«Se ha proclamado que el socialismo debía perfeccionarse. Nadie puede oponerse a este principio que es inherente y de constante aplicación a toda obra humana. ¿Pero es acaso abandonando los más elementales principios del marxismo-leninismo que puede perfeccionarse el socialismo? ¿Por qué las llamadas reformas tienen que marchar en un sentido capitalista? Nunca hemos aspirado […]
Fidel Castro
«[…] Quien, después de la experiencia de Europa y de Asia, hable de una política que no sea de clase y de un socialismo que no sea de clase, merece, simplemente, que se le meta en una jaula y se le exhiba al lado de algún canguro australiano«. [ii]
V. I. Lenin
El pasado 6 de junio en Rebelión se reproduce el artículo «El sector privado, ¿enemigo?», publicado originalmente en el portal OnCuba. El autor es Oniel Díaz Castellanos, una voz que se levanta en defensa del cuentapropismo cubano. El artículo es básicamente una respuesta al muy buen artículo de Luis Toledo Sande «¿Bombas de tiempo millonarias en Cuba?», publicado en La Jiribilla (y tomado por La Haine), donde el último autor nos muestra que la acumulación de capital es una amenaza para el socialismo. Las reflexiones de Díaz no consiguen refutar a Toledo Sande en nada. Sin embargo, ellas son muy interesantes por su capacidad de camufladamente sintetizar una gran cantidad de axiomas conservadores. Aquí compartimos algunos de ellos:
1) «La preocupación de asegurarse la vida y prosperar está presente en todos y cada uno de los habitantes de este planeta. ¿O los trabajadores de nuestras empresas estatales concurren a sus deberes laborales únicamente por vocación socialista? […]»
¿Tenemos que asumir que la «seguridad de la vida» y la «prosperidad» no tienen mucho que ver con el socialismo? Entendible para los apologistas del capital, inaceptable para los partidarios del socialismo. En el capitalismo, la prosperidad está reservada a un ínfimo sector de la población, así como la seguridad de la vida se le niega a la gran masa. El socialismo es la respuesta histórica. No nace, el socialismo, como negación del bienestar individual, sino como la base que lo posibilita. Efectivamente, el consciente trabajador estatal concurre por «vocación socialista», porque sabe que el socialismo es la única forma para extender la prosperidad individual. El problema de la consciencia es serio en un mundo capitalista como el nuestro. Pero esto de ninguna manera implica que en nombre de una ilusoria prosperidad se deba abortar el único camino posible. Es un absurdo que una complejidad en la consciencia sea resuelta mediante la alienación. Sólo es entendible desde la defensa del capital. La planteada contradicción entre prosperidad y socialismo revela que Díaz desconoce los principios elementales del socialismo.
2) «Si tenemos un sector privado con los defectos que todos conocemos es porque no hemos sido capaces de garantizarle un marco legal y condiciones que, además de establecer las lógicas restricciones, defina reglas de juego claras y que fomenten su desempeño saludable«.
Naturalmente el sector privado tiene «defectos» en un régimen socialista, por el hecho que le es ajeno a su naturaleza. Lo «privado» existe en el socialismo como residuo; en todo caso, como repliegue táctico o estratégico (como en la NEP o el Periodo Especial [iii] ). Lo «saludable» del sector privado corre a contramano de la profundización del socialismo.
3) La CEPAL, organismo internacional que Cuba preside desde hace unas semanas, tiene investigaciones y recomendaciones políticas claras de cuánto pueden las pequeñas empresas y los trabajadores autónomos contribuir al desarrollo, la prosperidad, y cómo emplearlas para disminuir brechas de desigualdad.
Primeras observaciones. En primer lugar, la Presidencia de Cuba es una cuestión formal, que no indica que la CEPAL [iv] cambie sustancialmente en algo eso. En segundo lugar, las recomendaciones son dirigidas a formaciones sociales capitalistas, lo cual no incluye a Cuba. En tercer lugar, lo que dice la CEPAL no puede tomarse como recomendaciones técnicas, ella tiene intrínseca una línea liberal-conservadora, su función histórica ha sido legitimar «técnicamente» el modelo hegemónico latinoamericano de turno. [v] [vi] En cuarto lugar, la CEPAL pertenece a las Naciones Unidas, una organización con autoridad moral «cuestionable»; muy veloz para crear Israel, muy lenta para resolver la cuestión Palestina.
No obstante, suponiendo que no estamos hablando de Cuba, hay que decir que las recomendaciones de CEPAL muestran un enorme problema metodológico: su base no es estudio empírico del capitalismo, sino de la ideológica ilusión de la burguesía. Un conocedor de historia contemporánea sabe que promover el «desarrollo» de las pequeñas empresas es una quimera. En la fase monopolista del capitalismo, las mismas son incapaces de caminar solas al ser improductivas por cuestión de escala. El proletariado [vii] no tiene ningún interés objetivo en subsidiar su incapacidad. ¿Para qué subsidiar las empresas que pagan los salarios más bajos e informales?
