Traducción para Rebelión de Loles Oliván.
Aunque pueda parecer que Jordania se ha visto poco afectada por las revueltas árabes, ya en enero de 2011 los jordanos salieron a las calles por las mismas razones que lo hacían los tunecinos y los egipcios: protestar contra las condiciones económicas y la privatización de los recursos del Estado, exigir la dimisión del primer ministro y de su gabinete, y reivindicar la reforma política y el fin de la corrupción de la élite. Las protestas continúan con marchas casi todas las semanas e incluyen a grupos tradicionales de oposición como los Hermanos Musulmanes y de la izquierda, así como los autodenominados «movimientos populares» que se están formando por todo el país. Han surgido al menos dos organizaciones paraguas al objeto de unir a dichos movimientos. Los manifestantes están distribuidos geográficamente pero están unidos en su posición contra la corrupción y sus reclamaciones son expresamente políticas. Algunos llaman abiertamente a restringir los poderes del rey y a que se establezca una monarquía constitucional. Los grupos pro-reforma se están uniendo en torno a su rechazo de la nueva Ley electoral, que consideran que no da respuestas, y al boicot de las elecciones parlamentarias previstas para finales de 2012.
Quizá lo más espectacular de todo es el aumento de las protestas laborales, las huelgas y acciones similares. Solo en 2011, el Observatorio Obrero Jordano, una iniciativa del Centro Phenix de Economía y Estudios Informáticos con sede en Amán, documentó más de 800 acciones obreras. [1] El frente obrero comenzó a calentarse en el 2006 aunque en realidad lo ha hecho con las revueltas árabes que han obligado al régimen a ceder más espacio público a la disidencia política. El aumento de la acción obrera no tiene precedentes: trabajadores de todos los sectores, con la excepción de las fuerzas de seguridad, han realizado algún tipo de protesta. Maestros, empleados de banca, imanes, obreros de los fosfatos y del potasio, empleados universitarios, periodistas, taxistas, personal de enfermería y médicos de hospitales estatales; la lista continúa. Algunas de las acciones laborales también avanzan un programa político que coincide en gran medida con el de las protestas a favor de la reforma.
No es una coincidencia
El activismo obrero y sindical en Jordania se remonta a principios de los años 50. Desde al menos la mitad de los 70, sin embargo, se ha visto obstaculizado por la represión y la cooptación del gobierno, así como por luchas políticas internas. [2] Como resultado, hasta el año 2011, los sindicatos no representaban realmente a los trabajadores. La legislación jordana, por ejemplo, no proporciona ningún mecanismo para el establecimiento de nuevos sindicatos y obliga a los trabajadores a presentar sus quejas a través de los sindicatos oficiales y no a través de huelgas o protestas. El gobierno, de hecho, mantiene una estrecha vigilancia sobre todas y cada una de las asambleas públicas. Antes de 2011, los organizadores de asambleas o de protestas estaban obligados a obtener un permiso; en marzo de ese año, se modificó la ley para que únicamente deban informar a las autoridades de sus planes.
A pesar de estas restricciones, entre 2006 y 2009 se produjeron importantes protestas organizadas por trabajadores de los fosfatos, trabajadores portuarios y empleados temporales del sector público. Además, los trabajadores de las Zonas Industriales Calificadas (ZIC), principalmente expatriados, han organizado varias protestas en los últimos diez años -más de 30 sólo en 2010. En su condición de no-ciudadanos, estos trabajadores, mano de obra en condiciones de explotación, son vulnerables a la detención masiva y a la deportación. [3]
En 2010, el Observatorio Obrero Jordano informó de más de 140 acciones obreras de algún tipo, un aumento significativo respecto a los años anteriores. Las razones más obvias para la oleada de protestas se relacionó con la penosa situación económica: el aumento del costo de los combustibles y de los servicios públicos, la disminución de los salarios y el creciente desempleo. Los jordanos asociaron las difíciles circunstancias con la privatización de activos públicos clave coincidiendo con la crisis económica. La inquietud por poner «el país en venta» alcanzó tal dimensión que en 2008 que el rey Abdulá II se vio obligado a imprimir una refutación a página completa (en grande y en negrita) en el periódico semioficial, Al-Ra’y. El rey culpó al periodismo irresponsable por empañar el alcance de los logros económicos jordanos mientras defendía la iniciativa gubernamental de privatizar algunos de los recursos nacionales. [4]
Tal vez no sea una coincidencia que muchos de los trabajadores que protestaron antes de 2011 procedieran de los sectores directamente afectados por esa nueva política económica.
