Recientemente ha visto la luz un libro colectivo «Construir el futuro de la universidad pública» Editorial Icaria, donde hay un capítulo en el que analizo las estructuras universitarias en función de las actividades que deben realizar las universidades. En él, incluyo también, una serie de propuestas de cambio en las funciones y estructuras universitarias, con objeto […]
Recientemente ha visto la luz un libro colectivo «Construir el futuro de la universidad pública» Editorial Icaria, donde hay un capítulo en el que analizo las estructuras universitarias en función de las actividades que deben realizar las universidades. En él, incluyo también, una serie de propuestas de cambio en las funciones y estructuras universitarias, con objeto de hacerlas más eficaces y sostenibles. Cuando escribí el capítulo, la crisis económica estaba aun en su primera fase.
Durante 2010 la crisis generada por el capitalismo financiero especulativo ha entrado en una segunda fase donde las inversiones públicas, que se emplearon y emplean para salvar a las entidades financieras y que en el pasado permitieron salir del «crack del 29», son ahora presentadas por los mercados como las causas del problema. Los mercados, es el nombre que hoy adopta el capital financiero especulativo y que tiene entre sus portavoces al FMI, Comisión Europea, BCE, BdE, OCDE, Agencias de ratings, etc. Para salir de la crisis, en esta segunda fase, los gobiernos son obligados a realizar recortes en los gastos públicos. Por tanto, las inversiones públicas que hubieran permitido a nuestro país impulsar un nuevo modelo de desarrollo económico socialmente productivo, alejado del complejo bancario-inmobiliario-industria de la construcción, deberán seguir esperando.
Las medidas que está tomando el actual gobierno, cumplen las directrices del FMI y la Comisión Europea y están suponiendo un recorte drástico en la inversión pública. Entre ellas están: la bajada de sueldos de funcionarios y de otros trabajadores; la congelación de las pensiones; la reforma laboral encaminada a facilitar el despido y favorecer la bajada de salarios; la eliminación de inversiones productivas socialmente, etc. Estas medidas se toman además a sabiendas de que los ciudadanos que las sufrirán no han sido los causantes de la crisis.
El casi hundimiento del modelo económico que hemos tenido en los últimos años y las vías para mantenerlo a flote, tendrán una repercusión importante sobre las universidades públicas. En ese modelo económico las universidades eran vistas como organismos hacia donde el capital financiero podía extender sus movimientos especulativos mediante la gestión de los abundantes fondos públicos que empezaban a manejar estas instituciones. Usando como excusa conceptos como los de «economía del conocimiento» y del «capitalismo académico», se planteaba un proceso de control de las universidades y centros de investigación españoles y europeos para ponerlos al servicio del mercado. En nuestro país y en buena parte de Europa, debido a la escasez de un capital productivo significativo, los que han impulsado esta transformación han sido las entidades financieras con sus diferentes fundaciones y organizaciones. En España se han destacado en esta labor de defensa del mercado la Fundación Conocimiento y Desarrollo y UNIVERSIA, a ellos habría que unir las grandes corporaciones (como Repsol y Telefónica) y que imponen sus directrices a la Comunidad Europea a través de lobbies, aquí habría que destacar la «European Round Table of industrialists».
Con la entrada en esta segunda fase de la crisis declaraciones como las del 27 de Abril del Consejo de Universidades, donde se insiste en «la Universidad como institución clave del cambio de modelo productivo…» y en «la mejora de la financiación como un instrumento……, al objeto de que puedan convertirse en motores de transformación social….», pueden haber quedado anticuadas en sólo un mes. Ahora podremos comprobar si los bancos y sus fundaciones, especialmente el Banco Santander, que tanto apoyaban el «capitalismo académico» y «la economía del conocimiento», cuando las inversiones públicas parecían no tener fin, hacen realidad su apuesta por el capitalismo productivo, sustituyendo a la inversión del gobierno en el desarrollo de una universidad pública al servicio del avance del conocimiento científico y motor de la transformación social.
