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La destrucción del otro lado de la Muralla de Hierro

Fuentes: Rebelión

Ninguna de las anteriores carnicerías del impune Estado de Israel había generado tal grado de consternación. La principal razón de este nuevo coto alcanzado por el asombro no es el despliegue de una mayor dosis de sadismo; el verdadero motivo es que ahora, aunque sea débilmente, internet ha erosionado la dictadura informativa que como una […]

Ninguna de las anteriores carnicerías del impune Estado de Israel había generado tal grado de consternación. La principal razón de este nuevo coto alcanzado por el asombro no es el despliegue de una mayor dosis de sadismo; el verdadero motivo es que ahora, aunque sea débilmente, internet ha erosionado la dictadura informativa que como una losa pesaba sobre nosotros.

Los cambios en las comunicaciones han venido en beneficio de los árabes desde el momento que nadie duda de su rol en las revoluciones democráticas del 2011. Actualmente las redes sociales se han convertido en un eficaz medio para contrarrestar una propaganda cuyo principal mérito es la capacidad de amplificar cuatro o cinco ritornelos elaborados por el Estado israelita.

Uno de ellos afirma que los conquistadores responden a los misiles lanzados por Hamás, pretendiendo sepultar el hecho de que este intercambio de cohetes por misiles fue iniciado por Israel. Hamás por varios meses respetó la tregua hasta que el Estado colonial comenzó sus bombardeos a raíz del asesinato de los tres adolescentes judíos. En rigor, Hamás no arroja misiles, contraataca con cohetes, que es una arma muy dañina pero sin precisión ninguna. Israel sí tira misiles, un arma precisa que suele contener tungsteno, un metal que al estallar genera micro partículas radiactivas que no podrán ser extraídas del cuerpo. La propaganda israelita pretende modificar el porcentaje de civiles muertos por su bombardeo, pero en rigor todos los muertos palestinos son civiles: algunos serán militantes de Hamás y otros no. Hamás sólo tiene milicianos, civiles con armas, algunos de los cuales podrá tener gran experiencia militar, pero no tiene ni ejército ni armada ni fuerza aérea y su armamento es considerablemente prehistórico. Las Fuerzas Armadas israelíes en cambio tienen un ejército en toda la regla, con su marina y su espectacular fuerza aérea, respaldadas además por las Fuerzas Armadas norteamericanas: no en vano EEUU tiene una cuña bien encajada en Medio Oriente llamada Israel.

Esa cuña, cual niño sorprendido con la cara embadurnada de chocolate que se defiende acusando a su hermano que ostenta una cara enchastrada de mermelada, señala las atrocidades que llevan a cabo los diversos sectores de la ultra derecha árabe, pero sin mencionar que Israel es la principal responsable del fortalecimiento de la ultra derecha palestina, así como las potencias de Occidente son corresponsables del fortalecimiento del resto de la ultra derecha árabe a lo largo del siglo XX (ejemplo supremo: el Pacto del Quincey de 1945 entre EEUU y Arabia Saudita que contrarrestó, precisamente, la influencia cultural de Occidente). Israel, con esta operación sangrienta, ha conseguido tres cosas: 1- seguir vendiendo armas y servicios de seguridad; 2- generar nuevos militantes de Hamás y, 3- incrementar una inquietante judeofobia que desde todo punto de vista es funcional al actual régimen israelí, motivo por el cual la fomenta.

Otro pilar de la propaganda belicista sionista es decirnos a nosotros, los occidentales, que Israel es la última muralla defensiva ante el asedio de los bárbaros. Como comenta Robert Fisk (1): «La embajada de Tel Aviv en Dublín subía a su cuenta oficial en Twitter imágenes de la estatua de Molly Malone, símbolo de la noble ciudad de Dublín… ¡con un niqab, la larga pañoleta musulmana, en la cabeza! Sobre la imagen estaban escritas las palabras «Israel ahora, luego Dublín». «Otra imagen, destinada a París, mostraba a la Mona Lisa con un hiyab y un misil en las manos. Para Italia, los israelíes presentaron el David de Miguel Ángel con una falda hecha de explosivos. Dinamarca recibió una imagen de la Sirenita con una enorme arma de fuego. «Israel es la última frontera del mundo libre», rezaba la inscripción en cada una». Siguiendo esta línea, en Uruguay pudimos gozar de un video reproducido en youtube y elaborado por algún infradotado en el cual Gaza navega hasta nuestras costas para bombardearnos. Esta obra de arte afana imágenes de una imaginada invasión extraterrestre a Montevideo. ¿Qué podemos decir del bombardeo palestino al Palacio Salvo y de la Mona Lisa portando un misil? Que el horror de esas imágenes casi equipara el horror del genocidio que por diversos medios Israel viene llevando a cabo.

