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La frontera saudí-yemení, una línea en la arena

Fuentes: Al-Ajbar (edición en lengua inglesa)

Traducción para Rebelión de Loles Oliván.

La reciente publicación de que cientos de responsables oficiales y notables de Yemen han estado a nómina de los saudíes desde hace décadas arroja dudas sobre un acuerdo fronterizo de 2000 entre los dos países por el que Yemen concedió tres provincias a su vecino del norte.

Hace unos días, el periódico yemení Al-Shareh revelaba los nombres de altos funcionarios estatales y jeques tribales yemeníes que han estado recibiendo salarios mensuales de Arabia Saudí.

La mayoría de los yemeníes son conscientes de que sin ese dinero los saudíes no hubieran podido asegurarse la lealtad de responsables oficiales y figuras influyentes yemeníes para satisfacer los intereses de Riad.

El resultado más evidente de este soborno para muchos yemeníes ha sido la firma del Acuerdo fronterizo de Yedda en el año 2000, por el cual Yemen concedía finalmente las provincias de Asir, Najran y Yizan, bajo disputa desde hace décadas.

En este contexto, un grupo de activistas y defensores de derechos yemeníes ha anunciado recientemente la creación del Movimiento Asir para reclamar estas regiones.

Se describe a sí mismo como un movimiento «civil popular». Sus objetivos, de acuerdo con su declaración fundacional «inicial», son «crear conciencia en el interior de Yemen y establecer y profundizar la importancia de una conciencia nacional popular de sus derechos y territorios bajo ocupación saudí». Se están haciendo preparativos para poner en marcha un movimiento de protesta popular y civil contra los acuerdos fronterizos de Taif y Yedda.

El movimiento subraya la importancia de «unificar el frente interno rechazando el control saudí de los procesos de decisión yemeníes y acusar a las figuras públicas que han recibido dinero saudí».

A ello se suma la «importancia de emprender acciones legales contra ellos por haber participado y contribuido a la abdicación del derecho histórico de Yemen a sus territorios -ocupados por nuestro vecino usurpador- y sus riquezas, su tierra y sus recursos naturales».

Pero el movimiento ha surgido en un momento en el que Yemen se está transformando en moneda de cambio regional. Ello ha dado lugar a diversas posiciones críticas contra el movimiento, lo que ha originado que algunas personas se planteen dudas sobre su oportunidad y sus objetivos.

El director del Centro de Estudios Estratégicos Sabaa, Ahmed Seif al-Musaabi, ha declarado a Al-Ajbar que las reivindicaciones no pueden ser satisfechas, por lo que sitúa al movimiento en el contexto de un conflicto regional más amplio.

Sostiene que la frontera se acordó en el marco de acuerdos internacionales y se envió copia a Naciones Unidas. «El movimiento no tiene como objetivo el mejor interés para Yemen. Quiere arrastrar a los saudíes a batallas secundarias», afirma.

Musaabi ha acusado a Irán de apoyar y financiar el movimiento antes de declarar que no tiene ninguna posibilidad de éxito.

Sin embargo, el portavoz del movimiento, Abdul Rahman al-Ashwal rechaza tales acusaciones. Ha declarado a Al-Ajbar que el movimiento «no cuenta con partes que lo apoyen, yemeníes o no yemeníes, y nunca vamos a buscar ese apoyo».

Afirma que el movimiento celebrará «varias reuniones de consulta con abogados y expertos árabes y yemeníes para realizar un estudio en profundidad y un proyecto de propuesta de hoja de ruta para restaurar los territorios yemeníes. Se trata de un proyecto cien por cien patriótico».

Una fuente yemení bien informada que pide permanecer en el anonimato, ha afirmado que prefería discutir las reivindicaciones legítimas y hacer caso omiso de las críticas contra del movimiento. Aunque admite que los objetivos del movimiento podrían interferir con otros intereses internos e incluso exteriores.

La fuente señala que la discusión gira en torno a los derechos legítimos de Yemen de los que se han apropiado con la colaboración oficial que legisló el proceso. Explica que la disputa fronteriza tiene décadas de antigüedad.

Durante la firma del Acuerdo fronterizo de Taif en 1934, éste se consideró un «pacto de amistad y hermandad árabe-islámica entre el Reino de Yemen y el Reino de Arabia Saudí». No aspiraba a una demarcación definitiva de las fronteras entre los dos países a pesar de que su artículo cuarto delimita la frontera que los divide.

La fuente yemení añade que la situación siguió siendo la misma después de 1934, aunque el texto del tratado estipulaba que debía renovarse cada 20 años.

Cuando el presidente Ibrahim al-Hamdi llegó al poder en 1974, el debate sobre la necesidad de resolver la disputa fronteriza entre Yemen y Arabia Saudí se retomó. La fuente indica que en el transcurso de la visita de Hamdi a la región saudí de Taif, durante su tercer año en el cargo, se introdujo el tema de la frontera.

