Traducido del inglés por Beatriz Morales Bastos
En su artículo «La pezuña del diablo» Uri Avnery escribe como si estuviera dando consejos amistosos a los palestinos. Pero su verdadero mensaje es una despreciable amenaza: si formuláis vuestra lucha no como una lucha por un Estado palestino separado sino como una lucha por la completa igualdad con los judíos en un único Estado para toda Palestina, entonces nosotros, los judíos, os limpiaremos étnicamente de toda Palestina. Utilizando su estilo de «consejo amistoso» Avnery advierte [1]:
«No hay ninguna posibilidad en absoluto de que el público judío acepte, en esta generación o en la siguiente, vivir como una minoría en un Estado dominado por una mayoría árabe. El 99,99% de la población judía luchará contra esto con uñas y dientes. La demografía no dejará de perseguirlos, sino al contrario, los empujará hacer cosas que hoy son inconcebibles. La limpieza étnica se convertirá en un programa práctico. Incluso llevará a los israelíes moderados a los brazos de la extrema derecha fascista. Todos los medios de opresión se volverán aceptables cuando la mayoría judía adopte el objetivo de conseguir que los árabes salgan del país antes de que tengan una oportunidad de convertirse en mayoría».
Esto no es diferente de un matón de la Mafia que da «un consejo amistoso» al propietario de una tienda y le advierte acerca de cuáles serán las consecuencias de no pagar la tasa de «protección» de la Mafia. Aquí vemos al sionista Avnery dejando caer su máscara de «amable amigo de los palestinos» y dejando muy claro su verdadera postura: desafiad el proyecto sionista de una soberanía exclusivamente judía en la mayoría de Palestina y todos nosotros nos uniremos como «una extrema derecha fascista» para expulsaros de Palestina.
Examinemos más minuciosamente qué tienen en común Avnery y un matón de la Mafia. Éste último no quiere que el destinatario de su «consejo» sepa cómo puede ser derrotada la Mafia y no apoya los esfuerzos del pueblo para conseguirlo. Del mismo modo, Avnery no quiere que los palestinos sepan cómo se puede derrotar a los sionistas y no apoya los esfuerzos del pueblo para conseguirlo.
La pezuña del diablo de Avnery oculta el talón de Aquiles del sionismo
Avnery utiliza un lenguaje engañoso sobre la pezuña del diablo para ocultar el talón de Aquiles del sionismo. No quiere que los palestinos sepan que se puede derrotar al sionismo emprendiendo una guerra de clases contra él. El sionismo es la ideología y la práctica de una clase superior judía cuyo objetivo principal es dominar y explotar a una clase trabajadora principalmente judía. La estrategia principal para controlar a la clase trabajadora judía es hacer que los judíos ordinarios tengan tanto miedo de los no-judíos que se aferren a sus dirigentes judíos en busca de protección. Esta estrategia requiere fomentar la hostilidad de los no-judíos hacia los judíos, lo cual es el propósito de cada acto terrorista y de limpieza étnica judío contra los no-judíos. El desprecio que el sionismo tiene incluso por «su propio» pueblo es el talón de Aquiles del sionismo.
Una guerra de clase contra el sionismo puede derrotarlo. Como he discutido detalladamente en otra parte [2], una guerra de clase contra el sionismo podría, por ejemplo, exigir que las riquezas en manos de las dieciocho familias más ricas de Israel se utilizaran para devolver a los palestinos las propiedades que el sionismo les robó. Sólo la riqueza de estas dieciocho familias podría permitir que cada familia israelí que vive en una tierra robada o en una casa robada tuviera un millón de dólares para o bien comprar la propiedad a su propietario palestino original y legal, o bien devolverle la propiedad y utilizar el millón de dólares para construir una nueva casa para esa familia, lo que provocaría un boom económico inmobiliario que beneficiaría a prácticamente todo el mundo, judío o no-judío, en toda Palestina. Lejos de temerlo, los judíos ordinarios darían la bienvenida al retorno de los palestinos dentro de la Línea Verde si se hiciera de esta manera.