Mas, si acusamos a Israel de genocida, automáticamente pasaremos a la categoría de antisemitas. ¿Por qué? Porque el sionismo así lo dice. Genocidio sólo hay uno, como si el sionismo tuviera el copyright de esa palabra que usa como cobertura para hacer cualquier desastre. Si Hitler, uno de los variados nombres de Satanás, liquidó al pueblo judío, automáticamente ese genocidio lo convierte en el pueblo elegido de Dios. Los palestinos no pueden acceder a esa categoría y los armenios tampoco. ¿Por qué? Abraham Foxman, de la Liga Antidifamación, al cuestionar una resolución del Congreso norteamericano que tuviera el mal gusto de llamar a las cosas por su nombre, nos habla del porqué: «Seguimos creyendo firmemente que una resolución del Congreso en temas así es un recurso contraproducente y no fomentará la reconciliación entre turcos y armenios, y podría poner en peligro a la comunidad judía turca y la importante relación multilateral entre Israel, Turquía y los Estados Unidos».

De forma pareja, loables motivos impulsan a Israel a decirnos, en tanto mueve el índice cual maestra que conoce nuestros malos pensamientos, que el suyo es «el ejército más humano del mundo». No entraremos al berenjenal de analizar este concepto de lo humano. Sólo afirmaremos que si alguien se ha comportado de manera «civilizada» en este conflicto, ese alguien son los «bárbaros» de Hamás. De 67 bajas generadas en el enemigo, 64 de ellas fueron militares. Este porcentaje se explica porque no satisfecha con bombardear por mar, tierra y aire, Israel ha invadido Gaza. Cuando Hamás pudo salir por intermedio de sus túneles a golpear, no salió a liquidar civiles: atacó, en pleno día, una fortaleza israelí. Ahora veamos cómo se comporta el ejército más humano del mundo: 5000 casas derruidas (hablamos de 385 km2 donde se hacinan 1.800.000 sometidos a bloqueo, con porcentajes espeluznantes de malnutrición y desocupación), 460.000 desplazados, 58.900 personas que perdieron sus casas, 9800 heridos (la mayoría de los cuales quedará ciego, paralítico o con los pulmones desechos) y 1898 muertos, de los cuales 447 son niños. Un 23,5% de las bajas generadas por el ejército más humano del mundo son niños. Ante esta brutalidad, que se suma a la expulsión, en siete décadas, de más de 4.600.000 palestinos, según información de la ONU, lo mínimo que podrían hacer es guardar silencio, sin embargo, en el colmo de la hipocresía afirman que la muerte de civiles es culpa de los agredidos y este disparate es amplificado alegremente por la prensa mundial y por los intelectuales defensores del genocidio, que todavía tienen la desvergüenza de afirmar que los terroristas musulmanes presionan y atemorizan a quienes levantamos la voz frente a esta matanza que entrevera sangre con los escombros de casas, escuelas, mezquitas y hospitales.

