento político como los demás. Pero eso no ha ocurrido: cuando algunos policías alguna vez se negaron a reprimir ciertas manifestaciones de una forma tan dura como quería el poder, los Hermanos enviaron a su milicia para agredir a los manifestantes: hubo heridos, muertos, casos de secuestro y de tortura.

Es también una secta, pues no han jugado el juego de la democracia: en democracia, los electos tienen cuentas que rendir a sus electores. Pero se vió inmediatamente después de la llegada de Morsi al poder que las decisiones importantes eran tomadas justo después de las reuniones del Comité de Guía. El Guía juega en él un papel de gurú, allí toma las grandes decisiones. Los egipcios se han dado cuenta de que no eran los responsables electos quienes tenían el poder sino el Guía que no ha sido elegido por la población.

Simultáneamente, la justicia social no ha avanzado. Muy al contrario, los precios se han disparado, y no ha habido ley sobre las libertades sindicales, ni sobre el salario mínimo y el salario máximo. Es simbólico que la mitad de los hombres de negocios llevados por Morsi a China fueran antiguos miembros del régimen de Mubarak y de su partido. Esto muestra la continuidad entre la política económica ultraliberal de Mubarak y la de Morsi. Y es esto lo que la población ha comprendido.

De todo ello han resultado numerosas olas de protesta, la más importante de las cuales fue la del 30 de junio de 2013. Tuvo lugar por iniciativa del movimiento Tamarrod (Rebelión) que había recogido más de 22 millones de firmas pidiendo la partida de Morsi, es decir, mucho más que los 12 millones de votos que éste había recogido (¡al comienzo, el objetivo era solo superar los 12 millones de firmas!)

-¿Cuál era la cifra de manifestantes el 30 de junio de 2013?

-El gobierno islamista había hablado de 17 millones de manifestantes. La cifra de 33 millones emana de la CNN y ha sido calculada a partir de imágenes de Google Earth.

En lo que me concierne, yo estaba el 30 de junio en la larga avenida Mirghani, a la que da el palacio presidencial y estábamos apretujados como sardinas. Este lugar es más amplio que la plaza Tahrir. Tenía miedo de que en el mismo momento no hubiera mucha gente en Tahrir, pero allí había de hecho tanta gente como cuando Mubarak.

Sin contar el hecho de que, en el sur del país, la movilización era muy importante mientras que en 2011 había sido casi inexistente. Lo mismo ocurría en las ciudades de provincias que no se habían movido mucho entonces y que lo han hecho esta vez.

-¿Qué ocurre en el seno de los Hermanos Musulmanes?

-Los Hermanos son a la vez una secta y un movimiento político. Por tanto, aquellos Hermanos que criticaban a Morsi razonaban como afiliados a un movimiento político, pero otros razonaban como afiliados a una secta que tiene que obedecer las órdenes del Guía. Eso forma parte de la doctrina de «escucha y obediencia». Hacen el besamanos al Guía y por tanto, es el aspecto sectario el que prima sobre el aspecto político.

Para mí, los Hermanos Musulmanes están acabados como entidad. No pueden volver a un primer plano más que si se recomponen en tanto que movimiento político librado del aspecto sectario. Pero como los Hermanos tienen un funcionamiento de secta, desde mi punto de vista están acabados.

Hay por supuesto disidentes entre los jóvenes Hermanos Musulmanes que pueden constituirse en corriente política, sobre la base de la ideología de los Hermanos, pero librándose de su dimensión sectaria.

-¿Se puede hablar de un golpe de estado de los militares?

-No habiendo logrado la petición y las manifestaciones echar a Morsi, finalmente ha sido el ejército el que le ha depuesto. Existe todo un debate para saber si se trataba o no de un golpe de estado. Para mí, el hecho de que el ejército haya intervenido no basta para afirmar que se tratara de un golpe de estado.

Cuando el ejército depuso a Mubarak, no oí a nadie en Francia hablar de golpe de estado. Pero el ejército le había echado y reemplazado directamente. Si se dice ahora que lo que ha tenido lugar en julio de 2013 es un golpe de estado, hay que decirlo con mayor razón para 2011, pues hubo en junio-julio 2013 entre 17 y 33 millones de personas en la calle para exigir la partida de Morsi, es decir dos veces más manifestantes que en enero de 2011. Para mí, en los dos casos, no se trata por tanto de un golpe de estado.

-¿Se encuentran ahora los egipcios frente a un poder militar?

-La vuelta de los militares al poder, el 3 de julio de 2013, ha sido un poco la repetición de lo que había ocurrido con los Hermanos un año antes. El poder actual no es un poder únicamente militar, sino un poder «mixto». Los militares no tienen, en efecto, los medios para imponer un poder «completo», incluso si lo intentan. Verdaderas luchas internas existen en la cabeza del estado y en la escena política, y las cosas no están zanjadas.