4) Hay que saber mirar hacia el exterior sin complejos y estar dispuestos a aprender de cualquier experiencia valiosa. Contrario a esto, Toledo Sande no reconoce los resultados de China y Vietnam en su tratamiento a la economía de mercado y a que el modo de producción asiático «es tan ajeno a la cultura del país como la realidad sueca (…)».
Díaz es seducido por China y Vietnam. ¿Qué representa esto? Como sabemos, ambos países se autoproclaman socialistas de mercado, estando eventualmente en el campo socialista de Cuba. Sin embargo, ¿efectivamente son socialistas? No depende de lo que uno dice ser, sino de lo que realmente es, el apóstol Mateo dijo: «Por los frutos os conoceréis». El Estado socialista se caracteriza por: 1) poder obrero, 2) propiedad social de los medios de producción, 3) inexistencia de explotación clasista y 4) organización de la producción en base al objetivo de satisfacer las necesidades siempre crecientes de la población. ¿China y Vietnam cumplen? En ambos países los Partidos Comunistas perdieron su carácter obrero, existe propiedad privada de los medios de producción, consecuentemente campea la explotación clasista y la producción se define a partir de la búsqueda del lucro vía mercado. Deng Xiaoping dijo la famosa metáfora: «No importa que el gato sea blanco o negro; mientras pueda cazar ratones, es un buen gato«, [viii] él quería expresar que no importa si estamos ante el capitalismo o socialismo, siempre que la economía crezca. Nosotros, cambiando radicalmente el contenido, podríamos parafrasearlo y decir: para definir la naturaleza de una determinada formación social, no importa si ella se dice capitalista o socialista, lo que la define son las relaciones sociales que emanan de ella.
Cabría detenerse en la ilustrativa metáfora del «gato» de Deng para ver el espíritu gatopardo que orbita los «socialismos de mercado». Deng aparenta decir «lo que importa no son los términos, sino lo que es verdaderamente»; como queriendo salir con realismo de la charlatanería de izquierda. Algo que sería positivo. No obstante, analizando, Deng está diciendo lo contrario: «no importa lo que es, sino lo que parece». La frase dice: «si la economía crece (si el gato caza ratones), no importa si lo hace a través de relaciones sociales capitalistas (gato negro) o socialistas (gato blanco)». Aquí está la trampa, las relaciones sociales de producción no son elementos superficiales, como lo sería el color del gato. Las relaciones sociales son el quid de la cuestión. Por lo tanto, la metáfora es: «lo importante es el lucro burgués, no importa si a nuestro capitalismo lo llamamos socialismo».
China y Vietnam, a su vez, tienen otro problema a ser analizado: ¿en qué sentido son modelo? Para las pretensiones de Díaz, que busca «prosperar» con la economía privada, el ejemplo es lógico, la palabra «mercado» ilusiona, aunque no se sepa bien de qué se trata. ¿Y para los trabajadores? El socialismo es esencialmente diferente al capitalismo, pero igual vale observar algunos índices. Un primer ejemplo, Cuba tiene un índice de mortalidad infantil de 4/00, China de 9,2/00 y Vietnam de 17,3/00. Un segundo ejemplo, Cuba tiene un índice de esperanza de vida de 79,6 años, China de 76 años y Vietnam de 75,5 años. Un tercer ejemplo, en el índice de desarrollo humano Cuba se encuentra en el puesto 68°, China en el 90° y Vietnam en el 115°. [ix] O sea, ¿los modelos propuestos, que van a llegar a las cuatro décadas de alto crecimiento económico, aún no alcanzan a los índices de desarrollo humano de la pobre Cuba? ¿No será a la inversa? ¿No será Cuba ejemplo para los trabajadores chinos y vietnamitas? La superioridad del socialismo no pasa por comparar índices elaborados con los propios criterios capitalistas, abstrayéndonos del contexto histórico-geográfico, pero la comparación es positiva para denunciar que la apología vacía al crecimiento oculta los antagonismos de clase, transformándose en una idea que legitima los intereses más reaccionarios.
