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La caza del hombre más buscado del Líbano

Fuentes: El Mundo

El coronel de Al Fatah Lino, en primer plano, acompañado de uno de sus hombres. (Foto: M. G. P.) 20 de noviembre de 2008.- De hacer caso a los medios árabes, la situación que vive el hombre más buscado del Líbano es desesperada. Le retratan desalentado, viviendo en un búnquer subterráneo con un cinturón de explosivos […]

El coronel de Al Fatah Lino, en primer plano, acompañado de uno de sus hombres. (Foto: M. G. P.)

Ampliar foto El coronel de Al Fatah Lino, en primer plano, acompañado de uno de sus hombres. (Foto: M. G. P.)

20 de noviembre de 2008.- De hacer caso a los medios árabes, la situación que vive el hombre más buscado del Líbano es desesperada. Le retratan desalentado, viviendo en un búnquer subterráneo con un cinturón de explosivos abrochado día y noche para inmolarse durante el asalto militar que le espera. Le describen bien protegido, en un edificio custodiado por integristas armados hasta los dientes y con francotiradores apostados en los tejados prestos a convertir cualquier asalto militar en una sangría.

Pero en el campo de Ain al Hilweh, escenario de la ‘película’ tan bien narrada por los diarios, nada coincide con ese argumento. Según los palestinos, Mohamed Abdel Rahman Awad, apodado el ‘emir de Fatah al Islam’, el grupo próximo a Al Qaeda responsable de varios atentados contra civiles y militares libaneses y extranjeros, se aprovecha de la hospitalidad de los islamistas para esconderse en diferentes casas hasta que le llegue el momento de escapar.

«Trabajamos duro para localizarlo», afirma Munir Maqdah, responsable de Al Fatah en Ain al Hilweh. «Sabemos que está en el campo, pero es posible que esté en el sector de Tawaré, considerado tierra de nadie y donde no tenemos jurisdicción», prosigue en referencia a una zona tomada por los integristas. Sus palabras suenan a excusa. Todo indica que en Ain al Hilweh nadie desea que Awad, natural de este campo, el más poblado y radical de todo el Líbano, acabe en prisión pese a ser considerado el líder del grupo extremista más peligroso del Líbano.

A Awad se le acusa de tres atentados con bomba -dos en Beirut y otro en Alley- y de un ataque contra un convoy de la FINUL que no causó víctimas mortales. Dado que Beirut no tiene jurisdicción en los campos, son los palestinos los que negocian cómo quitarse al líder radical de encima para no repetir la tragedia de Nahr al Bared, que terminó convertido en un bastión de Fatah al Islam y fue escenario de cuatro meses de combates con el Ejército que dejaron 450 muertos y convirtieron el lugar, hogar de 40.000 personas, en un amasijo de escombros.

Como islamista, Awad cuenta con el apoyo de las facciones integristas y con la simpatía de grupos religiosos menos radicales como Osbat al Ansar, el más poderoso de Ain al Hilweh, que según algunas fuentes boicotea su entrega. «No le apoyan, pero por una cuestión de principios consideran que un musulmán no puede entregar a otro musulmán, de ahí que intenten llegar a una salida pactada», explica el coronel Mahmud Abdel Hamid Issa, apodado Lino y responsable de Seguridad de Al Fatah en el campo.

Diez días para huir

«Los palestinos no tenemos derechos civiles en el Líbano, podemos pasar toda la vida en prisión sin cargos. Por eso nadie quiere entregarle y buscamos una salida para él», confirma Maqdah. La ‘salida’ de la que habla el responsable de Al Fatah ya habría sido implantada. Según ‘Lino’, el comité que agrupa a las 17 facciones que operan en el campo -islamistas y laicas- habría dado el martes un plazo de 10 días a Awad para que abandone Ain al Hilweh para nunca volver y deje de poner en peligro a sus residentes, amenazados por una posible operación militar que, dada la superpoblación del lugar (70.000 personas en sólo un kilómetro cuadrado), derivaría en muchas víctimas civiles.

«El plazo no puede ser ampliado e imaginamos que lo usará. No se puede rendir porque eso no forma parte de su mentalidad, y tampoco tiene suficiente gente para combatir así que la única salida honrosa es huir», continúa Lino.

El minarete de la mezquita de Zafzaf despunta en la calle principal de Ain al Hilweh. (Foto: M. G. P.)El minarete de la mezquita de Zafzaf despunta en la calle principal de Ain al Hilweh. (Foto: M. G. P.)

