Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández
La conferencia celebrada el pasado lunes en Sharm el-Sheikh, en Egipto, no tuvo nada que ver con un intento de aliviar la atroz crisis humanitaria que se vive en Gaza, ni su ostensible objetivo era reconstruir las casas, fábricas, infraestructuras y colegios destruidos por Israel. Su declarado propósito fue proporcionar cobertura para la promoción de los intereses geopolíticos de Washington en el Oriente Medio rico en petróleo, derrocar a Hamas y restaurar en el poder al desacreditado Presidente de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas, ayudando así a controlar la región en función de los intereses estadounidenses e israelíes.
La reunión se produjo tras la guerra de Israel contra Gaza de veintidós días de duración, que contó con el apoyo estadounidense y que empezó a finales del pasado año, un ataque que mató a más de 1.300 palestinos, hirió a muchos miles más y desplazó de sus hogares a más de 400.000 personas. La conferencia de donantes, que contó con la asistencia de la Secretaria de Estado de EEUU, Hillary Clinton, es parte de un intento de la administración Obama por parecer algo más imparcial en su enfoque hacia Oriente Medio en general y hacia el conflicto israelí-palestino en particular. Esto es vital para proporcionar cobertura a la colusión de los regímenes árabes con EEUU en la ocupación de Iraq, en la guerra en Afganistán y en cualquier ofensiva contra Irán.
El propósito esencial de la reunión era exigir que los palestinos «rompieran el ciclo de rechazo y resistencia» y se sometieran a las demandas israelíes. Eso implica aceptar un estado lleno de bifurcaciones que estaría compuesto por Gaza y varios enclaves sin continuidad en Cisjordania, gobernados por la AP bajo el control de Fatah. Tal entidad estaría dominada por Israel con la ayuda de Egipto y Jordania, mientras Israel continúa ampliando sus asentamientos en Cisjordania. Justo la pasada semana, el movimiento israelí Paz Ahora anunció que Israel había preparado ya planes para construir 70.000 nuevas casas para los colonos judíos en Cisjordania.
A la conferencia asistieron diplomáticos de 45 países, pero no de Palestina. Hamas, a pesar de ser el gobierno electo, no fue invitado, porque Israel, EEUU y la Unión Europea la consideran una organización terrorista. En su lugar, los palestinos estuvieron representados por el régimen-títere de la Autoridad Palestina, encabezado por Abbas, aunque su mandato expiró el pasado 9 de enero.
El Ministro egipcio de Asuntos Exteriores Aboul Gheit anunció que los donantes internacionales, procedentes de 68 países, habían prometido 5.200 millones de dólares para reconstruir Gaza. Dijo que esa suma «supera con mucho nuestras expectativas». La Autoridad Palestina había pedido sólo 2.800 millones de dólares para la reconstrucción, que serían canalizados a través de su gobierno en Cisjordania. Los países del Golfo, incluida Arabia Saudí, prometieron 1.650 millones de dólares, EE.UU. 900 millones, y las potencias europeas 554 millones de dólares.
Clinton dejó claro que la contribución de Washington de 900 millones de dólares está condicionada a que los palestinos acepten sus dictados. Dijo: «Se hará el desembolso [del paquete de ayuda] siempre que tengamos claro que van a cumplirse nuestros objetivos, que no van a ser socavados o desvirtuados. Queremos demostrar que nos preocupa su grave situación [de los palestinos] y que obviamente no queremos que los civiles sufran más de lo que ya han sufrido. Pero queremos asegurarnos de que ninguna contribución que hagamos irá a parar a Hamas».
Clinton añadió: «Nuestra respuesta a la crisis actual en Gaza no puede separarse de nuestros esfuerzos más amplios para conseguir una paz global». El objetivo de la ayuda es «promover las condiciones para que se pueda alcanzar un estado palestino».
Su portavoz, Robert A. Word, dijo que 600 millones de dólares eran para la AP, que tiene sus cuarteles en Cisjordania, y que sólo 300 millones de dólares serían para la ayuda humanitaria en Gaza. Eso es una gota en el océano comparado tanto con las necesidades de Gaza como con el apoyo que Washington ha prodigado a Israel durante más de cuarenta años. Clinton insistió en que se implementarían salvaguardas incontrovertibles para asegurar que ni un céntimo de los 300 millones de dólares iría a parar a Hamas.
Las potencias europeas apoyaron totalmente esta agenda, aunque intentaron parecer algo más imparciales. El Secretario del Foreign Office británico, David Miliband, dijo que era vital que hubiera «señales visibles de progreso» en Cisjordania y Gaza. Sin embargo, añadió, que los palestinos necesitaban «un único gobierno en todos los territorios ocupados».
