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La elección de Abu Mazen: resistir o rendirse

Fuentes: The Palestine Chronicle

Traducido por Nadia Hasan y revisado por Caty R.

Mientras Mahmoud Abbas (Abu Mazen) lucha por mantenerse en el poder, su reinado en la Cisjordania ocupada respaldado por Israel se está convirtiendo en un colosal desastre para los palestinos.

En medio de alentadoras señales de unidad en las conversaciones de El Cairo entre Hamás y Fatah, parece que en Ramala Abu Mazen sigue decidido a sobresalir como el sustituto más obediente del Estado sionista.

Su papel como jefe de la Autoridad Palestina sigue siendo mediocre. No sólo a pesar de su doble posición como líder de Fatah y la OLP, sino que además, Abu Mazen ha fracasado estrepitosamente en promover la causa de su pueblo más allá del marco de sus anteojos.

Esto es evidente en la desesperanza de su liderazgo caracterizado por ceder a la presión constante y por «dar» sin «recibir» nada a cambio. Se trata de un fallo catastrófico por su parte y la de su totalmente desacreditada élite de compañeros para reconocer la asimetría en las relaciones de poder entre Israel y la Autoridad Palestina. Trágicamente, manteniéndose fijo como funcionario de un estado colonial, los colonos no le permiten la movilidad ni el espacio necesarios que le permitan pasar a la movilización de cualquier forma de resistencia.

El resultado del abandono de la resistencia a cambio de la ilusión de «conversaciones de paz» es lo que Ben White, describe en su última columna para The Guardian, titulada «La verdadera historia de Israel y Palestina en Cisjordania». La vida en Cisjordania se describe terriblemente como «la ocupación como algo normal», mientras que Abu Mazen se mantiene en letargo, esperando que lo despierten a tiempo para posar para una foto junto a los nuevos líderes de la derecha israelí.

«Esta semana, durante tres días consecutivos, las fuerzas israelíes invadieron Jayyous, un pueblo que lucha por su supervivencia mientras sus tierras agrícolas son robadas por el muro y las colonias judías. Los soldados ocuparon las casas, detuvieron a los residentes, bloquearon los caminos de acceso, asaltaron las propiedades, golpearon a los manifestantes y plantaron la bandera israelí en el tejado de varios edificios».

Esto no es todo. También a principios de esta semana, Israel reforzó todavía más las restricciones a la circulación de los palestinos y los derechos de residencia en Jerusalén Este, cerrando el paso que aún quedaba entre el muro y el barrio de Ar-Ram de la ciudad. Esto significa que decenas de miles de palestinos están ahora aislados del resto de la ciudad y los que tienen el permiso necesario ahora tendrán que dirigirse hacia el norte para poder entrar en la ciudad, utilizando el puesto de control de Qalandiya, según White.

Mientras Abu Mazen se concentra en fumar la «pipa de la paz» con Netanyahu en un intento de mantener su «legitimidad» como un socio creíble, su visión se oscurece por la horrible realidad de los acontecimientos alrededor de su precioso trono. Según informa White, Israel ha continuado su proceso de judaización, reforzado por medio de la burocracia y las excavadoras. Vergonzosamente -aunque no sorprendente, ya que Abu Mazen es un componente clave de una de las herramientas de la ocupación, la burocracia- ninguno de sus compañeros de la élite ha pronunciado una palabra de protesta, o por extensión, sus diplomáticos destinados en el extranjero, acerca de la última restricción del corredor de Ar-Ram.

De hecho, en Sudáfrica, el presidente Kgalema Motlanthe, mientras prometía donaciones en solidaridad con Palestina, dijo en una reunión electoral en Lenasia que mantendría las relaciones diplomáticas con Israel. Esta decisión, explicó, es para permitir el acceso a los territorios ocupados. Que el gobierno dirigido por el ANC no esté dispuesto a ceder a las demandas de uno de sus principales aliados, COSATU, de cortar los vínculos con Israel, es un reflejo de la escasa representación del embajador de Abu Mazen en Pretoria.

La última vez que oímos hablar de Ali Halimeh, el embajador de Al Fatah en Sudáfrica, fue cuando se le ofreció la oportunidad, a mediados de enero, de informar a los miembros de la Asamblea Nacional de la Comisión de Asuntos Exteriores sobre los horrores de la masacre israelí en Gaza. Arruinó la ocasión entonces culpando a las víctimas por haber provocado la ira de Israel. En un decepcionante enfoque, las declaraciones de Halimeh facilitaron las declaraciones del día siguiente del enviado israelí, a quien le resultó muy fácil culpar a Hamás.

Éste es precisamente el problema de la «burocracia» cuando está hermanada con «excavadoras» para avanzar con rapidez en la absorción por parte de Israel de toda Palestina y el confinamiento de los palestinos en «bantustanes». La falta de presión de Halimeh para abogar por el aislamiento de Israel en la estela de la enfática insistencia de mantener lazos con Israel de Motlanthe simboliza la debilidad de Abu Mazen.

¿La ilusión de Abu Mazen de cualquier iniciativa sincera por parte de los dirigentes israelíes es una expectativa realista que comparte con su élite gobernante? ¿O es más realista esperar que tales ilusiones se rompan con nuevos datos sobre el recorrido del muro?

De hecho, el recorrido del muro y el enorme número de palestinos que se ven afectados, directa e indirectamente, sigue siendo una burla frente a cualquier plan para un Estado palestino, según afirma White.

No es de extrañar, por lo tanto, que los acontecimientos que ocurren en Cisjordania se vean por parte de muchos comentaristas liberales de medios de comunicación en EEUU -sobre todo a raíz de las elecciones en Israel- como el fin del paradigma de los dos estados. La alusión de White a este nuevo hecho queda subrayada por su referencia a Juan Cole, un profesor de historia y bloguero, que señaló que actualmente sólo quedan tres opciones para Israel/Palestina: «apartheid», «expulsión» o «un solo Estado».

La lucha de Abu Mazen contra Hamás hizo eco en sus colegas de la élite, entre ellos Halimeh, ignorando el hecho de que antes de la existencia de Hamás, Israel estaba colonizando los territorios ocupados y mantenía un régimen étnico exclusivista. Estas observaciones de White, junto con el hecho de que si Hamás desapareciera mañana, la colonización israelí continuaría, es la cruda realidad de la elección a la que debe enfrentarse Abu Mazen: ¡resistir o rendirse!

Fuente: http://www.palestinechronicle.com/view_article_details.php?id=14881

Iqbal Jassat es el presidente de Media Review Network (MRN), un grupo de defensa con sede en Pretoria, Sudáfrica.