También habría que pedirle a Díaz que no use el concepto de «modo de producción asiático» si no sabe de qué se trata. Este es una teorización de Marx para referir a un específico modo de producción precapitalista. Nada tiene que ver con la forma china-vietnamita contemporánea del modo de producción capitalista. Hecha la aclaración, hay que decir, que efectivamente Cuba no puede tomar el modelo chino-vietnamita. No por diferencias culturales, sino por cuestiones materiales. El capitalismo es un sistema global, hay distintos roles dependiendo de las posibilidades de las diversas formaciones sociales. Las formas nacionales del capitalismo están subordinadas a las necesidades del capital, no son una cuestión de mera voluntad, si así lo fuese, los 200 países independientes serían Estados de bienestar. China y Vietnam, por cuestiones histórico-geográficas, pueden ofrecer producir a escalas inimaginables para Cuba, lo cual anula cualquier posibilidad para la isla. Pero los cuentapropistas cubanos como Díaz no deben lamentar esta imposibilidad, si dicho modelo fuese viable y se aplicara, ellos serían liquidados al instante por el gran capital.
Resumiendo, el «socialismo de mercado» es capitalista, indeseable e inviable. Para todos es estéril insistir, para los revolucionarios por las primeras dos razones y para los pequeñoburgueses por la tercera.
5) «¿De dónde salió el socialismo que adoptó como modelo este país? ¿Acaso tenía Cuba en 1961 alguna similitud con la Alemania del siglo XIX o la Rusia zarista?«
Una de dos: a) Díaz desconoce absolutamente la historia del socialismo científico o b) Díaz expresa de forma casi insultante su repudio por las ideas de Marx, Engels y Lenin. Reducir el marxismo a la crítica de Marx y Engels a la sociedad alemana decimonónica es una verdadera originalidad, deberíamos saludar la «creatividad» de Díaz (si no fuera por la connotación reaccionaria). Es que ni los liberales más hostiles al marxismo han sugerido algo así. En cambio, no podemos también «elogiar» la «creatividad» por reducir el leninismo a Rusia. En este caso, el infeliz enunciado tiene larga data, surgió como muletilla propagandística de los renegados de la II Internacional en su discusión con el propio Lenin. Aunque es un argumento tan poco serio, que ni la intelectualidad burguesa ha insistido en él.
En cualquier caso, los límites de Díaz abarcan a la Revolución Cubana. Era esperable, ¿cómo quien no comprende el marxismo-leninismo puede entender su expresión en un espacio concreto? No obstante, el desconocimiento no lo salva de la ofensa. La sugerencia de que el socialismo cubano se inspiró en ideas pensadas para Alemania decimonónica o Rusia zarista ensucia la memoria de la Revolución. El socialismo no fue, ni es, ningún cuerpo ajeno a la nación. Como dijo el Comandante en Jefe: «En Cuba, el socialismo lo forjamos los cubanos, en auténtica y heroica lucha«.
6) «[…] [Toledo Sande] prefiere oponer al sector estatal y el privado al afirmar que «…no basta que numéricamente la propiedad social sea básica: es indispensable que resulte eficiente y que la privada no le pase por encima ni en los hechos ni a nivel simbólico». […] Esta filosofía de la «competencia» no es saludable para Cuba y resulta totalmente estéril. Ni la empresa estatal es necesariamente igual a socialismo, ni la empresa privada es el epítome del mal«.
Toledo Sande realiza un aporte de valor, mostrando desde el marxismo la amenaza que conlleva el desarrollo de la economía mercantil, siendo crucial, por lo tanto, que la propiedad social, además de ser ontológicamente superior, también logre mostrarse como tal. Lo que verdaderamente no es saludable para Cuba son quienes desconocen las leyes elementales de la economía política del socialismo y/o la promoción del desarrollo de relaciones sociales que conducen a la restauración capitalista.
Desde la óptica científica, el antagonismo clasista es una realidad insoslayable en una sociedad mercantil. El desarrollo del mercado inevitablemente desarrollará contradicciones de clase. Desconocer este movimiento responde claramente a los intereses burgueses, ya que implica ocultar la base de su dominación clasista y consecuentemente obtener el consenso que requiere su hegemonía. Por el lado contrario, exponer con claridad la contradicción antagónica de la sociedad mercantil es una acción revolucionaria. La naturaleza científica de su ideología es el gran elemento moralizador del proletariado, ya que es la garantía de que el único futuro posible para la humanidad es el comunismo.
7) Un elemento inexacto de los críticos cubanos del papel del mercado […] es vincular la desaparición de la URSS a las reformas orientadas hacia el mercado que se realizaron en ese país durante la Perestroika.