«Todavía estoy en territorio yemení. Si desean discutir el tema, podemos comenzar con este punto», dicen que respondió Hamdi. El asunto cayó en el olvido después de su asesinato. Algunos dicen que los responsables fueron los saudíes y que habían apoyado a muchos políticos yemeníes que querían neutralizarlo debido al cruce de intereses locales y extranjeros que lo consideraban como una amenaza.

La fuente explica que durante el gobierno de Ali Abdullah Saleh se produjo un toma y daca en la cuestión fronteriza antes de que ambos países firmaran el Acuerdo fronterizo de Yedda en el año 2000. El tratado otorgaba a los saudíes el control total de las provincias de Asir, Najran y Yizan, además de casi un millón de kilómetros cuadrados de territorio yemení.

Refiere [la fuente] que en aquel momento se hicieron muchas promesas, incluida la admisión de Yemen en el Consejo de Cooperación del Golfo (CCG), la aceptación de trabajadores yemeníes, y reforzar su colapsada economía. Aunque la gente acogió con satisfacción las promesas y las críticas fueron escasas, nunca se cumplieron.

Sin embargo, sostiene la fuente, los derechos territoriales no tienen un estatuto de limitación. Aunque admite que los que negociaron y firmaron el acuerdo habían sido autorizados por la Constitución, menciona varias vías para apelar el caso ante las autoridades competentes al objeto de que se anule el acuerdo.

Hace referencia a un error en las bases del tratado, especialmente en lo que se refiere a las cuestiones de la delegación y el consentimiento, indicando que se centre la atención en revocar la autoridad del firmante. La base para ello son los sobornos que Saleh y otros signatarios recibieron de los saudíes a cambio de la venta de los territorios de Yemen, traicionando, con ello su autoridad. Añade que la otra parte del tratado debe asumir asimismo responsabilidad, sobre todo porque fue cómplice del fraude.

Quienes que se unan a la causa, dice, saben que tendrán que dedicar su tiempo a preparar el caso y otros documentos, además de preparar la atmósfera adecuada para llevar el caso a los tribunales autorizados.

No niega que los activistas enfrentarán diversos retos, sobre todo la voluntad de la clase política de Yemen de exigir la devolución de esas provincias a través de instituciones internacionales.

No pasará mucho tiempo hasta que esa clase -incluidos aquellos que estaban al lado de la revolución mientras recibían dinero de los saudíes- se quemen políticamente. El tiempo demostrará la magnitud del fraude en la firma del tratado de Yedda.

Por otro lado, Abdullah Muhsen Khashaa al-Awlaki, responsable oficial de la comisión militar encargada de supervisar y establecer los problemas fronterizos, no ha podido confirmar a Al-Ajbar si se produjo tal fraude. La misión del comité se centró en preparar el terreno para que los equipos técnicos especializados realizaran sus labores. Indica que el problema no puede resolverse en un día. Se tardó alrededor de 10 años hasta que fue completado por una empresa alemana. Dijo que considera que el tratado es realista y que salvó a los dos países de conflictos y catástrofes.

Parece que hay una división enorme en la sociedad yemení en relación con el Movimiento Asir y sus objetivos, incluso sobre los derechos usurpados de Yemen. Eso dará lugar a que se produzcan disputas regionales y locales. Pero ese no es el único obstáculo al que tendrá que hacer frente.

No cabe esperar que al otro lado de la frontera, Arabia Saudí muestre indulgencia alguna o renuncie a ningún territorio, sobre todo porque la región es rica en petróleo. No dudará, en un momento dado, en utilizar su red de aliados que ha desarrollado durante décadas dentro de Yemen para abortar cualquier intento de unir al país alrededor de esta causa. Eso si es que los saudíes consideran que es un problema grave.

Sin embargo, no hay indicadores hasta ahora de que los saudíes se sientan amenazados. Varias figuras saudíes próximas al régimen se han negado a comentar las reivindicaciones del movimiento.

Coincidieron en que el tema ni siquiera merece discusión. Otros se refirieron a «los sueños nebulosos»» de «sospechosos sectores yemeníes».

En el nombre de Abdel Naser

Al hablar acerca de sus derechos a las provincias de Najran y Yizan en particular, los yemeníes recuerdan al difunto dirigente egipcio Gamal Abdel Naser en la cumbre del conflicto político entre Arabia Saudí y Egipto.

Durante la revolución yemení de 1962, Riad apoyó a los monárquicos en contra de los republicanos respaldados por El Cairo.

En su discurso, Abdel Naser, se preguntaba si «alguna potencia puede atacar a la población yemení», subrayando que «la revolución yemení es nuestra revolución y la revolución de todos los árabes». Abdel Naser agregó: «Podríamos simplemente aislar a Arabia Saudí de Yemen por completo tomando Yizan y Najran. La provincia de Yizan pertenece a Yemen; fue usurpada por los saudíes en una invasión en 1930».

«Los yemeníes tienen derecho a exigir [el retorno] de Yizan y Najran. Vamos a luchar en esta guerra -nosotros, egipcios, junto a los yemeníes… Por lo tanto ninguna potencia puede atacar a la revolución del pueblo yemení», insistió.

 

Fuente original: http://english.al-akhbar.com/content/saudi-yemeni-border-line-sand