En julio de 2009, los trabajadores portuarios de la Corporación para el Desarrollo de Aqaba (creada en 2004 como parte de la Zona Económica Especial de Aqaba) hicieron huelga en protesta por la pérdida de empleos y por los términos de los acuerdos de compensación de viviendas conectados a la venta de los terrenos portuarios a un conglomerado empresarial de Emiratos Árabes Unidos. En una concentración de dos días participaron entre 3.000 y 4.000 personas. La gendarmería (conocida en Jordania como la Darak) hizo acto de presencia golpeando a los trabajadores, hiriendo gravemente a uno y deteniendo a otros 65, según Human Rights Watch y el Centro Nacional para los Derechos Humanos en Jordania. El dirigente de esta protesta sufrió un traslado de trabajo y un recorte de sueldo como castigo. La Federación General de Sindicatos, de filiación estatal, representaba inicialmente a los trabajadores portuarios pero los representantes de los trabajadores rechazaron finalmente su mediación por los compromisos que estaba dispuesta a asumir con la dirección. Los trabajadores portuarios posteriormente recibieron garantías oficiales de que podían establecer su propio sindicato y desde entonces han creado un comité directivo con ese propósito.
En 2009 se produjo otra huelga general entre los trabajadores de la Compañía de Fosfatos de Jordania que el Estado había vendido a inversionistas privados en 2006. Aunque los trabajadores del fosfato inicialmente aceptaron al representante asignado, el Sindicato General de Trabajadores de las Industrias Mineras y del Metal, expresaron una insatisfacción creciente ante su manera de negociar y establecieron su propio sindicato a finales de 2011. En febrero de 2012, los trabajadores bajo los auspicios de ese nuevo sindicato convocaron otra huelga que consiguió parar completamente el funcionamiento de la planta. La dirección se vio obligada a negociar con el sindicato independiente aunque oficialmente fue el Sindicato General de Trabajadores de las Industrias Mineras y del Metal el que firmó el acuerdo ya que el sindicato independiente no tiene estatuto legal.
Alrededor del 75% de las protestas en 2010 tuvieron que ver con trabajadores que procedían del sector privado. Pero las protestas del sector público, aunque menores en número, también allanaron el camino para que al año siguiente aumentaran las movilizaciones laborales dando voz a la reivindicación por el derecho a sindicalizarse. Por ejemplo, los maestros de escuela crearon el Comité para la Reactivación de la Asociación Profesional de Maestros. Los miembros de este comité organizaron 12 protestas en 2010 exigiendo salarios más altos así como la unión de los suyos. Los maestros también se hicieron visibles en las protestas políticas a principios de 2011, elevando sus reivindicaciones sindicales en medio de peticiones de dimisión del primer ministro, Samir al-Rifai y de su gobierno. A mediados de 2011, habían obtenido garantías del nuevo primer ministro, Ma’ruf al-Bajit, de que el gobierno redactaría la legislación necesaria para la formación de un sindicato de maestros. Más adelante en el mismo año, sin embargo, los dirigentes de los maestros percibieron que el gobierno estaba retrasándolo e hicieron un llamamiento de huelga a las bases. Los maestros respondieron y a principios de 2012, las escuelas cerraron lo que condujo a la creación de un sindicato y a la elección de representantes.
Antes de 2011, los empleadores (públicos y privados), el régimen y su aparato de seguridad respondían a menudo a las acciones laborales con coacción -detenciones, traslados y despidos punitivos, en particular de los organizadores. Alternativamente, los empleadores colgaban la zanahoria ante los líderes sindicales para disuadirlos de su activismo. En algunos casos, las reivindicaciones de los trabajadores se cumplían parcialmente, o se hacían promesas al respecto como medio de rebajar los enfrentamientos. Sin embargo, el gran número de movilizaciones laborales desde principios de 2011, junto con las pequeñas pero insistentes protestas políticas ha hecho que el régimen sea incapaz de sofocar el descontento de los trabajadores.