Esencialmente es correcta la tesis de los «críticos cubanos» (sería bueno que Díaz especifique a quiénes refiere, además de Toledo Sande), el socialismo cayó porque desde dentro de la Unión Soviética se desarrollaron mecanismos de mercado que carcomieron la base material del socialismo. Claro está, dicho mercado no comenzó con la perestroika. Tenemos la convicción de que los «críticos cubanos» no sostienen que las relaciones mercantiles en la URSS nacieron en la perestroika, sino que ese aporte «inexacto» le pertenece exclusivamente a Díaz. Por lo tanto, tendríamos que aclararle especialmente a Díaz, que la perestroika, si bien fue una radical profundización de las relaciones mercantiles, también fue la legalización (y legitimación ideológica) de un mercado preexistente. [x] Dicho de otro modo, el programa no se desarrolla exclusivamente por las ideas abstractas de mediocres cuadros oportunistas como Gorbachov o Yákovlev, sino que es la necesidad de un sector de la sociedad soviética surgido a partir de la privada acumulación de capital. Gorbachov no es más que la personificación de un sector de clase ideológicamente pequeñoburgués, que existió durante todos los años del poder soviético, pero que se fortaleció a ritmos acelerados tras las sucesivas medidas impulsadas a partir del XX Congreso del PCUS. [xi] Transcribimos la síntesis de Nilson Araújo de Souza:
«[…] Los cambios económicos de final de los años cincuenta y mediados de la década siguiente comenzaron a modificar la estructura y los métodos de gestión de la economía soviética, mediante la recreación de los mecanismos de mercado y la consecuente reducción del plan, o sea, de la acción consciente de los seres humanos sobre las «fuerzas productivas». Datan de la época medidas como: aumento de la autonomía de las cooperativas [koljoses], a través de la desarticulación de las Estaciones de Máquinas y Tractores y la consecuente venta de los equipamientos para las cooperativas; el aumento de la autonomía de gestión de cada empresa, con el fortalecimiento del cálculo económico y el autofinanciamiento por cada unidad productiva; intensificación de los mecanismos de incentivo individual en detrimento de los colectivos; fortalecimiento de la autonomía de los dirigentes de las empresas en detrimento del papel de los colectivos de los trabajadores, o sea, de la substitución de la gestión colectiva por la gestión individual; mayor poder de decisión para cada empresa en detrimento de los organismos centrales de planificación, los cuales, en su mayoría, como los órganos sectoriales, fueron desarticulados, intensificación de las relaciones comerciales y financieras con el mundo capitalista«. [xii]
Dichas reformas mercantiles, muy lejos de lo que creen los apologistas del capitalismo, además de ser negativas en aspectos asociados a la cuestión ideológica, también tuvieron notables efectos negativos en términos económicos. Las primeras reformas realizadas por Nikita Jrushchov llevaron de un crecimiento de 8% en 1960, a un 7% en 1961, un 6% en 1962 y un 4% en 1963. Tras la reforma de Alexéi Kosiguin de 1965 (ya en el periodo de Brézhnev), el producto per cápita que creció 33% en el quinquenio 1966-70, pasó a 24% en el quinquenio 1971-75, 18% en el quinquenio 1976-80 y 11% en el quinquenio 1981-85. [xiii]
En su momento, en el año 1967, los marxistas estadounidenses Leo Huberman y Paul Sweezy identificaron perfectamente que el tumbo trazado, a partir de las reformas mercantiles, era una «bomba» (para usar el término que bien utiliza Toledo Sande y que le molesta al cuentapropista Díaz):
Los portadores del régimen soviético reivindican […] [que] La Unión Soviética […] no sólo ha establecido los cimientos del socialismo […] sino que ha ido incluso mucho más allá […] levantando […] una sociedad […] en franco progreso y habiendo recorrido ya un largo trecho en la ruta hace su objetivo final, el comunismo […] ¡Si ello fuese cierto! […] resulta enormemente difícil encontrar argumentos que lo demuestren […] las inquietudes y motivaciones que operan sobre los diferentes individuos y familias están enfocadas directamente hacia los asuntos privados, […] el sistema económico suministra enormes oportunidades en cada profesión y una cantidad de bienes cada vez mayor […] tales motivaciones privadas contribuyen a moldear […] la fuerza de trabajo […] Sin embargo, el predominio de tales mecanismos y su indudable eficacia no pueden por menos de ejercer una profunda influencia en la calidad de la sociedad y en la «naturaleza humana» […] la privatización de la vida económica lleva necesariamente a la privatización de la vida social y a la pérdida de vitalidad de la vida política. De ello resulta un reforzamiento de los valores burgueses, de los criterios de éxito burgueses, de las formas de comportamiento burguesas. […] todos los marxistas reconocen la necesidad de alcanzar elevados niveles de vida para conseguir la realización de los objetivos socialistas […] [Pero] debería resultar evidente por la propia experiencia de los países capitalistas avanzados, que los mayores niveles de vida basados en la acumulación de bienes de uso privado […] no crean un «hombre nuevo» sino que, por el contrario, sacan a relucir otra vez los peores aspectos del «hombres viejo», estimulando