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Crónicas congresuales VI

La Diada anuncia un nuevo curso

Fuentes: Rebelión

La vuelta al cole congresual ha resultado ser bastante movida. El primer Pleno, 11 de septiembre, coincide con la Diada catalana. En el hemiciclo los móviles echan humo. Desde el primer momento los compañeros de Amaiur desplazados a Barcelona para participar solidariamente en la manifestación nos informan de lo que, conforme avanza el tiempo, no […]


La vuelta al cole congresual ha resultado ser bastante movida. El primer Pleno, 11 de septiembre, coincide con la Diada catalana. En el hemiciclo los móviles echan humo. Desde el primer momento los compañeros de Amaiur desplazados a Barcelona para participar solidariamente en la manifestación nos informan de lo que, conforme avanza el tiempo, no terminan de creerse: ¡millón y medio de personas gritando «Independencia»! La envidia les corroe -se supone que la sana-, pero ello no es obstáculo para que lo celebren largamente. Las ojeras con las que se presentaron al día siguiente, en Madrid, en el Congreso, evidenciaban un largo trasnoche solidario.

Al Gobierno del PP y a sus aplaudidores congresistas, la sonrisa triunfante y prepotente con la que, el pasado diciembre, tras su triunfo electoral, aparecieron en el Congreso, se les va convirtiendo cada vez más en un rictus un tanto acartonado. Rajoy y Montoro son la mejor muestra de ello.

Tras los fracasos en sus previsiones electorales en Andalucía y Asturias, las próximas elecciones de Galicia y la CAV no presagian tampoco nada bueno para el PP. Mientras tanto, en Catalunya se consolida una nueva realidad que, se quiera o no, va bastante más allá del pacto fiscal de CIU. Por otro lado, tras la exitosísima huelga general del 29 de marzo, la marejada social no ha cesado: movilizaciones en sanidad y educación, lucha de las poblaciones mineras, acciones y marcha del SAT…, revueltas todas ellas que, además, han puesto sobre la mesa distintas tradiciones asamblearias, participativas, de desobediencia civil y acción directa que han caracterizado las luchas obreras y populares en otras épocas. Y septiembre ha comenzado con más de lo mismo: la manifestación del 15-S en Madrid, cerco al Congreso el 25-S, huelga general en Euskal Herria el 26… En fin, las cosas están calentitas.

En Euskal Herria tampoco ha habido vacaciones. Las movilizaciones exigiendo la libertad para Josu Uribetxeberria han puesto de manifiesto una política gubernamental que, lejos de basarse en los derechos humanos y en la aplicación de la más estricta legalidad, sigue estando asentada en la venganza y el ensañamiento. Por otro lado, a la par que el Gobierno no duda en arrodillarse ante la más mínima exigencia del Banco Central Europeo o Angela Merkel, practica la desobediencia y el obstruccionismo ante el más alto Tribunal de Justicia de la Unión Europea, que ha sentenciado la profunda ilegalidad de la conocida como «doctrina Parot». Y mientras el gobierno se debilita y su partido chirría por ésta y otras causas (¡Esperanzita…!), el sentimiento solidario para con nuestros presos y presas se extiende y consolida en Euskal Herria.

Con todo, el Gobierno, cual Felipito Tacatún, sigue con su cansino «raca-raca» afirmando que su prioridad es el empleo y que todas sus medidas (apoyo a la banca, amnistía fiscal, recortes sociales, hachazos al desempleo, copago sanitario,…) van encaminadas a lograr este objetivo. ¡Cosas veredes…!

El 11 de septiembre, mientras se celebraba la Diada independentista, se discutió en el Congreso la prórroga a las ayudas de 400 euros para las personas que cesan en el cobro de la prestación por desempleo. Desde Amaiur denunciamos el sadismo del Gobierno que jugó hasta el último momento al gato y al ratón con cientos de miles de personas y sus familias («¿habrá ayudas; no las habrá?, ¿serán recortadas; no lo serán?») con el objetivo de crear una situación de shock sicológico que hiciera dar por buena después cualquier ayuda aprobada. Calificamos como «prestaciones limosneras» las ayudas aprobadas ya que tanto por su cuantía -400 euros/mes-, como por su duración -seis meses-, son absolutamente insuficientes para hacer frente a la situación de ese 22% de familias que viven por debajo del umbral de pobreza.

Pero es que, además, la regulación de estas ayudas-limosna es toda una carrera de obstáculos encaminada, no solo a disuadir y limitar su concesión, sino también a vigilar cual sospechosos de fraude social a sus beneficiarios. Pretende hacerles creer que son ellos los culpables de la situación de paro en la que se encuentran y no el sistema capitalista en el que vivimos y el Gobierno a su servicio, auténticos responsables de que hoy, con carácter general, sea prácticamente imposible que la gente desempleada pueda encontrar trabajo, más aún si se trata de mujeres, jóvenes o inmigrantes.

Y en esas estábamos cuando al volver a nuestra oficina parlamentaria me encuentro con dos invitaciones. En la primera, el Ministerio de Defensa, a quien el Gobierno acaba de incrementar sus presupuestos en 1.680 millones de euros, nos reserva a Amaiur una plaza para un Seminario sobre Seguridad y Defensa dirigida a los jóvenes de nuestra formación para debatir con otros de otros partidos sobre estos dos temas «de forma cordial y distendida». La invitación incluye una visita a una Unidad de las Fuerzas Armadas y anuncia como complemento «un viaje a Bruselas subvencionado por la OTAN».

La segunda invitación es de la Delegación del Gobierno de Navarra en Madrid a fin de acudir a la proyección del documental «Navarra, tierra de encierros», con imágenes de los ídem de distintos pueblos navarros y en la que un jotero interpretará las jotas «Cuando corro en el encierro», «Qué bravo es el navarrico», «Es la calle de los miedos» y «Quién ha corrido el encierro».

Agotado por el esfuerzo intelectual que supone aceptar que en el mundo tenga que haber de todo, incluido lo anterior, me voy a la cama a descansar.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.