El Presidente francés Nicolas Sarkozy adoptó un enfoque algo diferente, urgiendo a Hamas a «comprometerse decididamente en la búsqueda de una solución política y en el diálogo con Israel».
Muy pocos de esos dineros prometidos son nuevos. La mayoría de las cantidades ya se prometieron en la conferencia de París de diciembre de 2007 y nunca se entregaron debido a la negativa de Israel a levantar los entonces más de 500 bloqueos de carretera en Cisjordania y permitir que Gaza abriera sus fronteras, haciendo así imposible e inútil cualquier inversión. Ahora hay ya más de 600 carreteras bloqueadas.
Se destinaron específicamente 1.500 millones de dólares para el déficit presupuestario de la Autoridad Palestina, para las «reformas» económicas y los proyectos del sector privado.
Sólo se presupuestaron 1.330 millones de dólares para la reconstrucción en Gaza. Esto es mucho menos de los 2.400 millones que las Naciones Unidas estimaban necesarios para reponer la destrucción perpetrada por Israel. E incluso esa miseria no va a desembolsarse hasta que Hamas deje de existir como fuerza en Gaza.
Los países del Golfo, incluidos Arabia Saudí, Qatar y Kuwait, dijeron que los 1.600 millones de dólares que habían prometido no serían ni para Hamas ni para la AP. No querían que se les viera favoreciendo directamente a Abbas, dijeron que abrirían una oficina en Gaza para llevar a cabo su propia reconstrucción. Pero como todos los materiales para la reconstrucción, como cemento, aparatos para bombear y generadores deben pasar a través de Israel, y un portavoz del Ministerio israelí de Defensa ya ha recalcado que Israel quiere implementar un proceso de aprobación proyecto-por proyecto para que se «justifiquen todas y cada una de las tuberías que entren», parece que será bastante imposible que se pueda realizar ni siquiera el más modesto programa de reconstrucción.
El dinero con propósitos humanitarios circunvalará a Hamas y será canalizado a través de las agencias de Naciones Unidas y de los grupos internacionales de ayuda. Pero, desde el momento en que Israel controla las fronteras, las aguas territoriales y el espacio aéreo de Gaza, y permite que entre en Gaza sólo algo de comida, suministros médicos y fuel, lo anterior carece de significado sustantivo. Según Naciones Unidas, Gaza necesita un mínimo de 500 camiones diarios con ayuda humanitaria y productos comerciales. Aunque las autoridades israelíes han dicho a las agencias humanitarias que permitirán que entren hasta 200 camiones al día, la cifra actual no ha superado nunca los 120 desde que empezó el bloqueo en junio de 2007. La media en febrero fue de entre 88 y 104, incluido el grano enviado por el cinta transportadora del cruce de Karni. Los nuevos procedimientos de seguridad implantados a partir de la guerra de enero han hecho casi imposible que las agencias de ayuda puedan planificar sus entregas con más de 24 horas de anticipación. La última condición de Israel para aliviar las restricciones es la liberación de Gilad Shalit, un soldado israelí retenido en Gaza desde junio de 2006.
Según Human Rights Watch, el grupo que tiene su sede en Nueva York, los trabajadores de la ayuda humanitaria dijeron que en varias ocasiones las autoridades israelíes se habían negado a permitir el envío de la ayuda previamente acordada justo unas horas antes del momento en que se suponía que tenían que enviarla. La Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA, por sus siglas en inglés) dijo que Israel se había negado arbitrariamente a que entraran incluso productos básicos como garbanzos, macarrones y harina de trigo, cuadernos para los estudiantes, frigoríficos, generadores, bombas de agua y gas para cocinar.
Israel insiste en que todos los camiones entren en Gaza a través de Kerem Shalom, cerca del sur de Gaza, donde cada producto que llevan los camiones deben ser descargado, inspeccionado, vuelto a empaquetar y vuelto a cargar con una «tasa de tramitación» de 1.000 dólares, aunque hay otros cruces con un equipamiento de seguridad mucho más sofisticado. Está claro que las acciones de Israel tienen menos como objetivo impedir que lleguen armas a Gaza que intimidar y castigar a la población de Gaza, destruyendo todo lo que quede de su economía y obligando a los gazatíes a exiliarse.
Egipto, que controla la frontera sur de Gaza, dice que sólo puede abrir completamente Rafah, su cruce con Gaza, bajo los anteriores acuerdos que requerían que la AP, no Hamas, controlara la terminal. Egipto continúa auspiciando negociaciones entre Hamas y Fatah, con el objetivo de restaurar a Fatah en el poder.
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