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La crisis continúa en Siria

Fuentes: Al-Ahram Weekly

Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández

Parece que las autoridades sirias siguen creyendo que la solución basada en la seguridad es la mejor opción para acabar con la oleada de protestas que se extienden por el país desde hace dos meses, lo que se hace cada vez más evidente cuando los tanques asaltan otras ciudades cercanas a Daraa, en el sur, que ha sido desde el principio la cuna de las protestas.

Por todo el país se está utilizando la fuerza contra los manifestantes y el número de detenidos continúa en aumento, habiendo alcanzado la cifra de 10.000 desde que comenzaron las protestas.

El pasado lunes, el ejército sirio asoló la ciudad costera de Banias, situada a 280 kilómetros al noroeste de la capital, Damasco, así como las ciudades de Al-Maadimaya y Duma, los distritos de Hems, en la zona central de Siria, los suburbios de Darra, incluyendo Yasim, Enjel y otros, y, por vez primera, varios distritos de la misma Damasco, en el área de Barsa.

Los vecinos de Hems escucharon explosiones cercanas a la ciudad, y los observadores de los derechos humanos sirios informaron que en las zonas donde el ejército penetró se había cortado el agua, la electricidad y las comunicaciones. El ejército, acompañado de fuerzas de seguridad, registró casas y arrestó a gran número de ciudadanos, incluso a quienes habían dirigido las protestas, como el Sheij Anas Ayrut, a quien las autoridades sirias describieron como el «emir del grupo salafí» en la ciudad.

Las organizaciones sirias por los derechos humanos han informado que el ejército ha convertido el estadio de fútbol y algunos colegios de Banias y Daraa en prisiones masivas de cientos de detenidos. Dicen que las fuerzas de seguridad han detenido a 400 personas en Banias, y el Comité por los Derechos Humanos sirio, una ONG, estima que la cifra de manifestantes asesinados desde el comienzo de este mes llega ya a 827.

Mientras tanto, la Organización siria por los Derechos Humanos ha informado que la cifra de detenidos y personas desaparecidas son más de 10.000, y que los arrestos diarios alcanzan una media de 500.

También el pasado lunes, un portavoz de las Naciones Unidas dijo que no se había permitido entrar en la ciudad a una comisión de las Naciones Unidas que se disponía a evaluar las condiciones humanitarias en Daraa, aunque Siria había previamente aceptado la presencia de la delegación.

Aunque no hubo respuesta oficial, testigos presenciales dijeron que las fuerzas militares continuaban desplegadas en la ciudad y seguían manteniendo barricadas de seguridad, a pesar de las afirmaciones de hace cinco días en el sentido de que el ejército estaba retirándose. Mientras tanto, las comunicaciones con la ciudad siguen bloqueadas y se ha prohibido a los medios extranjeros que cubran los acontecimientos.

Los medios oficiales sirios han dicho que el ejército está llevando a cabo una «operación quirúrgica» en Daraa, Banias, Hems y otras localidades, afirmando que los armados manifestantes «están utilizando civiles como escudos humanos» y que habían matado a algunos miembros del ejército. Los medios oficiales no han informado de muertos civiles a manos de las fuerzas de seguridad.

Aumentan las presiones internas y exteriores para que el régimen cambie sus políticas mientras las protestas continúan extendiéndose por el país a pesar de las medidas represoras. Los eslóganes que los manifestantes utilizan se van haciendo también más atrevidos y durante las manifestaciones pueden oírse demandas al derrocamiento del régimen. Cuando empezaron las protestas esa no era una petición sobresaliente.

Tras las recientes acciones de EEUU para renovar las sanciones contra Siria y penalizar a los funcionarios de la seguridad siria, incluido el hermano del presidente sirio Bashar Al-Asad, la UE anunció el pasado martes una lista de trece funcionarios sirios que van a verse afectados por las sanciones. En la lista se incluía a Maher Al-Asad, hermano del presidente y director de la Guardia Republicana del país, al empresario Ramy Majluf, primo de Al-Asad, y a los responsables de las agencias de seguridad e inteligencia.

Las sanciones de la UE incluían la congelación de activos y la prohibición de viajar a Europa a los incluidos en la lista. Las sanciones también imponían una prohibición inmediata sobre las ventas de armas al país. Sin embargo, las sanciones no alcanzaron al mismo presidente Al-Asad, por lo que fuentes diplomáticas sugirieron que su nombre podría añadirse más tarde si el régimen no ponía fin a la violencia.