la codicia y el egoísmo en los económicamente más afortunados, y la envidia y el odio en los menos afortunados […] ¿es concebible alguna otra forma de elevar el nivel de vida que sea más compatible con la realización de los objetivos socialistas? La respuesta es, sin duda, afirmativa […] la política socialista correcta consiste en producir […] bienes en las formas y cantidades más adecuadas para la satisfacción colectiva de las necesidades: automóviles de uso común, cocinas y comedores colectivos, lavaderos comunales por edificios o por barrios […] Semejante política […] no significaría sólo una utilización distinta de los bienes, sino también un diferente modelo de producción. En el caso concreto de los automóviles, una política de producción dirigida a las necesidades colectivas significa una producción estrictamente limitada, ya que, desde varios puntos de vista, el automóvil constituye un medio de transporte ineficaz e irracional. Por otra parte, el limitar formas de transporte, requiere un modelo muy diferente de inversión en carreteras, ferrocarriles, «metros», aeropuertos, etcétera […] Si los soviéticos se hubiesen embarcado en un programa de elevación del nivel de vida entendido en ese sentido, es decir, en un sentido socialista, tendrían toda la razón en sostener que […] están efectivamente «edificando la base material del comunismo». Pero no es éste el caso, ni podría serlo desde el momento en que la sociedad soviética está dirigida y sometida a un sistema de incentivos privados […] Y, puesto, que dicho rumbo apenas tiene nada que ver con la «edificación de la base material del comunismo» hemos de preguntarnos hacia dónde conduce»
Lo verdaderamente exitoso en la URSS fue la planificación centralizada, un éxito inigualable por ningún país capitalista que revela la superioridad de la acción consciente sobre la anarquía (tutelada por los monopolios) del mercado, es decir, del comunismo sobre el capitalismo. En los dos primeros planes quinquenales (1928-1937), realizados con enorme entusiasmo (incluso en medio de enormes dificultades: amenaza imperialista, sabotajes, aislamiento, atraso en todos los órdenes, etc.), la economía soviética cuadriplicó la producción, el producto per cápita aumento 370%. Algo que no fue pura estadística, ya que con dicho crecimiento floreció el nivel de vida del pueblo. A fines del segundo plan quinquenal, teniendo como base el zarismo, se multiplicó por cinco el número de médicos, se multiplicó el número de escolares por tres veces y media, se redujo el analfabetismo de 79% a 10%. Para sentir el espíritu que se vivía en el país del socialismo citemos a Albert Einstein, un genio de la ciencia que nadie se atreve a cuestionar: «[…] no existe la más remota posibilidad de divergencia en lo que se refiere a este asunto: la Unión Soviética, más que ningún otro gobierno contemporáneo, se está dedicando fervorosamente al desarrollo de la educación general y de la investigación científica para el beneficio de todos sus ciudadanos.» [xiv]
Otra mención merece el tema del comercio exterior soviético. La URSS profundizó su relación con los países capitalistas, quedando a merced de los vaivenes de los precios internacionales. El imperialismo aprovechó para asestarle importantes golpes económicos, fundamentalmente a partir de la depreciación del precio del petróleo durante los setenta. Dicho de forma general, el proceso de mercantilización de la economía soviética llevó a que la propia crisis capitalista sea un factor determinante en la desintegración del socialismo. Exactamente lo contrario a lo ocurrido en los treinta, donde a partir de la planificación centralizada, el Estado socialista creció en un contexto de profunda crisis en la economía capitalista.
A pesar de que las reformas mercantiles datar de los años de la desestalinización, la URSS era una economía esencialmente planificada en 1985. La crisis soviética existía al comenzar la perestroika, pero lejos estaba de ser una crisis terminal. Gorbachov fue la encarnación de la respuesta mercantil a los problemas que le había traído el propio uso de los mecanismos mercantiles. Naturalmente, el mercado era el problema, no la solución al socialismo. Los hechos hablan por sí solos, la perestroika no sólo no resolvió la crisis soviética, sino que llegó al extremo de desintegrar la URSS. Díaz desconoce que las reformas económicas no comenzaron en la perestroika y desconoce al mercado como el elemento que explica la desintegración del país. En síntesis, debería profundizar su conocimiento acerca de la historia soviética antes de corregir a otros.
8) Tal parece que ha surgido en el último año un miedo atroz al desarrollo del sector privado y cooperativo en Cuba. Quienes los critican como herramientas ineficaces para Cuba, ¿qué tienen que ofrecer como alternativa? ¿Cincuenta años más de centralización excesiva y tirar por la borda los lineamientos y la conceptualización del modelo económico que le ha costado años de discusión a este país? […]
Desde la perspectiva del proletariado, no se trata de miedo, sino de dar cuenta de la gran amenaza que representa la expansión del sector privado. Esto no es una novedad del último año, sino la constatación natural del estudio científico de los procesos históricos, como el soviético.
