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Revoluciones árabes

La filosofía del «que os den»: entre el partido único y la pluralidad política

Fuentes: Al-Quds al-Arabi

Traducción del árabe para Rebelión de Alma Allende


Los custodios del despotismo se fatigan a sí mismos, nos fatigan a nosotros y estorban el futuro de nuestros países cuando se preguntan mezquinamente en torno al verdadero secreto de la Primavera Arabe y al momento en el que ésta amenaza a sus regímenes: ¿por qué precisamente ahora?

Este interrogante lo proponen los que sirven al poder aquí y allá con el objeto de cuestionar la cólera de los pueblos árabes y para acusar a las potencias extranjeras; también a veces lo utilizan, con las mejores intenciones, algunos simples a los que aterroriza el «caos».

No deja de ser asombroso que los asombrados hayan buscado puntos de unión al margen de la cólera cuando todos esos regímenes, sin excepción, habían dejado de ser estructuras estatales para convertirse en estructuras delictivas.

Esta analogía estructural, reflejada en el monopolio por parte de una sola familia de todos los recursos enraizados en su estructura civil, se manifiesta en el momento de sus caídas en una palabra que se repite una y otra vez en labios de los representantes de estos poderes decadentes: «que os den».

La palabra parece normal cuando la pronuncia un loco de vocabulario paupérrimo como Gadafi o cuando la dice su hijo Saif Al-Islam, el único entre los miembros de las familias violadoras que parece un matón a sueldo y no un matón patrón. Pero cuando dice «que os den» Walid Moalem, el ministro de Exteriores sirio, la cosa parece suscitar más interés. Pues el diccionario del régimen sirio es mucho más vasto que el corpulento Moalem. Y que el representante de un régimen edificado sobre el arte de la hipérbole y la creatividad recurra a esta palabra, indica no tanto su pobreza lingüística cuanto que el «que os den» contiene una profunda filosofía que nunca comprenderemos si atribuimos su uso sólo al mal gusto o a la mala educación.

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El «que os den» es la filosofía de los militares. De los buenos y de los malos, de los patriotas y de los proxenetas. Es la filosofía del partido único del gobernante que conduce las dictaduras militares a su ruina de manera cíclica mientras se mantienen firmes las dictaduras tribales, no porque sean justas sino porque no conocen la filosofía del «que os den» o, lo que es lo mismo, de la negación radical del otro, y basan su no-justicia en una especie de equilibrio entre familias.

El gran dirigente Abdel Nasser nunca pronunció explícitamente la palabra, quizás gracias a la lengua de Mohamed Hassanein Haykel -la más señera personalidad en los últimos sesenta años de historia en Egipto- (1) pero Nasser empleó metafóricamente el «que os den» y hasta con éxito cuando decidió enfrentarse a occidente nacionalizando el Canal de Suez y enfrentarse también a Arabia Saudí y a occidente en la guerra del Yemen; fracasó, en cambio, cuando ignoró el desenfreno del mariscal Abdel Hakim Amer (2) y no la pronunció, cuando debía, para reformar el ejército. Y llegó la Naksa (3). Pero no aplicó la política del «que os den» hasta el final y decidió dimitir; las masas salieron entonces a la calle para obligarle a seguir en el cargo y los opositores de Abdel Nasser cambiaron el eslogan gritado por sus partidarios, introduciendo una palabra cuya grosería no queda muy por debajo del «que os jodan»: «mierda, mierda, no dimites».

El «que os den» de los errores bienintencionados de un dictador justo y combativo se transformó en las repúblicas posteriores a Camp David (Repúblicas de la Paz y Repúblicas de Invitación a la Guerra) en el «que os den» del crimen con premeditación y alevosía; el crimen de la negación de los pueblos en favor de un puñado de individuos de la misma familia, como en el caso de Túnez, Yemen y Siria, o de un puñado de capitalistas que construyeron una familia alternativa para Mubarak hijo, que no tiene familia.

