Traducido para Rebelión por LB.
Todo combate en el interior de una ciudad y todo bombardeo de un espacio urbano, incluso el más «preciso y quirúrgico», constituye potencialmente una trampa mortal para la población civil. En consecuencia, la penetración de la guerra en las ciudades inevitablemente convierte a sus habitantes en escudos humanos en potencia.
Para los palestinos que viven hoy en Gaza el simple hecho de pasar el tiempo en sus propios hogares, de frecuentar una mezquita, de ir a un hospital o a la escuela se ha convertido en empresas peligrosas, ya que cualquiera de esos edificios puede convertirse en cualquier momento en objetivo militar. Ya no es posible seguir dando por sentado que la existencia de masas de cuerpos humanos -incluidos los cuerpos de los niños- en espacios civiles puede sirva como defensa de los débiles frente a la capacidad mortífera de los Estados con alta tecnología.
«¿Dónde esconden sus armas los terroristas de Gaza?»
Pero ya que los estados de alta tecnología pueden matar y matan a cientos o miles de civiles, han de proporcionar una justificación moral de su acción para preservar su posición en el ámbito internacional; tienen que demostrar que están protegiendo los principios de la democracia liberal. Es precisamente en ese contexto como debemos interpretar la serie de carteles difundidos recientemente por el ejército israelí a través de su cuenta de Twitter, Facebook y blogs.
El cartel titulado «¿Dónde esconden sus armas los terroristas de Gaza?» es un ejemplo paradigmático donde el subtexto lo dice todo: casas, mezquitas, escuelas y hospitales son objetivos legítimos ya que se supone que son depósitos de armas.
«¿Cuando una casa es un hogar?»
Este es también el mensaje del cartel titulado «¿Cuándo una casa es un hogar?», donde simplemente se hace un zoom sobre una de las imágenes del poster anterior para mostrar cómo los palestinos presuntamente ocultan cohetes en casas habitadas por civiles.
La lógica es sencilla: en la medida en que Hamas esconde armas en las casas (ilegítimo), Israel puede bombardearlas como si fueran objetivos militares (legítimo). En este contexto, una sola función (escondite de armas) de entre las muchas existentes (hogar, vivienda, intimidad, etc) determina el estado de un recinto urbano (en nuestro caso, de una casa), de manera que la forma del edificio pierde su significado tradicional.
La pregunta «¿Cuándo se convierte en un objetivo militar legítimo?» es puramente retórica. Su verdadero significado es: «Todas las casas de Gaza son objetivos legítimos» ya que todas las casas son potencialmente no-hogares.
«Israel utiliza las armas para proteger a su población civil»
De forma no differente a como sucede en las guerras coloniales o en otras desproporcionadamente asimétricas, la legitimación de Israel para su bombardeo indiscriminado se basa en una profunda separación/cesura moral entre israelíes y palestinos. En el cartel titulado «Israel utiliza armas para proteger a su población civil. Hamas usa a civiles para proteger sus armas», los palestinos son representados como bárbaros que ignoran la gramática elemental del derecho internacional.
Sin embargo, la guerra que practica Israel no tiene que ver solamente con la re-significación de las estructuras arquitectónicas, sino también con la transformación de seres humanos en daños colaterales, en sujetos que pueden ser asesinados sin violar el derecho internacional. Ése es el trasfondo/subtexto/mensaje subliminal del cartel en el que el Jefe de Estado Mayor del ejército israelí declara: «Mientras ejecutamos nuestros ataques recordamos que hay civiles en Gaza. Hamas los ha convertido en rehenes».
«Recordamos que hay civiles en Gaza»
Una vez más la lógica es clara. Todos los civiles de Gaza son rehenes de Hamas, lo cual se considera un crimen de guerra y una violación grave del derecho internacional que rige los conflictos armados. Ello proporciona una justificación legal y moral contra la acusación de que es Israel quien está asesinando a los civiles. Presuntas violaciónes de los derechos humanos llevadas a cabo por los palestinos contra los palestinos -la toma de rehenes y los escudos humanos- se convierten así en la legitimación de la violencia letal e indiscriminada de las fuerzas de ocupación.
Por lo tanto, el uso de escudos humanos no es sólo una violación. En las asimétricas guerras urbanas contemporáneas acusar al enemigo de utilizar escudos humanos contribuye a dar validez a la afirmación de que la muerte de «civiles no focalizados» no es más que un daño colateral. Cuando todos los civiles son escudos humanos potenciales, cuando cualquier civil puede convertirse en rehén del enemigo, entonces todos los civiles enemigos se vuelven aniquilables.
«Algunos refugios antiaéreos albergan a personas …»
Para que todo esto sea convincente, el ejército israelí presenta como simétrico el contexto asimétrico en el que descarga su violencia contra toda una población. Eso se hace, por ejemplo, mediante el cartel titulado «Algunos refugios antiaéreos albergan a personas, algunos bombardean refugios». Aquí una situación radicalmente desproporcionada se presenta como si fuera equilibrada.
Los gazatíes son bombardeados por drones y reactores de combate F-16 de última generación pero carecen de refugios antiaéreos y no tienen a dónde huir. Los israelíes son bombardeados mayormente por cohetes de fabricación casera, muchos de los cuales han sido interceptados por los misiles Cúpula de Hierro. La mayoría de los israelíes tienen acceso a refugios y pueden huir fuera del radio de alcance de los cohetes.
Estas poderosas imágenes distribuidas/difundidas por el ejército israelí a través de medios de comunicación social intentan convertir la propia presencia de la población civil como sospechosa en las áreas que bombardea, con independencia del hecho de que las áreas bombardeadas son centros urbanos.
El quid de la cuestión es que en el contexto de la guerra asimétrica contemporánea los débiles no tienen muchas opciones. Cuando no hay refugios antiaéreos la gente se queda en casa durante un extenso bombardeo. Y si, como en el caso de los palestinos gazatíes, huir no es una opción -porque todas las salidas de la Franja están cerradas o porque la casa del vecino está exactamente igual de amenazada que la propia, o porque uno ya es un refugiado y no quiere convertirse en un refugiado otra vez- quedarse donde uno está, lo que los Estados de alta tecnología denominan «escudos humanos ilegales», constituye una forma de resistencia.
Neve Gordon es autor de La ocupación de Israel.
Nicola Perugini es Mellon Postdoctoral Fellow de Estudios Italianos y de Oriente Medio en la Universidad de Brown. Su próximo libro se titula El Derecho Humano a dominar.
Fuente: http://www.counterpunch.org/2014/07/21/on-human-shielding-in-gaza/