El sistema político en vigor en los tres cantones de Rojava es un modelo que apuesta por el autogobierno sin desafiar la unidad territorial de Siria. En Kobani, al igual que en Afrin o Yazira, está en juego mucho más que el mero control sobre un enclave fronterizo. Nunca hubo nada particularmente reseñable en esta […]
El sistema político en vigor en los tres cantones de Rojava es un modelo que apuesta por el autogobierno sin desafiar la unidad territorial de Siria. En Kobani, al igual que en Afrin o Yazira, está en juego mucho más que el mero control sobre un enclave fronterizo.
Nunca hubo nada particularmente reseñable en esta ciudad norteña de 25.000 habitantes. Sin embargo, hoy se ha convertido en laboratorio para uno de un experimentos políticos más innovadores en toda la región de Oriente Medio.
Situada a 700 kilómetros al noreste de Damasco, Amuda acoge la sede del llamado «Autogobierno Democrático del cantón de Yazira. Junto con Afrin y la asediada Kobani, es uno de los tres enclaves bajo control kurdo. Dicha aseveración, no obstante, no resulta del todo ajustada.
Elizabeth Gawrie, vicepresidenta, da fe de ello tras saludar a GARA a la entrada del edificio con un shlomo, «paz», en su lengua siriaca materna.
«Decidimos trasladarnos aquí en enero de este año por seguridad dado que en Qamishli -la capital provincial, a 25 km al este- sigue habiendo presencia del régimen -el Gobierno de Assad aún controla el centro de la ciudad y el aeropuerto», explica esta antigua profesora de matemáticas, mientras se sirve el té.
Tras el comienzo de la guerra civil en Siria, los kurdos al norte del país optaron por una neutralidad que les ha llevado a enfrentarse tanto al Gobierno como a la oposición. La llamada «tercera vía» atrajo a sectores de entre otras comunidades locales como la árabe, o la siriaca a la que pertenece Gawrie. Dicha colaboración acabó articulándose en un contrato social, una suerte de «Constitución» bajo la que se rigen hoy los tres cantones.
Los kurdos en Siria utilizan «Rojava» («oeste» en lengua kurda) para referirse a la región donde son mayoría; para los siriacos como Gawrie se trata de «Gozarto». En cualquier caso, no hablamos de una entidad trazada en líneas étnicas.
«Cada cantón cuenta con su propio Ejecutivo formado por un Presidente, dos Vicepresidentes y varios Ministerios: Economía, Mujer, Comercio, Derechos Humanos… así hasta un total de 22», detalla Gawrie. Entre los ministros de Yazira, añade, se cuentan cuatro árabes, tres cristianos y un checheno -Siria acoge a una significativa comunidad de origen caucásico desde finales del siglo XIX.
«Hemos vivido todos juntos durante siglos y no hay motivo para no seguir haciéndolo», subraya la Vicepresidenta de Yazira, antes de describir el Autogobierno Democrático como un «modelo de convivencia que podría funcionar en todo el país».
Si bien no existía persecución religiosa bajo el mandato de los Assad -padre e hijo-, aquellos que reivindicaran una identidad nacional que no fuera la árabe, como es el caso de los siríacos y los kurdos, eran acallados sistemáticamente. Gawrie denuncia que todavía son muchos los miembros encarcelados de su coalición, el Partido de la Unión Siríaca. Entre ellos Said Maliki, su vicepresidente, quien, según su compañera de partido, se suma a una «larga lista de desaparecidos».
La representante popular reconoce que son muchos los siriacos que permanecen leales a Assad, algo que achaca a la indefensión que siente un sector de su comunidad ante la actual coyuntura bélica.
«Assad sigue engañando a muchos de los nuestros prometiéndoles protección tras haber negado su existencia como pueblo. Es así de triste», sentencia Gawrie.