Los analistas creen que el hecho de no incluir el nombre de Al-Asad en la lista de la UE refleja la división dentro de la UE respecto a la eficacia de imponer sanciones contra Damasco.

Esta es la primera vez que Europa impone sanciones contra Siria y son probablemente más importantes que las que EEUU impuso, ya que los vínculos económicos de Siria con EEUU son modestos en comparación con los que mantiene con Europa. Las autoridades sirias por lo general no tienen cuentas en los bancos estadounidenses.

Mientras tanto, la estratégica relación de Siria con Turquía se ha ido desintegrando, y los vínculos de Ankara con Damasco van llegando al mismo destino que los anteriormente afectados entre Catar y Damasco. Puede que Siria esté recibiendo también presiones de otros estados árabes.

Sin embargo, a pesar de los repetidos llamamientos para que las fuerzas de seguridad detengan la represión y pueda encontrarse una solución política a la crisis abriendo un período de diálogo nacional que incluiría a representantes de todas las fuerzas políticas del país, el régimen ha ignorado hasta ahora tales llamamientos, prefiriendo utilizar la fuerza contra los manifestantes.

El régimen de Al-Asad no parece estar muy convencido de que el país esté atravesando un período real de crisis, y no ha formulado un programa de reformas. Incluso no se han empezado a poner en marcha las reformas anunciadas hace unas semanas.

«El régimen sirio no ha manifestado y no manifestará disposición para participar en un diálogo nacional que ponga fin a la crisis», dijo a Al-Ahram Weekly Burhan Ghalioun, director del Centro de Estudios Orientales Contemporáneos de la Sorbona, en París.

«El hecho de que esté utilizando medidas represivas sin precedentes contra los manifestantes, incluyendo poner a las ciudades en estado de sitio, impidiendo que puedan llegar medicinas y alimentos y cortando los servicios de agua, electricidad y comunicaciones, así como la utilización de munición real contra los manifestantes y los cientos de arrestos, sólo pueden servir para bloquear el camino al diálogo y subrayar la determinación del régimen a aplastar el movimiento democrático.»

«El régimen quiere acabar con el movimiento de protesta a cualquier coste, para imponer después el tipo de reformas que ellos deseen. Estas reformas serán superficiales y no pondrán en riesgo el poder del presidente o el control que las agencias de seguridad ejercen sobre el país», dijo.

En su primera declaración en un mes, la asesora del presidente sirio, Buzaina Shaban, dijo recientemente al New York Times que, bajo su punto de vista, lo peor de la crisis en el país había pasado ya. «Creo que estamos al final de la historia», dijo Shaban, añadiendo que había mantenido conversaciones con varias personalidades de la oposición, indicando la disposición del régimen a introducir libertad de prensa, partidos políticos y una nueva ley electoral.

«En una semana o poco más ampliaremos el diálogo», dijo Shaban, añadiendo que los manifestantes eran «una mezcla de extremistas, fundamentalistas, contrabandistas y ex convictos.»

Algunos analistas creen que cualquier disposición por parte del régimen sirio para empezar un diálogo con la oposición sería resultado de las presiones tanto internas como exteriores. Sin embargo, las fuerzas de la oposición niegan que se esté produciendo ese diálogo, afirmando que tienen «una larga lista de condiciones» que el régimen debe cumplir antes de que estén dispuestos a dialogar con las autoridades.

En lo alto de esa lista figura poner fin a la violencia, la retirada del ejército de las ciudades sirias y la liberación de los prisioneros políticos, la mayoría de ellos manifestantes, antes de la preparación de una conferencia nacional que no debería excluir a ningún elemento de la sociedad siria. La oposición tiene poca fe en que cualquiera de esas condiciones pueda cumplirse pronto.

Los observadores creen que ni el régimen ni la oposición tienen en mente una solución clara ante la actual crisis. Sin embargo, el régimen sirio parece creer que su estrategia de aplastar las protestas está empezando a dar fruto. Cada parte cree que está siguiendo la estrategia correcta y el resultado es que la crisis continúa pareciendo insoluble.

Fuente:

http://weekly.ahram.org.eg/2011/1047/re1.htm