¿Díaz cree que mediante la expansión del mercado se perfecciona el socialismo? El problema no es responder esta pregunta, sino decir que su socialismo es capitalista. Si el socialismo fuera un gato, el socialismo de Díaz es un perro que se llama Gato. Consecuentemente tiene una mirada hostil al socialismo socialista que nos trajo la Revolución. Se refiere a nuestra historia como «Cincuenta años más de centralización excesiva». Pero citemos a Alarcón de Quesada para recordarle a Díaz que la centralización excesiva no fue tan «mala» (por lo menos para el pueblo cubano):
«[…] la Revolución puso fin al latifundio, la explotación, el analfabetismo el desempleo, la discriminación racial y de la mujer; eliminó el vicio, la corrupción y la prostitución; erradicó la miseria, la incultura y el abandono; hizo desaparecer numerosas enfermedades, redujo drásticamente la mortalidad infantil y materna, extendió la esperanza de vida y protegió a los ancianos y jubilados; sembró por todas partes escuelas y hospitales; multiplicó las universidades y los centros de cultura y recreación; construyó miles de kilómetros de caminos y carreteras; edificó centenares de miles de viviendas; electrifico el país; creó nuevas industrias y centenares de fábricas a todo lo largo de la Isla; nuestras flotas mercante y de pesca surcaron los mares y nuestros deportistas cosecharon trofeos en todo el mundo; las grandes masas accedieron a la educación a todos los niveles, a ellas se abrieron playas y clubes antes exclusivos de unos pocos, el pueblo humilde se apropió de las más diversas manifestaciones de la cultura y el deporte y aprendió a dominar la ciencia y la tecnología«. [xv]
¿Cuál es la alternativa, pregunta Díaz? La propiedad estatal es condición sine qua non para el socialismo, pero insuficiente si no es dirigida por la acción consciente. En contra de lo que Díaz sostiene, en Cuba existe una presencia mercantil excesiva, la cual excede el sector propiamente privado. Es necesario centralizar para perfeccionar la eficiencia. Esto simplificará la elaboración del plan, al tiempo que liberará fuerza de trabajo improductiva, que será necesaria para la expansión económica.
La alternativa de profundizar mediante más centralización no es nueva. En el gran debate económico en los sesenta, el Che argumentó sobre la necesidad de organizar el socialismo profundizando la acción consciente. En el Proceso de rectificación de errores y tendencias negativas, Fidel se inspiró en las ideas del Che para corregir el rumbo socialista. En la Batalla de las Ideas, luego de superado el Periodo Especial, la etapa más crítica de la Revolución, Fidel retomó la centralización que se había tomado en los ochenta. Aunque el proceso volvió a truncarse con su alejamiento de las tareas dirigentes. El proceso necesariamente implicaba tocar los intereses de los sectores de clase enriquecidos durante el Periodo Especial, algo que no pudo realizarse sin la unidad, voluntad y claridad que sintetizaba Fidel. El contexto actual parece ser más difícil, pero difícil no es imposible. El cumplimiento de las necesidades no siempre es sencillo, siempre hay fuerzas hostiles que tienen necesidades contrapuestas, sobre todo en un mundo que no ha superado el capitalismo.
Basándonos en la experiencia, podríamos mencionar el siguiente ejemplo inexistente pero inspirado en la realidad, ilustrativo para expresar una lógica socialista de resolución de problemas. Tenemos cuatro librerías, dos de ellas a menos de doscientos metros entre sí, todas venden los mismos libros, todas tienen cuatro trabajadores de dos turnos. Por otro lado, en una sucursal céntrica del BANDEC [xvi] tenemos una espera de una hora para la caja, ya que sólo funcionan dos de las seis ventanillas. ¿Por qué no centralizamos todas las librerías en una, nos quedamos con cuatro trabajadores para cumplir dos turnos, trasladamos ocho trabajadores a cumplir dos turnos en las cuatro ventanillas sobrantes en el banco y a los cuatro trabajadores que aun «sobran», le encomendamos, por decir algo necesario, digitalizar libros sin respaldo digital del acervo bibliotecario? Esta sería una dirección socialista para resolver un «problema».
