Traducido del inglés para Rebelión por J. M.
La vida humana solo se refiere a la nuestra. La libertad solo importa cuando se trata de nosotros. Solo somos «Guardianes de nuestros hermanos», así se llama al ejército israelí a la operación para buscar los tres adolescentes secuestrados
Soldados israelíes interrogan a una familia palestina durante un allanamiento del campamento de refugiados de Jalazon, al norte de Ramallah en la Ribera Occidental, 16 de junio, 2014. Foto AFP
Solo a Israel se le permite llevar a cabo operaciones ilegales e inmorales. Solo a Israel se permite ser moralista, sentirse golpeado y gritar a los cuatro vientos cuando otros hacen lo mismo a Israel.
Solo a Israel se le permite tomar rehenes. Recordemos, por ejemplo, la captura el año 1989 del jeque Abd al-Karim Obeid, en una operación que no era un crimen de guerra menor que el secuestro de tres estudiantes de la escuela religiosa en la Ribera Occidental.
En esa operación Israel secuestró a 21 ciudadanos libaneses para utilizarlos de «moneda de cambio» para la liberación del desaparecido piloto Ron Arad, de la fuerza aérea de Israel. Además de Obeid y Mustafa Dirani, jefes de seguridad de la milicia Amal del Líbano, otros 19 jóvenes fueron secuestrados, entre ellos dos niños de 15 años y un hombre severamente discapacitado. No tenían ni idea de quién era Ron Arad y languidecieron en prisión durante años. Cuando las operaciones especiales de la brigada de élite Sayeret Matkal obligan secuestraron a Obeid, también mataron a un vecino que se atrevió a acercarse a su casa.
Se confeccionó una bolsa extragrande a medida del tamaño de Obeid. Fue un secuestro con fines de negociación, al igual que puede haber sido la de los tres adolescentes de Cisjordania. Pero Israel lo hizo y por lo tanto era legítimo. Casi nadie protestó, no se pidió al mundo que denunciase el rapto y nadie pensó definir a Israel como una «organización terrorista viciosa», como definió el jefe del Comando Central Nitzan Alon a Hamás el martes, declamando sus comentarios como un niño de bar-mitzvah, mientras miles de sus soldados hicieron la guerra en Cisjordania. Solo a Israel se le permite.
Solo a Israel se le permite ahora a arrestar a docenas de palestinos cada noche, la mayoría, si no todos, nada tienen que ver con el secuestro de los adolescentes. Solo a este país se le permite ahora poner en marcha una operación de castigo colectivo que incluye el acoso de decenas de miles de personas inocentes. Solo a Israel se le permite revolcarse en un baño de sentimentalismo religioso ultranacionalista, pegajoso y grasiento, y hablar patéticamente, en un abrir y cerrar de ojos, de la santidad de la vida de su gente, solo ellos. Y tal vez los secuestradores de los adolescentes, con su secuestro cruel, están tratando de conseguir la liberación de miles de hermanos suyos encarcelados por largos años en Israel, algunos de ellos sin el beneficio de juicio. Tal vez los tres estudiantes de la escuela religiosa también son «moneda de cambio».
Pero en el racismo como en el racismo, parafraseando una máxima: La vida humana solo se refiere a la nuestra, la preocupación por ella y su libertad solo importa cuando se trata de nosotros. Solo se nos permite ser nuestro «Guardián del hermano», como el ejército israelí llama en inglés a su operación. Solo atrévase a decir que los palestinos pueden usar la resistencia violenta contra la ocupación, incluso de acuerdo con el derecho internacional, y de inmediato será marcado como enemigo, hereje y traidor que debe ser encarcelado, como sucedió a la parlamentaria Haneen Zoabi, quien dijo a cada israelí en su momento acerca de los secuestros de los libaneses. Zoabi se equivocó cuando dijo que los secuestradores no son terroristas sino que cometieron un acto de terror mucho más limitado que los actos de terror de Israel.
Hay que esperar que los adolescentes estén vivos, temer por su seguridad y rezar para que los liberen sanos y salvos, pero lo que está pasando mientras tanto en el abstraído Israel está lejos de ser su «mejor momento». Es una de las horas más amargas de Israel. Todas las semillas del ultranacionalismo y el mesianismo que se han plantado en los últimos años están germinando ahora y florecen en los macizos de flores de la podredumbre. Todos los odios israelíes han levantado sus cabezas a raíz del secuestro de tres estudiantes de la escuela religiosa cuyo lugar de aprendizaje está en el corazón del territorio ocupado. Toda su destructividad e intolerancia hacia otros puntos de vista, toda la unidad y la caída de dignidad en Israel ahora se han reunido para exponer el ultranacionalismo como nunca. Todas las semillas de la religiosidad han brotado en un servicio de oración masiva liderada por las cadenas de televisión, que hasta las menores se han ofrecido voluntariamente al servicio de la propaganda. Nadie cuestiona las detenciones masivas, el nuevo encarcelamiento de los palestinos que fueron liberados por el acuerdo de intercambio de Gilad Shalit, las detenciones de miembros del Parlamento palestino, las deportaciones a la Franja de Gaza y el belicismo. Cualquier persona que lo haga sellará su destino.
Todo esto se permite a Israel, solo a Israel. Las víctimas inmediatas del «mejor momento» son las miserables familias de los adolescentes secuestrados y decenas de miles de palestinos. Pero después de que termine este asunto la luz subirá en un nuevo Israel, aún más oscuro.
Fuente: http://www.haaretz.com/opinion/.premium-1.599667
rCR