Empleados del Sector Público
El caso de los empleados temporales es ilustrativo tanto en términos de respuestas oficiales como porque su éxito inicial ha inspirado a muchos. Los empleados temporales de los que hablamos aquí trabajan directamente para los ministerios del gobierno. Estos trabajadores son contratados a veces también a través de empresas contratistas privadas. No tenían sindicato, ni oficial ni independiente, y en 2006 ganaban únicamente 90 dinares (127 dólares) al mes. En una era de políticas económicas neoliberales y de presiones para reducir el tamaño del sector público, el número de trabajadores en esa situación -caracterizada por la precariedad laboral, beneficios escasos o nulos, y los salarios bajos- ha aumentado en todo el mundo.
En mayo de 2006, los empleados temporales del Ministerio de Agricultura llevaron a cabo una sentada dirigida por Muhammad al-Sunayd, que desde entonces se ha convertido en la cara pública de su sindicato. Dos semanas después de esta acción, los trabajadores celebraron una reunión con Bajit, que entonces cumplía su primer mandato como primer ministro. (Fue destituido en noviembre de 2007 y reelegido en febrero de 2011.) Sus principales reivindicaciones eran mayores salarios, el nombramiento como funcionarios públicos, la seguridad del empleo que ello conlleva, y el derecho a prestaciones. Además, pidieron al primer ministro que se comprometiera a poner fin al sistema de coger empleados temporales en el sector público argumentando que se trataba de explotación. Los salarios se elevaron inmediatamente y, según los representantes de los trabajadores, el primer ministro se comprometió a que el gobierno convertiría a los empleados en funcionarios durante un período de tres años comenzando en 2007. Dado el gran número de trabajadores implicados, los representantes de los trabajadores consideraron este calendario razonable y estuvieron de acuerdo. Bajo la directiva de Bajit, el Consejo de Ministros emitió una resolución que indicaba la intención de acabar con el sistema de empleados temporales en los organismos públicos. Pero el gobierno del primer Ministro Nadir al-Dhahabi reemplazó a Bajit antes de que éste pudiera cumplir sus promesas.
Para exigir que el nuevo gobierno hiciera frente a los compromisos de su antecesor, los empleados organizaron una segunda sentada el 1 de mayo de 2007. En esta ocasión participaron 750 trabajadores convocados ante el edificio del Parlamento para marchar hasta la residencia del primer Ministro. Poco después, Abdalá II disolvió de nuevo al gobierno colocando a Samir al-Rifai y a su gabinete en el poder. Al-Rifai, bajo la presión creciente de las acciones de los trabajadores, cumplió finalmente el compromiso de integrar a los empleados temporales en la administración pública aunque imponiendo condiciones, por ejemplo, el requisito de la alfabetización, lo que excluía del acuerdo a cerca de 250 trabajadores. Además, aunque Bajit había afirmado el cese del sistema de empleados temporales en los ministerios, 250 empleados de esta categoría fueron contratados después de esa decisión. Cuando éstos 250 fueron despedidos abruptamente, los jornaleros protagonizaron otra protesta el 1 de mayo de 2010, esta vez ante el Complejo de los Sindicatos Profesionales en Amán, exigiendo la reincorporación de esos trabajadores y acusando al Ministerio de malversación de fondos públicos. En esta protesta, Muhammad al-Sunayd fue informado de que había sido despedido de su trabajo en el Ministerio de Agricultura. Dos semanas más tarde, en una sentada ante un acto al que asistía el ministro de Agricultura, Sunayd fue detenido y acusado de difamar al ministro. La detención de Sunayd impulsó nuevas protestas con concentraciones que tuvieron lugar de forma casi semanal en 2010. Fue puesto en libertad en cuestión de días pero no fue reintegrado a su puesto de trabajo durante un año. Hasta el momento en que Sunayd fue entrevistado para este artículo, había sido detenido cuatro veces y fue detenido nuevamente en julio de 2012 después de hacer un llamamiento a la Darak para que detuviera a «los corruptos». [5] Los dirigentes del movimiento de empleados en los ayuntamientos también han sido víctimas de detenciones.
Los dirigentes sindicales como Sunayd representan un nuevo rostro de la militancia en Jordania. Él mismo es desde hace tiempo un empleado temporal que reside en Dhiban, considerada por algunos como el lugar en que se produjo la primera protesta política importante de 2011. En enero de ese año, los residentes de Dhiban protestaron contra el aumento de los precios, el mal uso de los recursos locales y la corrupción del gobierno, y exigieron la destitución del gobierno de al-Rifai. Como el propio Sunayd ha indicado, él y muchos militantes laborales consideran claramente que su labor se alinea con la creciente oposición política. En muchos aspectos, el trabajo de los dirigentes del movimiento de empleados temporales, de los trabajadores de los fosfatos, de los trabajadores portuarios y de los maestros sentaron las bases para la oleada de protestas de 2011.