Los egipcios se sienten en deuda con el general Al-Sisi por haberles librado de los Hermanos y haberles protegido de ellos, pero no hay que interpretar esto como un apoyo incondicional al ejército o al nuevo poder. Pienso que se trata únicamente de un apoyo a la misión precisa de echar a los Hermanos. Y en cuanto el ejército salga de ese papel, y ya ocurre, la gente va a tomar conciencia. Este apoyo repentino y masivo puede entonces desaparecer tan rápidamente como había llegado.

Durante 60 años, no ha habido verdadera vida política, y el 40% de la población es analfabeta. Existe una carencia de cultura política y la gente no tienen forzosamente las herramientas necesarias para el análisis de la situación. Pero aprenden rápidamente y reaccionan mucho más rápidamente de lo que se habría podido pensar. No hay por tanto que enterrar la revolución a causa del apoyo a un poder que no es democrático. No se trata más que de una etapa que atravesar.

-¿Vamos hacia una vuelta a un «orden militar-policial» que tiene por objetivo liquidar la revolución?

-No se puede decir eso, pues el régimen militar-policial no ha caído de hecho nunca, ni con el poder del Consejo Militar en 2011, ni con el poder de los Hermanos en 2012. La ironía está en que los dos principales responsables de la represión actual contra los Hermanos fueron nombrados por éstos: es el caso del general Al Sisi así como del actual ministro del Interior. Este último fue nombrado en diciembre de 2012 después de que el precedente hubiera rechazado reprimir a los manifestantes que vinieron a protestar ante el palacio presidencial contra el decreto constitucional por el que Morsi se otorgaba poderes de dictador.

-¿Cuál es la política seguida por el poder actual?

-Hemos visto un movimiento de balanza entre represión y tentativa de integración. Kamal Abou Aita, el antiguo presidente de la central sindical independiente EFITU convertido en Ministro de Trabajo, intenta jugar el papel de intermediario y de permanecer en el gobierno para realizar los objetivos que se ha fijado. Pero también ha llamado a la policía contra los trabajadores, como por ejemplo para desalojar a los asalariados de la industria textil que habían organizado una sentada ante el Ministerio de Trabajo.

Lo que complica la situación es que, dado que el movimiento sindical está poco estructurado, las querellas políticas ocupan a menudo el primer plano. Por esta razón, es bastante frecuente que los sindicalistas se acusen mutuamente de actuar de una forma determinada porque representan a tal o cual corriente política. Este argumento es igualmente utilizado por los partidarios de Kamal Abou Aita contra quienes se oponen a la política del gobierno.

-¿Va a presentarse el general Al Sisi a las presidenciales?

-Existen presiones o manipulaciones en ese sentido, con una petición firmada por alrededor de un millón de personas.

Pero no es seguro que se presente. El ejército, en efecto, tiene más que perder que ganar poniéndose en primera línea: como había ocurrido con Morsi, hay ya vídeos que circulan presentando momentos en que las declaraciones de Al Sisi han sido torpes. Al Sisi tiene por el momento una cierta aureola, pero si se presenta a las presidenciales, va a bajar muy rápidamente del pedestal en el que se encuentra actualmente.

Es sin embargo más que probable que el ejército juegue un papel en las elecciones. Es algo que ya ocurre. Samy Annan, el antiguo jefe de estado mayor y antiguo número dos del Consejo Militar será candidato. Hossam Kheirallah, un antiguo responsable de los servicios secretos militares ha anunciado también su candidatura.

Hay pues una estrategia que se está poniendo en marcha. Los militares tantean y lanzan globos sonda.

-¿En que situación está la realización de los objetivos de la revolución?

-No se vislumbran en el horizonte.

En el plano económico y social, el gobierno actual es más bien «socialdemócrata de derechas». Las medidas sociales que ha tomado no son más que medias medidas que no están a la altura de las necesidades. Han sido soltadas unicamente para que bajara la cólera y para impedir una nueva ola revolucionaria que podría barrerlo todo.

Tomemos algunos ejemplos de medidas sociales recientemente tomadas:

– La gratuidad de los gastos de escolaridad

– La reducción del precio de los billetes de autobús

– Un salario mínimo de 1.200 libras (135 euros) en el sector público.

Este salario mínimo era el montante reivindicado por la confederación de sindicatos independientes EFITU en enero de 2011. Pero desde entonces los precios han aumentado mucho y la EFITU ha rechazado un montante tan pequeño que no está a la altura de las necesidades. Y esto tanto más en la medida que el cálculo de esas 1.200 libras incluye a la vez el salario y las primas: para mucha gente, no significa de hecho ninguna subida significativa.

El ejemplo de la educación es para mí importante y simbólico. El gobierno ha anunciado la exención del pago de las tasas de escolaridad, pero la enseñanza es ya oficialmente gratuita. Los padres pagaban menos de 100 libras (15 euros) por año. Ciertamente, para gente muy pobre, esto no es despreciable. Pero el verdadero problema es que esta gratuidad proclamada es en realidad muy teórica. Estando muy mal pagados, muchos profesores no ganan suficiente para vivir correctamente. Como resultado, muchos dan sus clases de forma chapucera y/o dan malas notas de forma que luego pueden proponer clases particulares que representan lo esencial de sus rentas. Para establecer una verdadera gratuidad de la enseñanza, no basta con dispensar a los padres de pagar 15 euros por año. Habría que comenzar por pagar correctamente a los profesores de forma que las clases particulares no fueran ya necesarias.