Tenemos que reconocer que los regímenes del «que os den» mantuvieron el culo pegado a la silla con la colaboración de un pensamiento y una propaganda mentirosos que falsean la realidad y la colorean en los tonos que el régimen criminal prefiere ver. Y de la misma manera que Rifaat Al-Assad, educado en la doctrina del «que os den», intenta huir ahora a la oposición para controlar su país en lugar de su sobrino, así la abyecta élite cultural intenta huir a las filas de los jóvenes, anhelantes tan solo de gloria personal para poder continuar robando las riquezas y reconstruir el principio del «que os den».

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Estos regímenes dementes no han hecho famosa la filosofía del «que os den» en defensa del territorio, sino que sólo la han puesto en práctica frente a los movimientos históricos, pues no fueron conscientes de que las sociedades árabes evolucionaban en dirección al individualismo a través del contacto directo de las nuevas generaciones con occidente, alejándose por tanto de la protección de las conniventes élites del «que os den».

Cuando se desencadenó la primera revolución árabe y lanzó el espanto en el corazón del Unico y Falso Dios de Túnez, los otro regímenes no aprendieron la lección, corrigiendo antes de que fuera tarde la doctrina del partido único en sus países, sino que respondieron de manera inflexible: Egipto no es Túnez, Libia no es Túnez ni Egipto, Yemen no es Túnez ni Egipto ni Libia, y por supuesto que Siria, ¡no se parece a ninguno de ellos!

La confianza de cada uno de estos Dioses Unicos y Falsos en la diferencia de sus países parece sugerir que tenían y tienen conciencia de la multiplicidad y diversidad de las circunstancias locales, en términos geográficos e históricos; pero en realidad se fundaba y se funda más bien en la convicción de la Unicidad de cada «que os den». Los labios de todos los dictadores dicen lo mismo: «Yo no caeré como Ben Alí o Gadafi». Las diferencias existen sin duda como realidades geográficas que imponen situaciones globales y regionales muy diferentes en cada revolución árabe. Desde el punto de vista geográfico, el mundo está poco interesado en aplicar una cirugía estructural en Túnez; desde el punto de vista geográfico, el mundo está interesado en aplicar a Egipto una cirugía lo más rápida posible; desde el punto de vista geográfico el mundo está interesado en aplicar a Libia una cirugía lo más costosa posible; desde el punto de vista geográfico, Arabia Saudí y los países del Golfo apuestan en Yemen por un tratamiento sin cirugía; desde el punto de vista geográfico, Siria es para todos ellos un enfermo ejemplar que sólo mejorará sometiéndose al mismo tiempo a un tratamiento y a una operación quirúrgica.

Sin embargo, las fuerzas internacionales y regionales no son el factor decisivo en las revoluciones árabes; no importa cuánto tarde una revolución en seguir a otra, ni cuánto más cueste una que otra, pues lo cierto es que todas las revoluciones acabarán triunfando porque se apoyan en la unidad histórica de unos pueblos que han sincronizado su despertar.

NOTAS DEL TRADUCTOR:

(1) Director del periódico Al-Ahram durante 17 años (entre 1957 y 1974), Hassanein Heykal es sin duda el analista más influyente de Egipto y del mundo árabe. Fue uno de los asesores ideológicos de Gamal Abdel Nasser.

(2) Abdel Hakim Amer participó junto a Nasser en el golpe contra la monarquía y se convirtió en ministro de Defensa y Jefe de Estado Mayor del ejército egipcio. Estaba al mando de las tropas egipcias en 1967 y se le hizo responsable de la derrota contra Israel.

(3) Naksa: la derrota en la guerra de los Seis Días en 1967 que llevó a la conquista del Sinaí por parte de Israel. La Naksa es la segunda Nakba, el segundo «desastre» fijado dolorosamente en la memoria de los palestinos y los árabes.

http://alquds.co.uk/index.asp?fname=today18qpt998.htm&arc=data20111111-1818qpt998.htm