Cada litro de agua de la superficie de los océanos tiene un promedio de 11,8 micropartículas, cantidad que supera «en tres órdenes de magnitud» la prevista, según un estudio estadounidense
Cada hora se vierten al mar cerca de 500.000 kg de plásticos en todo el mundo
La presencia de microfibras sintéticas, semisintéticas y de otro tipo en el mar puede ser hasta mil veces mayor que la prevista por los modelos utilizados hasta ahora para estudiar el gigantesco problema de contaminación que provocan los plásticos en todos los océanos.
La ONG Adventure Scientist, el Colegio del Atlántico de Maine (EEUU) y la Universidad de Virginia (EEUU) acaban de publicar en la revista Environmental Pollution el resultado de un estudio sobre la presencia de microfibras en 1.628 muestras de agua tomadas en todos los océanos entre 2013 y 2017, con un enfoque diferente al que habitualmente se emplea para calcular la presencia de plásticos.
Los firmantes de este trabajo resaltan que las estimaciones más extendidas se basan en proyecciones hechas a partir del volumen de plásticos recogido en distintos puntos de los océanos con redes de arrastre, un método al que, a su juicio, se le escapa una parte muy relevante del problema: las microfibras de tamaño más pequeño que las redes no consiguen retener, pero que están en el agua.
Este artículo mide, en cambio, la cantidad de microfibras presentes en diferentes muestras de agua recogidas en la superficie de los océanos, tanto mar adentro como en la costa, en contenedores de un litro de capacidad, gracias a múltiples colaboradores.
De hecho, casi dos tercios de todas sus muestras fueron tomadas por los navegantes de la ARC, la regata a vela que cada otoño cruza el Atlántico desde el puerto de Las Palmas de Gran Canaria hasta la isla de Santa Lucía, en el Caribe, y que cubre más de 2.700 millas náuticas (5.000 kilómetros), la mayoría de ellas en océano abierto.
La misma tendencia «alarmante» se aprecia también en otras muestras del Pacífico, el Índico, el Ártico y el Antártico
Los autores reconocen que temieron que tal concentración de muestras en una misma ruta oceánica pudiera introducir algún sesgo en los resultados; sin embargo, precisan, la misma tendencia «alarmante» que observaron en el Atlántico la aprecian también en otras muestras del Pacífico, el Índico, el Ártico y el Antártico.
Los estudios más recientes cifran entre 5,95 y 15,11 millones de toneladas la cantidad de plástico que llega cada año a los océanos directamente o a través de los ríos, un enorme volumen de basura que luego las corrientes mueven prácticamente por todo el globo.
De hecho, se calcula que en estos momentos hay hasta 236.000 toneladas de partículas de plástico flotando en la superficie de los distintos mares del mundo, una cifra que los autores de este artículo advierten de que puede ser muy inferior a la real, porque se basa en el volumen de partículas recogidas con redes de arrastre, generalmente con tamaños a partir de 5 milímetros de longitud.
Sin embargo, sus muestras revelan que cada litro de agua de la superficie de los océanos tiene un promedio de 11,8 micropartículas (de 0,1 a 1,5 milímetros) de fibras plásticas, semisintéticas o no sintéticas, cantidad que supera «en tres órdenes de magnitud» (es decir, multiplica por 1.000) la prevista por los modelos que basan sus proyecciones en el plástico retenido en redes.
Las cantidades de microfibras por litro de agua son aún mayores en el Ártico (31,3), las aguas que circundan la Antártida (15,4) y el Atlántico (13,4), mientras que el Pacífico (7,0) y el Índico (4,2) presentan valores por debajo de la media.
Los autores habían centrado su estudio inicialmente en las fibras plásticas, pero luego decidieron incluir en sus resultados las no sintéticas (como algodón, lana y celulosa), porque han comprobado que están mezcladas en el agua con las anteriores y que también contienen tintes y otras sustancias potencialmente contaminantes.
«Un número significativo de partículas son transportadas hacia océanos abiertos y latitudes altas, donde su degradación se ralentiza, con lo que permanecen más tiempo en el agua. Las partículas semisintéticas y no sintéticas de origen humano pueden generar impactos medioambientales y biológicos que en la mayoría de los casos se ha infravalorado», argumentan.