La población de Líbano teme lo peor desde que vio acercarse a sus costas el buque de guerra estadounidense USS Cole, trayendo consigo tristes recuerdos del sangriento conflicto civil de 1983. «Todos creen que una nueva guerra es inminente, sobre todo después del asesinato de Imad Mughniyeh (comandante del movimiento chiita y prosirio Hezbolá) y […]
La población de Líbano teme lo peor desde que vio acercarse a sus costas el buque de guerra estadounidense USS Cole, trayendo consigo tristes recuerdos del sangriento conflicto civil de 1983.
«Y ahora vienen barcos estadounidenses a las aguas de Líbano. Israel quiere mejorar su ejército en Medio Oriente después de su derrota en (la guerra en el sur libanés contra Hezbolá de) 2006. Quiere que los árabes le tengan miedo», añadió.
El USS Cole fue enviado el 28 de febrero a las costas libanesas con la misión de «preservar la estabilidad política» en este país.
Mughniyeh fue un alto comandante militar del Hezbolá durante la última guerra contra Israel, y su asesinato el 12 de febrero en el corazón de Damasco fue un duro golpe para la seguridad de ese grupo y de Siria.
Alistair Crooke, ex consejero sobre Medio Oriente para el jefe de la diplomacia de la Unión Europea, Javier Solana, recordó que la última vez que un barco de guerra estadounidense entró a aguas de Líbano fue durante la guerra civil en este país de 1983, y lo hizo en nombre del entonces presidente libanés Amin Gemayel.
El barco bombardeó bases del Hezbolá en Beirut y en las montañas de Chouf desde la costa, pero fue obligado a retirarse luego de que la embajada y los cuarteles de los infantes de marina estadounidenses en la capital libanesa fueran a su vez víctimas de explosivos. Washington acusó a Mughniyeh de haber organizado esos ataques devastadores, que mataron a cientos.
«La llegada del USS Cole en apoyo (a la coalición gobernante del primer ministro Fouad Siniora) tuvo realmente un efecto traumático en la población», dijo Crooke, cofundador del instituto Conflicts Forum, con sede en Beirut, que auspicia el diálogo entre movimientos islamistas y Occidente. «Esto trae malos recuerdos para los libaneses», agregó.
Las crisis internas y regionales que afectan a Líbano han alcanzado un punto crítico
Este país está paralizado y dividido entre el gobierno de Siniora, respaldado por Estados Unidos, y la oposición, liderada por el Hezbolá (Partido de Dios) y por el general cristiano maronita Michel Aoun, aliados con Siria e Irán.
Una votación sobre el actual candidato presidencial de consenso, Michel Suleiman, jefe del Ejército libanés, fue demorada esta semana por decimosexta vez, dejando el puesto vacío desde que el mandatario prosirio Emile Lahoud terminó su período en noviembre pasado.
El gobierno de Siniora presiona para que se realicen de inmediato la votación presidencial y se deje para más adelante la discusión de los detalles para compartir el poder, mientras que la oposición insiste en que se deben resolver los temas de contienda primero.
Mientras la economía se deteriora, los temores de un nuevo conflicto aumentan, sobretodo tras el asesinato de Mughniyeh y las amenazas del Hezbolá con una «guerra abierta» contra el principal sospechoso: Israel.
«Estamos en el límite entre la guerra y la paz, y con más probabilidades de caer en el conflicto», dijo a IPS el politólogo Ahmad Moussalli, de la Universidad Estadounidense en Beirut.
«Yo creo que el mensaje fue regional, y no interno», sostuvo el analista, refiriéndose al envío del USS Cole, que ahora además está acompañado por un grupo de seis barcos de guerra liderados por el buque de asalto anfibio USS Nassau.
«Hasta ahora es un mensaje simbólico al Hezbolá y sus aliados para que no respondan masivamente al asesinato de Imad Mughniyeh», añadió.
«Sin duda que Hezbolá no quería otra guerra, pero por supuesto ahora que esto ha ocurrido, (el líder del grupo, Hasan) Nasrallah tiene la obligación de realizar alguna acción, y es conocido por hacer lo que dice», explicó Croke a IPS.
«Las dudas ahora son: ¿es esto lo esperaba Israel?, y ¿qué va hacer Israel ahora?», añadió.
«Las declaraciones del Hezbolá y de Irán luego de la muerte de Mughniyeh fueron muy claras, una advertencia tanto a Israel como a Estados Unidos de que si simplemente querían atacar a Siria o al Hezbolá, como respuesta tendrán un conflicto más grande, que incluirá también a Irán», dijo Crooke.
Por su parte, Timur Goksel, ex portavoz y negociador de la Fuerza Interina de las Naciones Unidas en Líbano (Unifil), dijo a IPS: «Hezbolá y Siria se necesitan entre sí y son aliados. Y, por supuesto, Irán tiene mucha influencia. Pero cuando se trata de tomar decisiones operativas, Hezbolá no recibe instrucciones de nadie».
Goksel cree que la próxima guerra entre Israel y Hezbolá será diferente. «Será mucho más violenta y destructiva», alertó.
«Dios no permita que haya algún grupo local, no del Hezbolá, que decida pelear contra Israel y dispare un cohete contra Israel, porque eso iniciaría una guerra. Aquí le puedes pagar a cualquiera 200 dólares para que dispare un misil. Israel no se sentará a esperar a ver si sus escuelas son atacadas, sino que responderá según la gravedad del incidente», señaló.