La clase dirigente sionista de Israel (y Uri Avnery) no quiere que este tipo de agenda política vea la luz del día. Le horroriza cualquier marco que sitúe a judíos y no-judíos ordinarios de Palestina en el mismo lado del problema. Quiere lo contrario y quiere que sus «enemigos» (desde Avnery a Hamas pasando por la OLP) acepten jugar el juego que consiste en hacer que judíos y no-judíos ordinarios sean necesariamente enemigos. Mientras se juegue este juego, la clase dirigente judía puede seguir llevando al abismo a los judíos ordinarios [3] de la misma manera que la clase dirigente estadounidense está llevando al abismo a los estadounidenses ordinarios mientras los controla con una «guerra contra el terrorismo».
Otra cosa que Avnery no quiere que los destinatarios de su «consejo» sepan es que un análisis de clase hace posible [4] volver a la opinión pública estadounidense en contra del sionismo y hacer una revolución en Estados Unidos, lo que privaría a la clase dirigente israelí del respaldo estadounidense que necesita para permanecer en el poder.
Otra cosa más que Avnery no quiere que sus «amigos» sepan es que el apoyo judío al sionismo ya no está más esculpido en piedra de lo que lo estaba el apoyo blanco al apartheid en Sudáfrica. Cuando los dirigentes se persuadan de que ya no es viable una estrategia abiertamente racista de control social porque demasiadas personas en todo el mundo la condenan, entonces, como en la Sudáfrica del presidente De Klerk, darán a «su propio» pueblo luz verde para rechazar lo que hasta entonces estaba más allá de toda crítica y lo que parecía imposible se volverá de pronto totalmente posible. Por ejemplo, en 1992 la BBC [5] informaba de que «los blancos sudafricanos han respaldado por una mayoría aplastante las reformas políticas para acabar con el apartheid y crear un gobierno multi-racial y plural…En una arrolladora victoria por el cambio, el gobierno ha arrasado en las elecciones en el conjunto de las cuatro provincias y en la totalidad de las 15 circunscripciones del referéndum excepto una… Obtuvo el 68,6% de los votos en unos resultados sin precedentes que en algunos distritos superaron el 96%». Avnery no quiere que los palestinos aprendan lecciones de este acontecimiento histórico.
Aunque Avnery no es mejor que un matón de la Mafia, el problema no es sólo Avnery. Personas íntegras que han estado defendiendo la solución de un Estado han sido negligentes en identificar la lucha como parte de una guerra de clase, una guerra de personas ordinarias de todo el mundo para derrocar a su elite dirigente y modelar la sociedad por medio de los valores de igualdad, democracia y solidaridad de la clase trabajadora. La consecuencia de este fracaso es que el «consejo» de Avnery persuade a mucha gente de que nuestra lucha es sin esperanza. Otra consecuencia es que los defensores de la solución de un Estado, al temer la permanente hostilidad de la opinión pública israelí hacia las justas demandas de los palestinos de que se les devuelvan sus propiedades traten de evitar hablar, e incluso de pensar, cómo se podrían satisfacer estas justas demandas; esto hace que a muchos palestinos la idea de un Estado les parezca un objetivo que realmente no responde a sus aspiraciones. Para imponernos al sionismo y a sus «pezuñas del diablo» como Uri Avnery necesitamos situarnos en el buen camino, la guerra de clase.
[1] N. de la t.: en la cita del artículo de Avnery reproducimos la traducción hecha por Carlos Sanchís y revisada por Caty R. publicada en Rebelión el 1 de septiembre de 2008, http://www.rebelion.org/noticia.php?id=72039
[2]John Spritzler, http://newdemocracyworld.org/War/OneStateisNotSnakeOil.htm
[3]John Spritzler, http://newdemocracyworld.org/class_conflict_in_israel.htm
[4] John Spritzler, http://newdemocracyworld.org/Revolution/SDP.htm
[5] http://news.bbc.co.uk/onthisday/hi/dates/stories/march/18/newsid_2524000/2524695.stm
Enlace con el original: http://spritzlerj.blogspot.com/2008/08/uri-avnerys-despicable-devils-hoof.html