La sureña Antártida es desde hace años el refugio de los negacionistas del cambio climático. La cantidad de hielo que rodea el continente aumenta, al contrario que el norteño Ártico, en el otro polo, que se derrite. Hay más hielo que nunca rodeando la Antártida, repiten una y otra vez los negacionistas. Sin embargo, es […]
La sureña Antártida es desde hace años el refugio de los negacionistas del cambio climático. La cantidad de hielo que rodea el continente aumenta, al contrario que el norteño Ártico, en el otro polo, que se derrite. Hay más hielo que nunca rodeando la Antártida, repiten una y otra vez los negacionistas. Sin embargo, es una verdad a medias. La Antártida en su conjunto pierde hielo. Y el hielo marino que rodea la Antártida crece, sí, pero por la topografía del continente y la forma del fondo marino, factores que influyen en los vientos y las corrientes alimentando un peculiar microcosmos, según la NASA, en un contexto de indiscutible calentamiento global. El año 2015 fue el más cálido desde que empezaron los registros en 1880.
Un nuevo estudio en el glaciar Langhovde, en la Antártida Oriental, ofrece más munición contra los negacionistas. Un equipo liderado por el glaciólogo británico Stewart Jamieson ha observado allí la formación de casi 8.000 lagos a partir de hielo derretido durante los veranos del periodo 2000-2013. Las imágenes de satélite muestran esa porción del continente blanco salpicada de hermosas manchas azules. «Se sabe que los lagos supraglaciales influyen en el derretimiento de la capa de hielo de Groenlandia y potencialmente causan la desintegración de la plataforma de hielo de la península Antártica [en la Antártida Occidental]», advierten los autores en su estudio, publicado en la revista especializada Geophysical Research Letters.
Jamieson, de la Universidad de Durham (Reino Unido), y sus colegas subrayan que, aparentemente, el agua de los nuevos lagos desaparece en el interior del glaciar, debilitándolo y facilitando su ruptura. En 2002, un fenómeno similar provocó el desgajamiento de un gigantesco bloque de hielo de 3.250 kilómetros cuadrados, la plataforma denominada Larsen B, en la península Antártica (Luxemburgo tiene 2.500 kilómetros cuadrados). Esta lengua de tierra, que apunta hacia Sudamérica, ha registrado históricamente, y al margen del resto de la Antártida, algunos de los mayores aumentos de temperatura en el hemisferio sur.
Es la primera vez que se detecta este fenómeno de los lagos azules en la Antártida Oriental, la mayor masa de hielo del planeta. «Durante mucho tiempo la gente ha asumido que esta parte del continente era relativamente estable, que no había muchos cambios, que es muy muy fría. Solo muy recientemente se han identificado los primeros lagos supraglaciales sobre el hielo», ha explicado Jamieson a The Washington Post.
El año 2015 fue el más cálido desde que empezaron los registros en 1880
El diario estadounidense detalla el porqué de la preocupación. En 2012, la NASA anunció un deshielo de la superficie de Groenlandia sin precedentes en los últimos 150 años. Y los indicios sugieren que este derretimiento está disparado por la formación de lagos supraglaciales. Estas masas de agua, formadas en verano por las altas temperaturas, pueden filtrarse y formar ríos bajo el hielo, facilitando el deshielo. Al llegar al mar, además, el agua dulce puede formar remolinos en el agua salada que faciliten la erosión en la parte frontal de los glaciares.
«El tamaño de estos lagos [en la Antártida Oriental] todavía no es suficientemente grande, pero si continúa el calentamiento del clima en el futuro solo podemos esperar que el tamaño y el número de estos lagos aumente», alerta Jamieson. En 2007, los científicos de la ONU advirtieron de que bastaría un deshielo parcial de los mantos de Groenlandia y el Antártico occidental para provocar, a lo largo de siglos, un incremento del nivel del mar de entre cuatro y seis metros, inundando multitud de ciudades costeras. Y la Antártida Oriental es la mayor masa de hielo del planeta.