Según este coronel de Al Fatah, que lidera 450 hombres y ha declarado la guerra a los grupos radicales -presume de haber capturado a unos 25 islamistas y de haber dado muerte a otros 15, casi todos de la organización extremista Jund al Sham-, Awad se esconde en las inmediaciones de la mezquita de Zafzaf, en pleno centro del cáotico campo, y cuenta con el apoyo directo de entre 20 y 30 adeptos a Fatah al Islam e indirecto de 40 o 50 militantes de Jund al Sham y de entre 10 y 15 miembros de una nueva facción radical, Forsam al Islam. «Colaboran porque tienen una mentalidad parecida y se ven muy aislados», prosigue. «Si recibo la cobertura política y militar, los puedo reducir en una hora», declara Lino ufano antes de admitir que «Zafzaf es una zona muy estrecha y complicada» para una intervención militar.

Situada en medio de una de las dos calles que componen el miserable campo, las imágenes de Bin Laden, Sadam Husein y demás iconografía extremista decoran los angostos callejones colindantes con la mezquita, donde muchos hombres de aspecto wahabi pasean entre los pequeños comercios pero no se aprecian francotiradores.

Según Lino, entre la veintena de hombres que protege a Awad hay cuatro yihadistas extranjeros, lo que podría confirmar su cargo en el organigrama del grupo extremista. Por el contrario Munir trata de restar importancia a Awad, afirmando que no está acompañado de extranjeros y que la protección del ‘príncipe de Fatah al Islam’ está compuesta por 10 quinceañeros con fusiles de asalto.

Yihadista en Iraq

Lo que más choca es el cargo que se atribuye a Awad, un vecino que no se caracterizaba por su inteligencia ni por su carisma. Hasta hace dos meses, el supuesto emir de Fatah al Islam se dedicaba a vender café, rezar y mantener a su esposa y sus tres hijos, hacinados en la casa familiar compartida con los seis hermanos de Awad y su respectiva descendencia. Al principio militó en Al Fatah, pero en 1991 trabajó como guardaespaldas del líder de Osbat al Ansar y radicalizó su sentimientos religiosos.

Su devoción llevada al extremo se exacerbó tras su paso por Iraq, donde combatió como yihadista en 2004, pero nadie le asociaba con Fatah al Islam hasta que, hace un mes, un grupo de presuntos miembros de la facción próxima a Al Qaeda detenidos en Damasco ‘confesaron’ sus actividades y dieron nombres, entre ellos el de Awad, a quien calificaron de ‘número dos’ del grupo radical y líder en funciones tras la desaparición del máximo responsable, Shaker al Absi, a quien se perdió la pista tras Nahr al Bared.

Jamal Akbar Awad, hermano del presunto líder de Fatah al Islam. (Foto: M. G. P.)Jamal Akbar Awad, hermano del presunto líder de Fatah al Islam. (Foto: M. G. P.)

«Mire, yo no me creo nada», dice Jamal Akbar Awad, hermano del buscado radical. «Sabíamos que militaba en Fatah al Islam, pero no creo que tuviese oportunidad de conocer a Absi, así que es difícil que sea su número dos».

Jamal milita en Al Fatah, como otros tres de los hermanos Awad. Otro de ellos es líder del grupo radical suní Ansar Allah, aliado con Hizbulá. «En todos estos años, incluso después de Iraq, no había cambiado, era el mismo bromista. Le intentábamos convencer de que dejara a Fatah al Islam, de que no los necesitaba, pero no nos hacía caso. Nunca fue a Nahr al Bared, y no sé si conoció a Absi porque nunca me lo quiso decir, pero es posible que fuera su enlace aquí», prosigue Jamal, de 49 años.

Jamal dice no haber sabido nada de él desde septiembre, cuando su nombre empezó a sonar en los periódicos. Luego llegaron las confesiones que le tachaban de líder de Fatah al Islam, y ese mismo día, Awad desapareció sin marcharse. Sus hermanos, amigos y vecinos no han vuelto a tener noticias suyas, ni cuentan con tenerlas. «Si me dan la orden, participaré en su captura. Comprendo que representa una amenaza para la seguridad, pero preferiría que le dejasen marcharse del campo en paz», confía Jamal.

Fuente: http://www.elmundo.es/elmundo/2008/11/20/orienteproximo/1227185019.html