La superioridad de la centralización ya puede observarse en Cuba. ¿Qué es lo más avanzado de la economía cubana? Sin temor a equivocarnos, uno de los mejores ejemplos, es la Industria Médico Farmacéutica, donde hay una enorme centralización, donde el funcionamiento está determinado por la acción consciente, con el fin de satisfacer las necesidades de la población. También puede observarse en el capitalismo superioridad de la centralización. Basta ver lo que funciona con más eficiencia en el capitalismo, no son las pequeñas empresas, sino los monopolios. Claro, ellos no funcionan motivados por las necesidades de la población, sino por el lucro, pero contra lo que dicen los liberales, su eficiencia no se debe a la presión de la competencia, sino a su planificación. Es muy ilustrativo ver que lo más eficiente del capitalismo funciona con una herramienta del socialismo: la acción consciente. Si de verdad queremos tomar los elementos más avanzados del capitalismo, deberíamos justamente profundizar la planificación centraliza. Que, como dice el Che, es «[…] el modo de ser de la sociedad socialista […]» [xvii] .
Claro que los tiempos cambiaron vertiginosamente. Indudablemente la desintegración de la Unión Soviética generó un atraso en notable en la consciencia política del proletariado internacional. En Cuba, el Periodo Especial explica un notorio retroceso en la sección cubana de la clase. Tenemos que asumir que las dificultades en el espacio subjetivo son cualitativamente mayores.
Por otro lado, estamos en mejores condiciones materiales para el perfeccionamiento del socialismo. Primero, alternativa no hay. ¿Cuál sería? ¿El capitalismo? ¿Un sistema que hace cincuenta años procura salir del pozo? [xviii] Segundo, la expansión de la informática es una enorme posibilidad para el socialismo. Mediante tecnologías que surgen a partir de ella podemos perfeccionar sustancialmente el plan, controlarlo con mayor rigurosidad y corregir velozmente los errores. También tecnologías del tipo constituyen grandes herramientas para fortalecer la conciencia. Por un lado, como medio para masificar la educación comunista, por otro lado, como medio que permite identificar las conductas antisociales que deber ser punidas con rigurosidad.
La falsedad como obviedad
Hay muchas más cosas que criticarle a Díaz, tenemos cuatro o cinco puntos más donde comente groseros errores. Pero creemos que basta con lo dicho hasta aquí, porque no nos interesa el caso en sí, sino denunciar, en él, frecuentes ideas reaccionarias camufladas de realismo. Este tipo de pensamiento es propio de nuestra época, donde la subjetividad burguesa ha ganado mucho terreno – en parte como compensación necesaria ante su debilidad objetiva -. Con más claridad que nunca, puede verse a la ciencia como la gran arma de la clase obrera para desarticular la ofensiva ideológica de la burguesía.
A modo de resumen, podríamos decir que los apuntes de Díaz aparentan criticar el «izquierdismo» desde el realismo. Eso no estaría mal, si fuese el caso. Pero Díaz realiza justamente lo contrario: criticar un artículo realista (el de Toledo Sande) desde los axiomas burgueses (la prosperidad nace del esfuerzo individual, el esfuerzo se realiza para enriquecerse privadamente, el ideal socialista es contrario a la producción de riqueza, la acumulación privada se complementa con la propiedad social, etc.). Tenemos que reconocer que su método es consecuente con sus intereses pequeñoburgueses, porque claramente es un ejemplo de idealismo metodológico. Díaz no parte de la realidad concreta, como el método científico exigiría, sino que lo hace de su ideal (en este caso, una socialidad próspera de millones de pequeños propietarios (algo que nunca existió, no existe, ni existirá)), para luego analizar la realidad en correspondencia con él. Díaz dice «considerar adecuadamente las condiciones reales del mundo en que vivimos y no de aquel en el que creemos vivir», ¡vaya contradicción! Lo verdaderamente utópico es el «socialismo capitalista». [xix]
En épocas de definiciones se presentan grandes amenazas, pero también grandes posibilidades. Estamos a la defensiva, pero tenemos que ganar, por ende, la historia exige contraatacar, llevando adelante respuestas contundentes desde la profundización de la primera fase del comunismo. Como nos enseñó Fidel, procedamos con «realismo, inteligencia y audacia«.
Notas:
[i] CASTRO, Fidel. Discurso pronunciado por Fidel Castro Ruz, Presidente de la República Cuba, en el acto de despedida de duelo a nuestros internacionalistas caídos durante el cumplimiento de honrosas misiones militares y civiles, efectuado en el Cacahual, el 7 de diciembre de 1989, «Año 31 de la Revolución«. Disponible en: http://www.cuba.cu/gobierno/
[ii] LENIN, Vladimir Ilich. Marx-Engels-Marxismo. Moscú: Progreso, s.d. p. 76
[iii] La Nueva Política Económica en la Unión Soviética (1921-8). El Periodo Especial en Tiempos de Paz en Cuba (1991-6).
