Traducido del inglés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos
«La carrera más bonita del mundo en el país más bonito del mundo», esta es la descripción popular del Giro d’Italia, una épica aventura ciclista que dura tres semanas y recorre 3.546 kilómetros.
El ciclismo en carretera es un deporte único en el escenario mundial ya que no hay barreras entre los corredores y los espectadores. El famoso poeta italiano Alessandro Baricco escribió: «Ver ciclismo es algo que si lo piensas no lo crees [… T odo el mundo en el pueblo está fuera haciendo picnic con el termo, la radio, un cortavientos y el programa abierto para adivinar quién es cada ciclista, ¡Una fiesta!».
Las tres primeras etapas de la carrera, a la que los organizadores han denominado este año «El Tour de la Paz», transcurrirán en Israel. Por primera ve el Giro empezará fuera de Europa antes de entrecruzar Italia y terminar en Roma. Uno de los acontecimientos deportivos más famosos de Italia, el Giro d’Italia, se ha convertido en parte de las celebraciones del 70 aniversario de la fundación del Estado de Israel y los organizadores esperan enviar un mensaje de tolerancia. Un relato muy hermoso, pero es probable que a muchas personas no se les escape que hay gato encerrado.
La inevitable política
Actualmente Israel y Palestina siguen estando en el centro de las tensiones internacionales, desde el movimiento internacional de boicot a Israel hasta las acusaciones de antisemitismo. Es probable que el hecho de organizar un gran acontecimiento deportivo en medio de ello no pueda evitar la política, especialmente porque millones de personas verán cómo la carrera atraviesa uno de los territorios más disputados del mundo.
El organizador del Giro d’Italia, RCS Sport, ha vencido a su rival ASO (organizador del Tour de France y la Vuelta a España) por primera vez al llevar el inicio de la carrera más allá de las fronteras europeas.
La elección de Israel tiene sentido desde el punto de vista logístico. El vuelo intercontinental para transportar a cientos de corredores, de personal y de patrocinadores de la tercera etapa en Israel a la cuarta en Sicilia solo supone unas horas de vuelo sobre el Mediterráneo. Para explotar esta oportunidad, probablemente RCS Sport era muy consciente de la necesidad de evitar la polémica.
El director del Giro d’Italia Mauro Vegni insistió en que «no mezclamos el deporte con la política» y que este es «el Tour de la Paz de Jerusalén a Roma». Explicó que las tres etapas israelíes se trazaron de acuerdo con las recomendaciones del ministro de Asuntos Exteriores italiano. Se mantienen dentro de los límites reconocidos por la ONU, anteriores a la guerra de 1967. El Giro evita los territorios [palestinos] ocupados donde el Estado de Israel viola hasta la fecha el derecho internacional.
¿Era suficiente esta precaución diplomática para mantener el Giro d’Italia al margen de la polémica? Quizá valga la pena examinar etapa aporetapa cómo se ha desarrollado esta cooperación geopolítica entre deporte y derecho internacional en nombre de no mezclar deporte y política.
Primera etapa: Jerusalén
El primer día de la carrera consistirá en una contrarreloj individual de 9.7 kilómetros en Jerusalén. Según la Corte Internacional de Justicia (CIJ) y la ONU, no hay una soberanía única sobre Jerusalén: Jerusalén Occidental está administrado por Israel, pero se reconoce que Jerusalén Oriental forma parte del territorio de Cisjordania ocupado ilegalmente por las fuerzas israelíes y que los palestinos reivindican como futura capital de un Estado autónomo.
No es de sorprender que la primera etapa del Giro tenga lugar exclusivamente en las calles de Jerusalén Occidental, la parte que se reconoce internacionalmente que forma parte del Estado de Israel. Cuando el material promocional oficial del Giro d’Italia publicado en noviembre lo denominó «Jerusalén Occidental» la reacción del Gobierno israelí fue inmediata. La ministra de Deporte y Cultura israelí Miri Regev y el ministro de Turismo Yariv Levin afirmaron en una declaración conjunta: «No existe Jerusalén Occidental y Jerusalén Oriental, sino un solo Jerusalén, la capital de Israel […] Esas publicaciones violan los acuerdos con el Gobierno israelí y si no se cambian Israel no participará en el evento».
Unas horas después los organizadores del Giro quitaron la palabra «Occidental» de su material promocional y afirmaron: «RCS Sport desea aclarar que el inicio del Giro d’Italia tendrá lugar en la ciudad de Jerusalén. Al presentar la ruta de la carrera se utilizó material técnico que contenía las palabras ‘Jerusalén Occidental’, debido al hecho de que la carrera se desarrollará logísticamente en esa parte de la ciudad. No obstante, hay que destacar que estas palabras, desprovistas de todo valor político, se eliminaron inmediatamente de todo el material relacionado con el Giro d’Italia«.
Según los organizadores, se considera que ignorar el estatuto legal de Jerusalén, el cual ha sido sancionado por la CIJ y cinco resoluciones de la ONU, carece de todo significado político, con lo que se doblegan al relato israelí que presenta a la Ciudad Santa como la capital indivisible de Israel.
Segunda etapa: de Haifa a Tel Aviv
La segunda etapa transcurrirá el 5 de mayo desde Haifa, el centro mediterráneo de la cultura árabe israelí, a lo largo de la costa hasta Tel Aviv, la actual capital de facto de Israel. El Estado de Israel se fundó hace 70 años y la llegada del Giro d’Italia a la ciudad formará parte de las celebraciones de ese aniversario.