En cualquier caso, el castigo infligido a las minorías étnicas no significa que los disidentes árabes se sintieran mucho más cómodos en la Siria de los Assad. Desde el salón en el que se reúnen los 25 miembros del Gobierno de Yazira, Hussein Taza al Azam, árabe natural de Qamishli y hoy co-vicepresidente del cantón junto con Gawrie, resume brevemente las últimas cinco décadas en Siria:
«Desde la llegada del partido Baath al poder en 1963, Siria ha sido un país gobernado por un único partido. No existía la libertad de expresión ni se respetaban los Derechos Humanos… no era más que un país controlado por los servicios secretos», explica este doctor en Economía, que completó sus estudios en Rumanía tras pasar varios años en la cárcel por su disidencia política.
Hasta que cicatricen las heridas de un pasado aún demasiado reciente, el Artículo 3 del Contrato Social en vigor en los tres cantones retrata al de Yazira como «étnica y religiosamente diverso». El 9 reconoce las lenguas kurda, árabe y siriaca como oficiales en dicho cantón, añadiendo que cada comunidad «tiene derecho a la educación en su propia lengua».
Pero no son los derechos lingüísticos lo único de lo que Azam se enorgullece.
«Los tres cantones son parte integral de Siria», acota, así como «un modelo para un sistema de gobierno descentralizado».
«Máxima autonomía local»
Los miembros del Gobierno de Yazira pertenecen a 11 partidos políticos aunque también hay espacio para los independientes. Desde que las distintas comunidades se hicieran con el control de los tres enclaves, en julio de 2012, algunos sectores han denunciado una supuesta hegemonía del Partido de la Unión Democrática-PYD sobre los territorios. Salih Muslim, co-presidente de este último niega que su partido haya jugado un papel preponderante, justo antes de definir sus líneas de actuación:
«Desde el PYD abogamos por la autodeterminación directa, también llamada `democracia radical´. Básicamente consiste en descentralizar el poder para que el pueblo sea capaz de tomar y ejecutar sus propias decisiones. Es una versión más sofisticada del concepto de democracia que va en total sintonía con muchos de los recientes movimientos sociales en Europa», aseguraba a GARA el líder político.
Manuel Martorell, escritor y periodista experto en Oriente Medio asegura que el Autogobierno Democrático recuerda «a los objetivos del sistema foral en sus orígenes: máxima autonomía local sin poner en cuestión la unidad del Estado».
«Si bien no hablamos del concepto de independencia al uso, lo cierto es que esta gente está realmente autogestionándose», añade desde Iruñea el especialista. Martorell, que califica la experiencia de «experimento sin precedentes en Oriente Medio», lo considera asimismo «un buen método para unificar las formas de gobierno entre los kurdos de Irán, Iraq, Siria y Turquía y poner en marcha un sistema económico y social propios».
Se trata de una lectura que suscribe Akram Hesso, el mismo Presidente del cantón de Yazira. La complicada coyuntura bélica ha impedido que se puedan conducir unas elecciones, por lo que Hesso se siente obligado a explicar cómo ocupa un cargo de semejante responsabilidad desde hace ocho meses.
«Mantuvimos varias reuniones tras las que se creó un comité de 98 miembros representativos de entre las distintas comunidades y corrientes políticas. Ellos fueron los encargados de elegir a los 25 que conformamos hoy el Gobierno», explica este abogado que dice no estar vinculado a ningún partido político.
El pasado 15 de octubre el Parlamento de Kurdistán Sur votaba a favor del reconocimiento oficial de los tres cantones integrados en el Autogobierno Democrático e instaba a Erbil a que estrechara vínculos con las administraciones de Afrin, Kobani y Yazira.
Hesso habla de un «paso adelante», pero sin olvidar quiénes hacen posible que el Autogobierno Democrático sea hoy una realidad.
«A pocos kilómetros de aquí hay gente dando su vida para protegernos», recuerda Hesso. Afrin, Yazira o Kobani, añade, «no representan una cuestión puramente territorial sino también un ideal de convivencia pacífica».
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