[iv] Comisión Económica para América Latina y el Caribe
[v] Díaz plantea las recomendaciones de CEPAL como cuestiones puramente técnicas como carentes de ideología. Posteriormente contrapone la ideología a la ciencia. Evidentemente no logra dar cuenta que la neutralidad no existe. Adolfo Sánchez Vázquez construyó un concepto muy ilustrativo: «la ideología de la neutralidad ideológica«. El filósofo demuestra con él, que quienes declaran neutralidad son profundamente conservadores. Véase: SÁNCHEZ VÁZQUEZ, Adolfo. La ideología de la neutralidad ideológica. In. Id. A tiempo y destiempo: antología de ensayos. México: FCE, 2003. pp. 485 – 509
[vi] Para ver los movimientos de la CEPAL, véase que comenzó promoviendo el desarrollismo de Raúl Prebisch; siguió, en los años de Enrique Iglesias, con un giro neoliberal; hoy, con Alicia Bárcena, incentiva una especie de social-liberalismo.
[vii] Cuando hablamos de proletariado, estamos hablando de la clase compuesta por los asalariados. Un error frecuente es reducir esta clase al su sector industrial.
[viii] DENG Xiaoping. Wikiquote. Disponible: https://es.wikiquote.org/wiki/
[ix] Todos los datos son tomados del último Informe de Programa para de las Naciones Unidos para el Desarrollo. Véase: PNUD. Informe sobre Desarrollo Humano 2016. Nueva York: PNUD, 2016.
[x] Hace pocos años Ciencias Sociales editó una obra de dos marxistas norteamericanos, la cual tiene inmenso valor para comprender a través del materialismo histórico la desintegración soviética. Véase KEERAN, Roger. KENNY, Thomas. Socialismo Traicionado: Tras el colapso de la Unión Soviética (1917-1991). La Habana: Ciencias Sociales, 2015.
[xi] Partido Comunista de la Unión Soviética
[xii] SOUZA, Nilson Araújo de. Apud CAMPOS, Cláudio. A História Continua. São Paulo: Gráficas Brasileiras, 1992. p. 124-5. Traducción propia del portugués.
[xiii] Apud SOUZA, Nilson Araújo de. Ascensão e queda do Império Americano. São Paulo: Mandacaru, 2001. p. 46.
[xiv] EINSTEIN, Alberto. Hablan de la Unión Soviética. Futuro : Revista Popular. México, III Época, n. 9, nov. 1936. p. 13.
[xv] ALARCÓN, Ricardo. Cuba y su democracia. Buenos Aires: Nuestra América, 2004. p. 49.
[xvi] Banco de Crédito y Comercio
[xvii] GUEVARA, Ernesto Che. Sobre el sistema presupuestario de financiamiento. Bogotá: Ocean Sur, 2007. p. 29
[xviii] El sistema está en caída libre (probablemente este es el único contexto, donde el adjetivo «libre» caracteriza el capitalismo), nada les funciona, algo que está muriendo sólo puede ser atractivo para un suicida. Su principal potencia transita una profunda decadencia, expresada en un deterioro notable de su infraestructura, en una deuda estratosférica, en aventuras bélicas eternas, donde todos pierden, menos la burguesía del complejo industrial militar. Europa occidental se encuentra en una decadencia similar. Europa oriental vegeta en su decadencia. África, como desde hace mucho tiempo, sigue atravesada por las innumerables guerras, una miseria más atroz y el saqueo obsceno de sus recursos. América Latina permanece como patio trasero del imperialismo yanqui, los amagues de emanciparse son rápidamente aplastados con burguesías muy sumisas, si bien no sufre de guerras como África, padece una criminalidad común que tiene a la población conmocionada. En el castigado Medio Oriente, el nacionalismo árabe parece ser parte de la prehistoria, mientras paradójicamente emerge el medio evo de los terroristas. El espacio de la ex Unión Soviética está dirigido por una burguesía con formas especialmente mafiosas. La India es una bomba demográfica. Japón quedó estancado en los noventa. China crece a buen ritmo, pero de forma dependiente a los EUA, por lo tanto, no puede estar tranquila, el colapso del imperio es también el colapso de China, etc.
[xix] Claramente Díaz no utiliza la palabra burguesía, ni capitalismo. Puede que lo evite por el ámbito en el cual lo escribe. Puede que crea que el socialismo puede ser mercantil. No interesa el motivo. Desde una definición seria de las categorías (indispensable, no ya para discutir dentro de una corriente teórica, sino para simplemente comunicarse), Díaz es un claro defensor de las ideas capitalistas, no interesa si él las llama «socialistas», «comunistas» o lo que sea.
Agustín Casanova. Licenciado en Ciencia Política y Sociología por la Universidad Federal de Integración Latinoamericana (UNILA) (Brasil), máster en Estudios Contemporáneos de América Latina por la Universidad Rusa de Amistad de los Pueblos (RUDN) (Rusia). Actualmente está realizando un doctorado en Ciencias Filosóficas en la Universidad de Oriente (Cuba).
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