En Haifa, en cambio, los acontecimientos relacionados con el 70 aniversario del nacimiento del país se conocen con otro nombre, el de Nakba, que en árabe significa la «catástrofe», cuando más de 700.000 árabes huyeron de sus hogares o fueron expulsados de ellos.
Cada año, con ocasión del aniversario del nacimiento del Estado de Israel, la población árabe exige que se reconozca la resolución 194 de la ONU que estipula que los refugiados que deseen retornar a sus hogares y vivir en paz con sus vecinos deben poder hacerlo lo antes posible y que se debe pagar a quienes decidan no retornar indemnizaciones por sus propiedades. Haifa es la ciudad simbólica de este éxodo.
Según la ONG israelí Zochrot, un grupo cuyo objetivo es mantener entre la población israelí la memoria histórica de la Nakba, la cantidad de residentes árabes que fueron expulsados o asesinados, o que huyeron de la ciudad en 1948 redujo la población palestina originaria de 75.000 a 3.500 personas. La población israelí, en cambio, ha aumentado hasta conformar más del 90 % de la población de Haifa.
Los refugiados de la Nakba y sus descendientes ahora viven sobre todo en Gaza, Cisjordania, Jordania, Líbano y Siria. Este año la población de Gaza emprendió la Gran Marcha del Retorno, una protesta simbólica que exige el reconocimiento del derecho de las personas refugiadas de 1948 a retornar a su patria. El 5 de mayo, mientras el pelotón del Giro d’Italia atraviesa las calles de Haifa, probablemente miles de personas sigan intentando salir de Gaza para lograr su derecho al retorno, tal como ha sido sancionado por la ONU.
Hasta la fecha en las protestas han muerto 45 civiles, incluidos dos periodistas. Todas estas personas fueron asesinadas por el ejército israelí en las inmediaciones de la frontera entre Gaza e Israel, a menos de 70 kilómetros de la línea de meta de la segunda etapa del Giro. Además, entre las miles de personas heridas había 30 atletas palestinos, incluido el ciclista Alaa al-Dali, de 21 años, que perdió una pierna debido a un disparo del ejército israelí.
Tercera etapa: de Beer-Sheva a Eilat
La última etapa tendrá lugar el 6 de mayo en el desierto del Negev: 229 kilómetros desde la capital provincial, Beer-Sheva, a la ciudad turística de Eilat situada en el mar Rojo. A primera vista el desierto de Negev parece una enorme extensión de sol y arena, con vastas partes marcadas en el mapa como propiedad estatal. De hecho, hay proyectos de construcción en curso para alojar a la cada vez mayor población de Israel, pero algunas de estas tierras están habitadas por los últimos pueblos nómadas del Negev, en aldeas el Estado no reconoció inmediatamente. Con el tiempo se reconocieron algunos de sus asentamientos y otros fueron destruidos. Todavía hay 35 aldeas no reconocidas que corren peligro de ser demolidas.
La ruta del Giro pasa por la mayor de las aldeas no reconocidas, Wadi al-Naam, en la que viven 13.000 fuera de la carretera principal que cruza el desierto. Cuando la carrera ciclista pase por la carretera asfaltada, a las personas que residen en Wadi al-Naam les costará ver el pelotón porque su aldea apenas tiene infraestructuras e incluso carece de una carretera adecuada que la una con el resto de la región.
No solo faltan calles, la aldea no está conectada al sistema de agua ni a la red eléctrica, y en las inmediaciones se instaló una fábrica de productos químicos, Neot Hovav, por lo que no es de extrañar que ahí se haya registrado una de las tasas de mortalidad infantil más altas de Israel. Human Rights Watch ha denunciado que la ausencia de servicios básicos en esta zona es inconstitucional ya que cada ciudadano del Estado de Israel debería tener iguales derechos a la proiedad, la igualdad y la dignidad.
Afirmación del control
Cuando una carrera ciclista atraviesa un país sus ciudadanos suelen dar la bienvenida a la carrera en las calles sin barreras, sin protección y sin tener que pagar una entrada. Se puede jugar un partido de fútbol a puerta cerrada pero no se puede controlar una carrera de 200 kilómetros por carreteras que pasan delante de casas, personas e infraestructuras locales durante semanas.
Para que una carrera importante por etapas tenga éxito se necesita la cooperación de la población local. Se requiere seguridad y control del territorio. Ser anfitrión de un acontecimiento deportivo de este tipo es en sí mismo tanto una forma de promoción turística como una afirmación por parte del Estado del pleno control que ejerce sobre la población que vive en el territorio.
En esas circunstancias es legítimo preguntarse cuanto menos si el Gobierno israelí está tratando de utilizar el Giro d’Italia para promover un relato nacionalista nuevo y más fuerte, empezando por Jerusalén como capital de Israel. La naturaleza de este deporte supone el reto de asegurar el territorio para que la carrera sea segura. De hecho, en la presentación del Giro en Jerusalén el Gobierno israelí declaró que este evento supondría la mayor operación de seguridad desde el nacimiento del Estado de Israel. Como siempre, el primer ministro Benjamin Netanyahu parece confiado.
Flavia Cappellini es productora de contenidos de televisión que cubre los medios de comunicación, el deporte y el ciclismo. Anteriormente trabajó para la RAI y English Press TV y tiene un máster en medios de comunicación de City, University of London.
Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar a la autora, a la traductora y Rebelión como fuente de la traducción.