Traducido para Rebelión y Tlaxcala por Caty R.
En primer lugar, el tiempo para la compasión. Por todas las víctimas, de los dos bandos, porque el miedo y la muerte no saben de bandos. Aunque las proporciones no son idénticas, aunque los bombardeos masivos israelíes son infinitamente más devastadores y asesinos que los cohetes del Hezbolá libanés, ante un niño aterrorizado, un cuerpo acribillado y despedazado, poblaciones civiles bajo el fuego, sólo podemos sentir y expresar la misma emoción, la de todo ser humano frente al humano desamparo.
Pero si nos quedamos ahí, en esa equidistancia compasiva, humanitaria e incluso sincera, que es la reacción mayoritaria, compartida por una opinión pública mal informada por el tratamiento que los medios están dando a la guerra (la propia palabra «guerra» no es adecuada en absoluto, ya que por sí misma sugiere igualdad entre las fuerzas en confrontación y, haciendo un esfuerzo, esa igualdad se podría aplicar a Líbano donde, a pesar de la desproporción de los recursos, las milicias libanesas demuestran capacidades de resistencia y réplica. Pero, ¡en la Franja de Gaza!), nos condenamos a no comprender la situación, a no poder juzgarla, a negar la realidad.
«¡La guerra no es bonita!». Por supuesto. Y muy triste, sin duda, ver a todas esas víctimas inocentes. Y rezamos para que esto termine, naturalmente.
Que el ciudadano medio, que mientras saborea el Pernod del aperitivo mira el telediario en el camping donde veranea, se quede en estas reacciones compasivas básicas, podemos entenderlo; pero que los gobiernos occidentales, nuestras diplomacias europeas -incluida la francesa, célebre por su vehemencia-, nuestros políticos en general (y nuestros valientes socialistas en particular) no sean capaces de ir más lejos, se muestren tan flexibles de rodilla y tan pusilánimes; que se limiten a lamentar, a «kouchnerizar» [1], a tener mucho cuidado para no herir susceptibilidades; que se atrevan, contra toda evidencia, a repartir la responsabilidad a partes iguales -¡Poncio Pilatos quiere ser Salomón!- y «exijan», con la misma voz, que ambas partes depongan las armas (y primero Hezbolá, único «terrorista cualificado»), nos altera los nervios, no nos entra en la cabeza, casi nos vuelve locos.
Pero aunque no se podía esperar otra cosa en vista de la adhesión cada vez más incondicional -con las orejas gachas, tragándose la vergüenza- de la diplomacia europea a las visiones estratégicas del imperio, nos sentimos mal.
De modo que, para su gobierno (o más bien para el de la buena gente a la que mantienen en la mentira, porque ellos -los políticos- saben muy bien a qué atenerse), esta llamada irónica, esta sátira mordaz y bienvenida.
Oriente Próximo para torpes (*)
«Desde hace casi seis años, el gobierno israelí asesina cada semana entre 10 y 20 palestinos, detiene a hombres y mujeres por decenas, destruye viviendas, campos e infraestructuras, encierra e impide a los habitantes de la Franja de Gaza y de Cisjordania circular libremente por su tierra. Y resulta que cuando un grupo de resistentes, «terroristas» para los israelíes, «activistas» para otros, captura a un soldado encargado de vigilar la gran prisión a cielo abierto que es la Franja de Gaza, Occidente, Europa, Francia y su prensa independiente deciden que eso es algo que Israel no puede tolerar. Este Estado «la única democracia de Oriente Próximo» también es el único Estado que tiene derecho a matar a civiles, a detener a ministros y diputados elegidos democráticamente en un país despedazado, la única democracia bajo ocupación que existe en el mundo.
Hay algo irreal en este mundo libre querido por Bush y Blair. Hay que frotarse los ojos y abrir bien los oídos para comprender cuál es la realidad; la de las potentes bombas que pulverizan a los refugiados libaneses en el camino del éxodo; la de la televisión que decide no mostrar lo que no se debe ver. Concluimos entonces que no hemos entendido nada. El malestar que experimentamos delante de nuestro televisor viene de nuestra incapacidad para comprender las nuevas reglas del juego. […]
Aquí están, en exclusiva, las reglas que todo el mundo debe tener presentes cuando mira la televisión por la noche o lee el periódico por la mañana. Todo será más simple.
Regla número 1: en Oriente Próximo siempre son los árabes quienes atacan primero e Israel quien se defiende siempre. Se llama tomar represalias.
Regla número 2: los árabes, palestinos o libaneses no tienen derecho a matar a civiles del otro bando. Se llama terrorismo.
Regla número 3: Israel tiene derecho a matar a civiles árabes. Se llama legítima defensa.
Regla número 4: cuando Israel mata a demasiados civiles, las potencias occidentales le piden que se contenga. Se llama reacción de la comunidad internacional.
Regla número 5: los palestinos y libaneses no tienen derecho a capturar a militares israelíes, aunque su número sea muy limitado y no pase de tres soldados.
Regla número 6: los israelíes tienen derecho a detener a tantos palestinos como deseen (unos 10.000 presos hasta hoy, entre los que se cuentan cerca de 300 niños). No hay límites y no necesitan aportar ninguna prueba de la culpabilidad de las personas apresadas. Es suficiente con pronunciar la palabra mágica: «terrorista».
Regla número 7: cuando usted dice «Hezbolá», hay que añadir siempre la expresión «sostenido por Siria e Irán».
Regla número 8: cuando usted dice «Israel», nunca hay que añadir después: «sostenido por Estados Unidos, Francia y Europa», porque se podría creer que se trata de un conflicto desequilibrado.
