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En el Líbano se puede perder todo... menos el sentido del humor

La fuerza de la sonrisa

Fuentes: AFP

Los libaneses pueden haber perdido sus casas, sus familiares o su manera de ganarse el pan durante la ofensiva israelí contra el Líbano, pero no se han deshecho de su legendario sentido del humor. Las bromas circulan por los teléfonos móviles, en las emisiones de televisión, los correos electrónicos o los ‘blogs’. Bromas como éstas: […]

Los libaneses pueden haber perdido sus casas, sus familiares o su manera de ganarse el pan durante la ofensiva israelí contra el Líbano, pero no se han deshecho de su legendario sentido del humor.


Las bromas circulan por los teléfonos móviles, en las emisiones de televisión, los correos electrónicos o los ‘blogs’. Bromas como éstas:

Tres combatientes de Hezbolá huyen del barrio sur de Beirut bajo los ataques aéreos israelíes haciendo la ‘V’ con mano. ¿Signo de victoria? No, el número de edificios que quedan en pie en la zona.
 
¿Por qué los alquileres en la región de Ain Al-Rummaneh, desplomados en el barrio sur de Beirut, han subido? ¡Porque ahora tienen vistas sobre el mar desde allí!
 
¿Por qué las mujeres mayores libanesas están contentas con la guerra? Porque ésta les ha vuelto a llevar a como estaban hace 30 años.
¿Por qué el jefe de Hezbolá, Hasan Nasralah, se va a llevar el -ficticio- premio Nobel de Educación? Porque es el único que ha logrado llevar en dos días más de un millón de personas a las escuelas (donde se refugiaban las poblaciones civiles sin casa).

Los libaneses bromean también sobre los israelíes:

El primer ministro israelí, Ehud Olmert, está sentado en su despacho y se pregunta cómo invadir Líbano, cuando suena su teléfono.
Un personaje de ficción muy conocido en Beirut le anuncia de manera firme: «Soy Abul Abed y te llamo para decirte que te declaramos oficialmente la guerra».
«¿De cuántos hombres está formado vuestro ejército?», pregunta Olmert.
«Por el momento, estamos yo, mi primo Mustafa, mi vecino Abu Jaled y todos los amigos del café. !Eso hace ocho!», responde.
Olmert replica: «Debo decirte, Abul Abed, que tengo un millón de hombres en mi ejército dispuestos a responder a mis órdenes».
«Señor Olmert, la guerra continúa, hemos conseguido material», asegura Abul Abed.
«¿Y de qué material hablas, Abul Abed?» pregunta el primer ministro israelí.
«Eh, bien, tenemos dos Mercedes 180 y un camión», contesta el personaje.
«Debo decirte, Abul Abed, que tengo miles de bombarderos y de aviones de combate. Mi complejo militar está rodeado de rampas de misiles suelo-aire guiados por láser. Y desde que empezó esta conversación, he aumentado mis efectivos militares a dos millones», afirma Olmert.
«Debemos parar esta guerra», lanza entonces Abul Abed.
«¿Por qué este súbito cambio de actitud?», pregunta Olmert.
«Bien», subraya Abul Abed, «acabamos de darnos cuenta de que no podemos alimentar a dos millones de prisioneros».

La destrucción sistemática por parte del ejército israelí de puentes durante la ofensiva lanzada tras la captura por el Hezbolá de dos soldados israelíes también es fuente de inspiración:

Un hombre va al dentista. «Por favor, retíreme mi puente, si no, !los israelíes lo bombardearán!».

Los internautas se cambian fotos de la secretaria de Estado estadounidense, Condoleezza Rice, en brazos de un Hasan Nasralah a la sombra de una palmera en una playa, en una parodia de una campaña publicitaria sobre el «efecto» del desodorante para hombres ‘Axe’.

Las bromas sobre los árabes también abundan, como ésta:

Tras la decisión de Arabia Saudita de donar 500 millones de dólares al Líbano para la reconstrucción, el presidente egipcio ha ordenado la captura de seis soldados israelíes en la frontera.
Otro chiste, en el marco de la evacuación masiva de ciudadanos extranjeros en Líbano:

Los refugiados palestinos que viven en los campos del país de los cedros desde hace cerca de 60 años están encantados, porque la Autoridad Palestina ha decidido evacuarlos a ellos también.
En un país que ha sido varias veces ocupado por el ejército israelí, el chiste más repetido, sin embargo, es el siguiente:

Un israelí llega al aeropuerto Heathrow de Londres. Cuando rellena un formulario, el oficial de aduanas le pregunta a qué se dedica: «¿Ocupación?».

El israelí responde educadamente: «No, sólo es una visita».

Y el último:

En Gaza un bulldozer demuele una casa, y la mujer propietaria mientras tanto se partía de la risa.
Pregunta el soldado: ¿De qué se rie, señora?
Me alegra ver como colabora usted en la provision de municiones para mi pueblo; así tenemos muchas más piedras preparadas, pero siga siga, que más pequeñas son más utiles.