Romper la barrera del miedo
En 2011, apenas hubo un día en que no se produjera algún tipo de acción laboral. Al final del año, el Observatorio Obrero de Jordania registró 829 protestas de los trabajadores, y este mismo grupo informa de que hasta mediados de 2012 ya se han producido 560 protestas laborales. Algunas de estas acciones laborales han sido breves y a pequeña escala y algunos manifestantes se han mostrado satisfechos con las rápidas concesiones por parte de sus direcciones. Otros trabajadores, sin embargo, han venido protestando desde hace varios años y sus reivindicaciones se han convertido en políticas. En 2011, el crecimiento del activismo obrero se vio impulsado por la valentía de los manifestantes en toda la región, así como por la aparente falta de voluntad del gobierno para aplastar las protestas en medio de una nueva y cargada atmósfera política.
Las manifestaciones de trabajadores fueron de la mano con las protestas más explícitamente políticas que se centraban en gran medida en la política económica, la corrupción y una mayor participación política. Y varias de las iniciativas laborales más importantes y más duraderas expresaban aspiraciones políticas junto a la reclamación del sustento básico. Los periodistas reclamaban libertad editorial. Los empleados temporales y otros trabajadores del sector público exigían una mayor responsabilidad financiera y acusaban a los responsables públicos de corrupción. Los trabajadores de los fosfatos estaban parcialmente motivados por las acusaciones de corrupción en la privatización de la compañía de fosfato de Jordania. En 2011, en efecto, un comité parlamentario inició una investigación sobre la venta de la compañía pero los resultados nunca se hicieron públicos. Uno de los objetivos más importantes del movimiento obrero emergente es el derecho de constituir sindicatos independientes y representativos. Es en este frente donde los activistas laborales más representativos han comenzado a unirse.
La legislación jordana estipula que los trabajadores tienen derecho a sindicarse; no obstante, el artículo 84 de la legislación laboral afirma que los trabajadores están restringidos a ser miembros en 17 sindicatos. Con algunas excepciones importantes, los sindicatos existentes están considerados tanto por los sindicalistas jordanos como por observadores externos como no representativos de los intereses de los trabajadores y demasiado estrechamente alineados con las políticas gubernamentales y los intereses empresariales. Además, como en muchos otros sectores de la vida pública, existe un largo y documentado historial de interferencias de la seguridad del Estado en las actividades sindicales, como en el nombramiento y aprobación de los dirigentes sindicales y de los representantes de los trabajadores. En 2010, sólo dos sindicatos celebraron elecciones a la presidencia y sólo tres de los 17 sindicatos celebraron elecciones para elegir a los miembros de su consejo. [6] Los activistas laborales informaron de que, incluso cuando se celebraron las elecciones, los sindicatos restringieron quienes podrían ser candidatos a los puestos y las elecciones fueron con frecuencia injustas.