Regla número 9: no hablar jamás de «Territorios ocupados», de resoluciones de la ONU, de violaciones del derecho internacional ni de convenios de Ginebra. Se podría perturbar al telespectador y al radioyente.
Regla número 10: los israelíes hablan mejor el francés que los árabes. Esto explica por qué se les da a ellos y a sus partidarios la palabra tan a menudo como es posible. Así pueden explicarnos las reglas precedentes (de la 1 a la 9). Se llama neutralidad periodística.
Regla número 11: si usted no está de acuerdo con estas reglas o le parece que favorecen a una de las partes en conflicto en detrimento de la otra, es que usted es un «antisemita peligroso»»
¡Y no hay más que añadir!
Testimonio
Sí, algo más. Ya que la violencia desencadenada sobre el desdichado Líbano puede hacer olvidar el calvario permanente de los palestinos de la Franja de Gaza, leamos este testimonio de una amiga, periodista francesa, que viene de allí:
«Este correo electrónico es para dar testimonio de los hombres y mujeres que resisten de pie por sus derechos y su libertad; de los militantes que persisten, ¡claro que sí!, en su lucha por un estado laico, libre y democrático para toda Palestina.
Por supuesto, las armas circulan a veces un poco más de la cuenta también por aquí. Y algunos las usan a veces sin razón, más deprisa de lo necesario, como un antídoto contra la negación de la dignidad. ¿Y por qué diablos, en esta gran prisión cerrada con doble llave desde hace más de seis años, las personas serían más fuertes que en cualquier otra parte en el mundo?
Ahora quiero contarle la angustia que pasé el miércoles por la tarde cuando, durante cinco horas, el ejército bombardeó un campo de refugiados desarmados a razón de un bombazo cada tres minutos. «Que terminen su trabajo, pero que callen estas explosiones», me sorprendí pensando avergonzada, simplemente porque nadie, jamás, puede acostumbrarse a que la muerte le ronde.
«Aterrorizar para destruir cualquier tipo de resistencia. Aterrorizar para someter mejor; para reducir la lucha de todo un pueblo por sus derechos a una cuestión humanitaria», me explicó un amigo… Ya había padecido las prácticas de esta humillación.
Por supuesto, podría evocar también los rumores que corren sobre otras armas cuya naturaleza nadie puede definir, que dejan tirados en el suelo los cuerpos mutilados: brazos arrancados, piernas despedazadas, cabezas decapitadas.
Podría hablar también del agua que casi nunca sale de los grifos y cuando sale es tan mala que, incluso a 40ºC, preferimos no beber. O de la electricidad que raramente aparece y cuya falta nos priva del derecho más elemental: cocinar, simplemente.
Siempre funciona bien el viejo método, es verdad: reducir al otro a menos que nada para que se rinda. En cuanto al miedo que cruzó más de una vez por mi mirada y que procuraba calmar, debería decir algunas palabras. Pero ahora quiero hablarle de otra cosa: de la existencia militante en la Franja de Gaza que no ve el momento de entablar una lucha que también lo sea por la democracia social… De los psicólogos, los médicos, los animadores que se desviven para acompañar a los niños en un mundo que debe ser su mundo: el de los sueños, el teatro y la canción… De los poetas, comerciantes, músicos, taxistas, intelectuales que, contra viento y marea, siguen levantándose cada mañana para que la Franja de Gaza sea una sociedad.
Vivir. Vivir para obtener justicia por fin.
Hablar también de esos instantes robados en las playas del Mediterráneo donde, a la puesta del sol, las familias le sacan la lengua a la muerte mientras navegan ante un paisaje de edificios militares; esa dulzura de vivir plenamente oriental donde las personas se reúnen, cuando cae la noche, alrededor de la cena, como para amortiguar mejor el ruido de los aviones de combate.
La otra Franja de Gaza. La Franja de Gaza plena de una humanidad que la fuerza ocupante tanto necesita negar para no ver la inmensidad de sus crímenes. La Franja de Gaza insumisa, la resistente; la de más de un millón y medio de hombres y mujeres asfixiados por sesenta años de ocupación que, al instinto letal de los militares que los asedian, responden con una fuerza vital extraordinaria.
Ni más ni menos que una lección de resistencia y humanidad.
¿Quién puede creer de verdad que la Franja de Gaza 2006 es el precio que un pueblo debe pagar por la liberación de un soldado? ¿Quién, sinceramente, seriamente? Este soldado es únicamente un prisionero de guerra frente a millares de palestinos que se pudren en las cárceles israelíes; nada más. Y esta operación sólo tiene una misión: destruir el sueño de Palestina por fin liberada.
Con toda mi amistad. Martine.»
(*) Extractos de un texto de Eva MARTIN, periodista independiente:
http://quibla.net/edito2006/tribune2006-18.htm
NOTA:
[1] Bernard Kouchner, médico gastroenterólogo. Fue administrador de la ONU en Kosovo (1999-2001), secretario de Estado, Ministro de Salud en los gobiernos Rocard, Cresson y Bérégovoy (1988-1993) y después en el de Lionel Jospin (1997-1999). Fundador de «Médicos sin Fronteras» (http://www.msf.es/), hizo campaña en las instituciones internacionales por el reconocimiento del derecho de injerencia, noción que le sirvió para preconizar el ataque a Iraq por Estados Unidos.
Más sobre Kouchner en: http://www.voltairenet.org/article130114.html
Texto original en francés: http://bellaciao.org/fr/article.php3?id_article=32083
Caty R. es miembro de los colectivos de Rebelión y Tlaxcala, la red de traductores por la diversidad lingüística. Esta traducción es copyleft y se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la traductora y la fuente.