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Nicaragua

La Ciudadela del Nemagón: expresión de los que no tienen voz

Fuentes: Rebelión

«El silencio de los silenciados se entiende, pues tienen una censura, no pueden hablar ni ser escuchados; pero el silencio de los silenciosos, el silencio del gobierno, el silencio del que debe protegernos… a ese monstruo es al que hay que temerle.» La lucha sigue. Las escenas de una ciudad fantasma permanecen. Miles de voces […]

«El silencio de los silenciados se entiende, pues tienen una censura, no pueden hablar ni ser escuchados; pero el silencio de los silenciosos, el silencio del gobierno, el silencio del que debe protegernos… a ese monstruo es al que hay que temerle.»

La lucha sigue. Las escenas de una ciudad fantasma permanecen. Miles de voces no son escuchadas. No se trata de una película de Alfred Hitchcock, no son efectos especiales hollywoodenses de última generación. Se trata del caso de los campesinos afectados por el Nemagón, son cánceres de varios tipos, esterilidad, dolores, malformaciones congénitas, atrofias, abortos, tumores, problemas en la vista, trastornos hormonales, etcétera. ¿Cómo pudo suceder esta desgracia? ¿Negligencia? ¿Error involuntario? ¿Qué, acaso nadie tiene culpa?

Favor no ser ingenuos: hace aproximadamente 50 años se sabía que el nemagón era altamente efectivo para combatir plagas que atacan las cosechas. Pero también se sabía, al menos desde inicios de la década del 60, que su principal activo, el DBCP, era una sustancia altamente reactiva que choca contra las moléculas de ADN, por lo que el daño a la salud de los expuestos a este químico sólo era cuestión de sentarse y esperar (¡Bravo, los resultados de esta barbaridad del Imperio del Dólar ya están a la luz pública!) ¿Por qué se usó entonces? Rentabilidad. «En la libreta de cuentas de las empresas, era más caro perder un banano que un ser humano». La aritmética es sencilla y en ella no importa nada más que los números.

Poco ha cambiado. Nihil novum sub sole. En Nicaragua, como en cualquier país cuartomundista, el progreso de conocimientos no se traduce a progreso moral. Así lo demuestran los funcionarios públicos, estudiosos en prestigiosas universidades extranjeras, que callan cuando se les pregunta sobre el caso de los compañeros campesinos afectados por el Nemagón. Mucho se ha hablado de cifras y estadísticas, los medios de comunicación han ido in situ y se ha comprobado que la gente se está muriendo ahí nomás, a menos de 50 metros, cerquitita, por no decir adentro, de la Asamblea Nacional. ¡Maldición! No hay duda: la miseria más grande que tiene nuestro país es la metamorfosis que sufren los candidatos cuando llegan al poder. Enoja, entristece, preocupa: ¿por qué -ante lo manifiesto y grave que es la situación- sigue la pasividad gubernamental? ¡Por favor, no me vengan con cuentos infantiles de independencia de poderes! La teoría debe obedecer a la práctica, y no viceversa.

La insensibilidad es horrorizante. ¡Duele! Se hacen de la vista gorda a las desgracias, penas, enfermedades, derechos y fatalidades de los afectados. Los funcionarios y representantes públicos olvidan que fueron elegidos por el pueblo, para defender sus derechos y solucionar sus problemas. ¡Culpables! Olvidan la Ley 364 (Ley Especial para la Tramitación de Juicios promovidos por las Personas Afectadas por el uso de Pesticidas Fabricados a Base de DBCP), que insta a la Procuraduría a asesorar a las personas afectadas por el nemagón, pero en vez de asesorar y ayudar a los afectados, la Procuraduría ha intentado eliminar la ley, que al menos al peso de la tinta y el papel, es lo único que los protege.

En el banquillo están: Dow Chemical, Occidental Chemical Company y Shell Oil Company, fabricantes del Nemagón, y Del Monte Corporation International, Standard Fruit Company, Dole Limited Company y Chiquita Brands, transnacionales que aplicaron el producto a pesar de que desde 1958 se conocía que el DBCP era dañino a la salud. En las cercanías de la Asamblea hay: campesinos reclamando lo que por Derecho merecen, con la esperanza de recibir algunos centavos antes de morir. En toda Nicaragua hay: más de cien mil afectados directos e indirectos. En la historia de esta tragedia: centenares y centenares muertos. ¿A quiénes defiende el gobierno? La única garantía es la movilización popular, que poco a poco se ha ido haciendo presente, pero que de igual manera, al gobierno no parece importarle. Los estados son relevados y sacados en su función de trabajar de acuerdo a las voluntades y deseos del pueblo por culpa de… ¿de quién? ¡De los gobernantes mismos!

¿Qué sucede?, ¿qué les pasa? ¡No!, que miren: ¿nos escuchan?, ¿nos oyen? Porque ahora somos una masa de jóvenes, niños, niñas, hombres, mujeres, cantantes, escritores, estudiantes, profesionales indignados. ¿Dónde queda la Ley 364, que en su artículo 11 establece reclamos de 100 mil dólares a cada hombre estéril, 50 mil dólares a quienes padecen problemas severos en sus espermatozoides y 25 mil dólares a víctimas de otras dolencias? ¿Dónde queda? La misma Ley que se declara de interés social y nacional. ¿Dónde queda? ¿En la gaveta de algún escritorio? ¿Atrapada en la burocracia estatal? ¿Ahogada en el despacho de alguna Embajada ubicada en los primeros kilómetros de la Carretera Sur, la misma embajada que en su bandera tiene barras y estrellas? ¿Olvidada, para variar?

Decía un compañero afectado, siempre con dolor físico pero con esperanza y alegría desbordante: «Amigo, esto es como apuntaba el Ché. ¡Hasta la Victoria siempre!». Pero surge una interrogante: ¿llegará este compañero a ver dicha victoria? O, como a muchos compañeros, ¿el Nemagón le arrebatará la vida antes de ese día?

¿Qué será de los habitantes de la Ciudadela del Nemagón? ¿Qué se hace cuando más de 7 mil voces no son escuchadas? Una lágrima nos cae en la mejilla de la rabia.

Coordinador de Nueva Generación, página dominical de opinión de El Nuevo Diario (Managua, Nicaragua). Aún no aprende a volar. /// [email protected]