Muchos de los activistas sindicales entrevistados para este artículo se han referido a sus intentos de actuar a través de sus sindicatos oficiales. Algunos, como los dirigentes del Sindicato Independiente de Trabajadores de la Electricidad de Jordania, declararon que habían trabajado durante años para dar nueva vida a esta institución y para abrirla a una mayor participación dando un acceso más amplio a los trabajadores. Esfuerzos similares se realizaron dentro de la Federación General de Sindicatos de Jordania. El sentimiento general entre los miembros del movimiento sindical independiente, sin embargo, es que tales iniciativas han fracasado en gran medida. En consecuencia, se ha puesto el énfasis en la creación de nuevos sindicatos que representen mejor a los trabajadores y que presionen para reescribir la ley de manera que estos nuevos sindicatos puedan recibir reconocimiento oficial. Aunque se han propuesto varias enmiendas a la legislación laboral con algún apoyo en el Parlamento, hasta la fecha no se ha producido ningún cambio legislativo. El Centro Phenix a través del Observatorio Obrero de Jordania, en su calidad de organización supervisora e informativa así como de grupo de apoyo, ha presentado un proyecto de nueva legislación que, según defienden, es necesario para que Jordania cumpla sus obligaciones como miembro de la Organización Internacional del Trabajo. [7]
Mientras tanto, los militantes sindicales han tomado el asunto en sus propias manos. En junio de 2011, se habían creado seis sindicatos independientes sin pedir permiso a nadie, y otros grupos de trabajadores apuntaban en la misma dirección. Los trabajadores de estos sindicatos independientes han establecido su propia Federación General de Sindicatos Independientes. Dada su falta de estatuto legal, los sindicatos independientes no están autorizados a cobrar cuotas de afiliación, ni siquiera a abrir cuentas bancarias a nombre del sindicato. Por otra parte, las negociaciones o acuerdos que lleven a cabo en nombre de los trabajadores deben ser legitimados por los sindicatos legalmente reconocidos. Sin embargo, a pesar de su fracaso en la obtención del reconocimiento oficial, estos sindicatos independientes se han convertido en las tribunas de facto de los trabajadores y sus quejas. En los casos del Sindicato Independiente de Trabajadores del Fosfato y el Sindicato Independiente de Trabajadores de la Electricidad de Jordania, son los sindicatos independientes los que han ejercido el poder popular necesario para obligar a que la dirección se siente a la mesa. La lucha continúa para asegurar que los acuerdos se cumplan.
Como sostienen desde hace mucho tiempo los académicos de lo laboral en la región, no hay líneas duras ni rápidas entre los problemas económicos y las reivindicaciones políticas. [8] En Jordania, muchas de las reclamaciones laborales están vinculadas a quejas más amplias relativas a las políticas económicas neoliberales, a la corrupción y a la rendición de cuentas del gobierno que constituyen las preocupaciones medulares de los grupos políticos reformistas, tanto antiguos como nuevos. Algunas de las organizaciones obreras más polémicas y de más larga trayectoria han atacado al corazón de las políticas económicas neoliberales que han dado lugar, por ejemplo, a una mayor dependencia de los empleados temporales y de los trabajadores contratados en el sector público, o la privatización de las industrias nacionales, como la compañía de fosfatos. Es aquí donde las quejas de los trabajadores se superponen más explícitamente con las de la oposición política. A un nivel más profundo, la organización obrera y el movimiento sindical independiente tienen implicaciones de largo alcance para el desarrollo político ya que pueden ayudar a que surjan organizaciones de la sociedad civil más potentes y una oposición de base más amplia.
Con una deuda nacional que casi alcanza los 20 mil millones de dólares y una severa crisis de agua y de otros recursos naturales, las quejas de los trabajadores en Jordania no se atenderán fácilmente. Circulan rumores de que el gobierno está luchando para poder pagar los sueldos cada mes pese a las promesas saudíes y europeas de miles de millones en ayuda y al continuo apoyo financiero de Estados Unidos. Se trata de problemas antiguos que se han vuelto más agudos. Lo que ha cambiado es que los jordanos ya no se callan; y los militantes sindicales han estado a la vanguardia rompiendo la barrera del miedo.
Notas:
[1] Jordan Labor Watch: «Labor Protests in Jordan During 2011», número 1 (Amán, 2012).
[2] Hani al-Hurani: The Jordanian Labor Movement: History, Structure and Challenges (Bonn: Friedrich-Ebert-Stiftung, 2001), accessible en ingles online en: http://library.fes.de/fulltext/iez/01144toc.htm .
[3] National Labor Committee: US-Jordan Free Trade Agreement Descends into Human Trafficking and Involuntary Servitude (New York, 2006), accesible en inglés online en: http://www.nlcnet.org/admin/reports/files/Jordan_Report_2006.pdf
[4] Al-Ra’y, 2 de Julio de 2008.
[5] Fi al-Mirsad, 17 de Julio de 2012.
[6] Jordan Labor Watch: «Freedom of Association in Jordan,» número 2 (Amán, 2012).
[7] Phenix Center for Economics and Informatics Studies/Jordan Labor Watch: «A Draft Law Proposal: Trade Unions Activity Regulation» (Amán, Septiembre de 2011).
[8] Joel Beinin y Frederic Vairel: Social Movements, Mobilization and Contestation in the Middle East and North Africa (Stanford, CA: Stanford University Press, 2011).
Fuente: http://www.merip.org/mer/mer264/emergence-new-labor-movement-jordan