Los dirigentes universitarios en general, no parecen haber comprendido todavía las consecuencias que sobre las universidades tendrá el recorte de las inversiones públicas. Recorte que se aproximará al 70% según el Secretario General de Universidades M. Rubiralta, diario El Mundo del 9 de junio, y que ya es una realidad que vienen sufriendo universidades de algunas comunidades autónomas. El recorte más llamativo, por su novedad, ha sido la reducción del sueldo y los complementos de los trabajadores universitarios. Todavía, sin embargo, es normal que en las universidades se siga hablando de proyectos faraónicos, como si la crisis y el recorte no fuera con nosotros o como si tuviéramos capacidad de autofinanciarlos. Se continúa aumentando el número de cargos, como si no fueran ya muchos, en la Universidad de Córdoba, la que mejor conozco, hay 248 cargos, lo que significa que 1 de cada 3 profesores doctores funcionarios ocuparía un cargo. Se solicitan más fondos para nuevos diseños virtuales de Campus de Excelencia Internacional o ¡Internacional Regional! Se habla de continuar sin ninguna reflexión con la implantación de un enorme número de nuevos grados y másteres según Bolonia. Etc. Tan implicados han estado, la gran mayoría de dirigentes universitarios y sus agencias, en el modelo de desarrollo económico vigente, cuando los fondos públicos detraídos por el gobierno del ladrillo y la especulación no parecían tener fin, que no parecen percatarse de que el tiempo que permitía todas esas actuaciones ha terminado y además no volverá. Nuestros gestores mejor harían en prepararse, y prepararnos a todos, para enfrentar con el menor daño posible la larga época de austeridad que se aproxima y que hará que la implantación de Bolonia, se haga con una dramática reducción de gastos, ya ni tan siquiera a coste cero. En unos años, asistiremos, si aceptamos resignadamente la situación como irreversible y no hacemos nada para impedirlo, a las consecuencias negativas que sobre la formación universitaria del país, tendrá esta irresponsable aventura, llamada Bolonia, que puede llevarse por delante el prestigio de nuestra universidad al tener que realizarse en un momento que las reducciones de la inversión pública son enormes. Bien haríamos en no aceptar la situación e incrementar las protestas que ya se están iniciando. http://universidadfrentealacrisis.blogspot.com/.
Nadie había previsto que algo similar podría suceder y por tanto tendremos todos, pero los gestores primero, que echar mano de la imaginación, al ser imposible el aumento del gasto, para enfrentarnos a los nuevos problemas que se avecinan. Las funciones sociales de las universidades serán de las primeras en peligrar. La falta de inversión dará paso al aumento de los precios de las matriculas en grados y másteres, lo que significará la disminución de estudiantes procedentes de la clase trabajadora. La universidad pública y con ella el estado del bienestar europeo, sufrirá un importante deterioro, consecuencia directa, sino es el objetivo perseguido, de los recortes en la inversión pública que se están acometiendo en toda Europa.
En la situación actual no se trataría tanto de protestar y hacer huelgas por la disminución del sueldo, que también, sino de ir generando una alternativa política que pueda ofrecer una salida a la crisis que implique la desaparición de la influencia del capital financiero improductivo tanto en las universidades como en el resto de la sociedad. Esta alternativa, será difícil de plasmar en estos momentos por la atomización de los grupos políticos y ONGs que puedan defenderla y por el hecho de que una buena parte de la sociedad, se vio favorecida por el modelo económico del ladrillo y la especulación. Esta alternativa, debe plantearse, en primer lugar, como un movimiento de carácter europeo, con el objetivo básico de devolver a los ciudadanos, a través de sus gobiernos elegidos democráticamente, el control de la actividad económica, arrebatándosela al mercado controlado hoy por el capital financiero improductivo.
Se trata principalmente de que el profesorado más joven y los estudiantes se den cuenta de que está en juego su futuro laboral y el de la propia universidad como lugar donde se produce y transmite conocimiento útil para el conjunto de la sociedad.
De todos nosotros, los y las que hoy trabajamos o estudiamos en la universidad, depende el que pongamos las bases para que la universidad pueda ocupar un lugar importante en ese nuevo modelo económico que más pronto que tarde deberá crearse. Ello no tiene nada que ver con las luchas corporativas internas que sólo muestran esa parte de la universidad que sigue recluida en su torre de privilegios y falsas promesas para unos pocos, sin afrontar desde sus aulas y laboratorios los graves problemas que atraviesa nuestro modelo de desarrollo económico. Se trata de un reto difícil y que deberemos transmitir adecuadamente a los jóvenes, sus principales beneficiarios, para que haciéndolo suyo lo lleven a buen puerto.
Nota:
Estas reflexiones surgieron a petición de Rafael Hernando Coordinador de la revista SiZIGIA, http://www.uco.es/organiza/
Diego Llanes Ruiz. Catedrático de Genética. Universidad de Córdoba.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.