Los adláteres de Israel nos han citado hasta el hartazgo frases de odio de Hamás hacia un Estado que ha arrinconado y masacrado a los palestinos. Por nuestra parte citaremos a Zeev Javotinsky, importante intelectual sionista que tiene nuestro respecto por ser un lobo que estaba sumamente orgulloso de ser lobo y no andaba travistiéndose de oveja. Veamos lo que argumentaba en 1923 en La muralla de hierro: «No cabe pensar en una reconciliación voluntaria entre nosotros y los árabes, ni ahora ni en un futuro previsible. Toda la gente inteligente, salvo los ciegos de nacimiento, comprendieron hace mucho la completa imposibilidad de llegar a acuerdos voluntarios con los árabes de Palestina para transformar Palestina de país árabe en país con una mayoría judía. Cualquiera de vosotros tiene una idea general de la historia de las colonizaciones. Buscad aunque sea un sólo ejemplo de que la colonización de un país se haya producido con el acuerdo de la población nativa. Eso nunca ha ocurrido». «Los nativos luchaban porque cualquier tipo de colonización, en cualquier parte, en cualquier época, es inadmisible para cualquier pueblo nativo». «No podemos dar ninguna compensación por Palestina, ni a los palestinos ni a los demás árabes. Por tanto, es inconcebible un acuerdo voluntario. Cualquier colonización, aun la más restringida, debe desarrollarse desafiando la voluntad de la población nativa. Por lo tanto, sólo puede continuar y desarrollarse bajo el escudo de fuerza que incluye una Muralla de Hierro impenetrable para la población local. Tal es nuestra política árabe. Formularla de cualquier otro modo sería hipocresía» (2).

El lector podrá decir lo que se le antoje acerca del texto que acabamos de citar, pero no podrá negar la precisión del expositor. Debemos situarnos, para entenderlo, en la Rusia de fines del XIX, cuando tras el pogromo de Kishinev   (casualmente, como si asistiéramos a una tragedia en forma circular, tras la muerte de un joven cristiano se acusó sin fundamento a los judíos y de allí la masacre) el autor decidió sumarse a las filas del sionismo. No fue el primero ni el último de los pogromos que aunados a una milenaria persecución generó variadas reacciones en un pensamiento judío que se ha caracterizado históricamente por la exuberancia de tendencias, pero a los efectos de este artículo, concentrémonos en una de ellas. Jabotinsky, en su Carta de la Autonomía de 1904 dirá, para el mayor asombro del lector: «Es imposible que alguien se asimile a gente que tiene una sangre distinta a la suya. Para asimilarse, tiene que cambiar su cuerpo, ha de convertirse en uno de ellos en la sangre. No puede haber asimilación. Nunca hemos de permitir cosas como el matrimonio mixto porque la preservación de la integridad nacional sólo es posible mediante la pureza racial y al efecto hemos de tener ese territorio en el que nuestro pueblo constituirá los habitantes racialmente puros (…). La perspectiva espiritual de un hombre viene determinada primariamente por su estructura física. Por eso no creemos en la asimilación espiritual. Es imposible, desde el punto de vista físico, que un judío nacido de una familia de sangre puramente judía pueda ser adoptado por la perspectiva espiritual de un alemán o de un francés. Puede ser totalmente imbuido por ese flujo alemán, pero el núcleo de su estructura espiritual será siempre judía».

Así se hablaba en aquella época. De sobra sabemos cómo se habla en la nuestra y esta capacidad para embellecer con palabras turbios propósitos es una linda medida de nuestra decadencia. De ahora en más seguiremos condenados a recibir un bombardeo informativo que pretenderá vestir al lobo con el vellón del ejército más humano del mundo en tanto del otro lado del globo los palestinos   estarán condenados a recibir dentro de un tiempo otra serie de bombardeos de un tipo diferente al que recibiremos nosotros.   Mientras tanto, Israel seguirá estrangulándolos y extendiendo sus fronteras y desatendiendo las advertencias de la ONU y brindándole a los colonos exoneración impositiva, transporte y educación gratuita. Seguirá vendiendo armas (cuarto exportador del mundo) y exportando la especialidad de la casa: tecnologías de seguridad y vigilancia. En estos lindos rubros girará una economía que requiere, de tarde en tarde, así como un motor necesita gasolina, un bombardeo del otro lado de La Muralla de Hierro.

Notas

(1) http://rebelion.org/noticia.php?id=188390)

(2)http://web.archive.org/web/20050225095705/ar.geocities.com/obserflictos/jabotinski.html

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