La cuestión de los refugiados es uno de los puntos clave en el conflicto palestino-israelí. Samah, activista palestina y Ofir, su coetáneo israelí, confirman que una negociación seria que busque una solución pacífica al conflicto será imposible sin que esta problemática sea afrontada y resuelta. Pero ¿Quiénes son, dónde viven y cuáles son las perspectivas […]
La cuestión de los refugiados es uno de los puntos clave en el conflicto palestino-israelí. Samah, activista palestina y Ofir, su coetáneo israelí, confirman que una negociación seria que busque una solución pacífica al conflicto será imposible sin que esta problemática sea afrontada y resuelta. Pero ¿Quiénes son, dónde viven y cuáles son las perspectivas que tienen los millones de refugiados palestinos que, en numerosas oleadas a partir de 1948, fueron expulsados de sus tierras?
El sueño del retorno. La Franja de Gaza, Cisjordania, Jordania, Líbano y Siria son los lugares donde se concentra mayor número de refugiados palestinos. En la mayoría de los casos viven en áreas circunscritas, los llamados Campos de Refugiados, donde se registra una alta densidad poblacional, pobreza y precarias condiciones de vida. Las dinámicas de su inserción varían dentro de las realidades individuales, pero el fenómeno de la discriminación aún es palpable no siendo suficiente el apoyo por parte de la UNRWA, United Nations Relief and Works Agency for Palestine Refugees en the Near East, la agencia de la ONU que presta su apoyo desde 1949. Muchos otros de estos palestinos eligieron tierras más lejanas, emigrando a ultramar: entre ellos se encuentra el padre de Nadia, una chilena de veintinueve años de origen palestino que, como muchos otros, reivindican el derecho de volver a su país de origen. Nadia ha vivido una experiencia única en su género, la que desafortunadamente no ha tenido un final feliz: «Hace 10 meses he dejado mi trabajo, amigos, familia con la intención de construir una vida para mi en Nablus, lugar del que mi padre emigró antes de 1967», nos dice Nadia, «pero la ley israelí no nos reconoce el derecho que tenemos al retorno, por lo tanto he tenido que entrar con una visa de turista que tuve que ir renovando en el transcurso de los meses». Cada vez que su visa vencía, Nadia se fue a Jordania para poder volver a pedir una nueva autorización que le permitiera regresar a Palestina. Pero en septiembre las cosas dieron un vuelco y la renovación de su visa le fue denegada: «Después de 10 horas de interrogatorios y humillaciones me han devuelto el pasaporte con un sello de expulsión que me impide poner un pie en Israel, y por consiguiente, en los Territorios Ocupados, en los próximos 5 años». Ninguna explicación oficial le fue dada por los motivos del rechazo.
Prohibido el acceso. Obstinada y con coraje, Nadia no se dio por vencida y se quedó en Jordania durante varias semanas tratando de encontrar una solución buscando, para ello, ayuda en diversas instituciones. «La Embajada de Israel en Chile, en un cierto punto, me comunicó que estaba nuevamente autorizada a entrar, así que fui al Puente Allenby, la frontera por la que también transitan los palestinos y allí comenzó nuevamente el espectáculo». «Todos los que han ido ha Palestina a través de Allenby – señala un colega de Nadia en la Revista Al Damir para la cual colabora hace más de un año en Chile – han sido testigos de las humillaciones que cada persona en posesión de pasaporte palestino debe padecer: jóvenes de algo más de 18 años apuntándolos con fusiles y buscando excusas para denegarles el acceso. No a Moscú o a Berlín, sino a Beit Jala, Belén, Beit Sahour.» Después de horas de nuevos registros e interrogatorios un policía le ha devuelto el pasaporte gritándole que no está interesado en su historia, de no saber ni siquiera dónde está Chile y de que no tiene nada más que decirle. En su pasaporte había un nuevo sello de expulsión: otros 5 años y una vez más ninguna argumentación oficial. «Ahora quiero solamente volver a Chile lo antes posible y tratar de reconstruir mi vida para luego buscar la manera de volver a Palestina. No puedo más con todo esto y no logro tampoco ponerme en el lugar de un palestino que tiene que afrontar estas humillaciones cada día. Yo me he cansado después de 10 meses, ellos tienen que vivir de esta manera toda su vida.»
Legalidad Internacional. El Derecho al Retorno de los Refugiados Palestinos está reglamentado por la resolución 194 de la ONU promulgada en 1948, que dedica a este tema uno de los quince párrafos destinados a distintos aspectos del conflicto: en el párrafo 11 se afirma que los palestinos que quieran volver a sus tierras para convivir pacíficamente con sus vecinos tienen que ser autorizados a hacerlo y tienen derecho a recibir una compensación material por las pérdidas y daños padecidos. Tal resolución, ratificada prácticamente cada año, no ha sido respetada nunca.