Una nueva Constitución está en curso de redacción y nuevas elecciones están previstas. Pero dada la falta de cultura política y de organización, así como la fractura existente entre los jóvenes y los partidos, existe el riesgo de que todo eso desemboque de nuevo en la puesta en pie de un gobierno que no represente a la revolución. Queda por saber luego si una nueva ola revolucionaria borrará ese futuro gobierno, o si éste podrá poner en pie suficientes válvulas de seguridad para evitar una explosión social.

-¿Cómo están las luchas sociales?

-Hay ciertamente muchas luchas sociales, pero el movimiento obrero está muy mal organizado y no tiene la capacidad de transformar los movimientos en herramienta de concreción de las reivindicaciones.

Desde hace un año, ha habido alrededor de 3.000 huelgas, movimientos de protesta y sentadas. Pero la mayor parte están mal organizadas. Como las luchas se enfrentan a un muro, y está la presión de la vida cotidiana cuando se pierden salarios, muchas acaban por desanimarse y su movimiento se ahoga.

Este problema no se resolverá más que progresivamente mediante la organización del movimiento sindical. Será preciso también para ello que la legislación cambie y permita finalmente estructurarse al sindicalismo independiente.

La antigua central oficial, la ETUF, no sirve a los intereses de los trabajadores y en el mejor de los casos pone cara de estar con ellos. Como resultado, los asalariados y asalariadas que entran en lucha tienen dificultades para saber quien está con ellos y quien está en contra.

-¿Cómo desmarcarse a la vez de los Hermanos Musulmanes y del Ejército?

-Es lo que se propone hacer un movimiento recientemente creado llamado «El Frente de la Vía de la Revolución». Ha sido constituido por militantes activos en las movilizaciones de 2011 y de 2013.

Está basado en un espectro político bastante amplio que comprende en particular a socialistas revolucionarios, liberales y militantes de la izquierda tradicional

-¿Cuál es el peso de los socialistas revolucionarios?

-Tienen una influencia directa muy débil. Pero su influencia indirecta es por el contrario importante: están presentes en las manifestaciones, distribuyen muchos panfletos. Un cierto número de las ideas que defienden son tomadas de forma difusa en la escena política, incluso si no se sabe a menudo que ellos están en su origen.

-¿Cuál es la situación de Haitham Mohamain?

-Este abogado militante fue detenido del 5 al 7 de septiembre, luego dejado libre, pero sigue habiendo cargos contra él. Cargos que son ridículos: terrorismo, pertenencia a una organización clandestina, proyecto de derrocamiento del poder por la fuerza, etc.

-¿En qué contexto se desarrolla el acoso sexual a las mujeres?

-El acoso contra las mujeres está muy arraigado desde hace mucho tiempo. Es una verdadera enfermedad de la sociedad egipcia. Está creciendo y va cada vez peor, particularmente en el centro de la ciudad.

En la legislación, no hay nada sobre el acoso sexual. Ciertamente, hay textos sobre el atentado al pudor y otros relativos a la violación. Pero el acoso sexual, que no es directamente ni lo uno ni lo otro, ¡no está castigado por la ley!

Al lado del acoso sexual «tradicional», ha aparecido un verdadero terrorismo sexual, que tiene por objetivo obligar a las mujeres a permanecer en casa e impedirles que militen.

-¿Hay otras categorías de la población que sufran una opresión específica?

-En tiempos de Mubarak, había dos categorías de la población que no estaban muy implicadas en la política: las mujeres y los coptos.

No es por tanto una coincidencia si, durante las grandes manifestaciones, ha tenido lugar un acoso sexual muy organizado: un centenar de hombres forman un cerco alrededor de una mujer, la aislan de sus compañeras, antes de cerrar el cerco a su alrededor. Se trata de una verdadera táctica de tipo militar.

Igualmente, una manifestación en favor de los derechos de los coptos fue reprimida sangrientamente en octubre de 2011 en Maspero (ante la sede de la televisión pública). Hubo una treintena de muertos, la mayor parte aplastados por los tanques.

Una represión comparable se aplica hacia los hinchas de fútbol, como por ejemplo a finales de enero de 2012 en el estadio de Port-Said, porque habían comenzado a implicarse políticamente.

Estamos frente a una represión generalizada, pero ésta apunta más en particular a las categorías que antes estaban poco implicadas en la política. El objetivo de tales actuaciones es que cada vez que una nueva categoría comience a implicarse, se intenta hacerla retroceder a fin de que la participación política del pueblo sea lo más débil posible, y que la política permanezca en manos de las «élites» y del régimen que sigue sin haber caído.

Hany Hanna ha vivido mucho tiempo en Francia, donde ha sido militante sindical. Tras la caída de Mubarak ha vuelto a vivir a su país natal, Egipto. Es periodista independiente y traductor.

Fuente original: http://www.europe-solidaire.org/spip.php?article30093

Traducción: Faustino Eguberri para VIENTO SUR