Traducido por Caty R.
Según el diario Le Monde del 27 de abril de 2008, el Banco Mundial parece denunciar el hecho de que la política israelí impide el crecimiento palestino y la situación en los territorios palestinos no deja de agravarse. Un tercio de los palestinos en la Franja de Gaza (la zona más afectada) y en Cisjordania están en situación de «inseguridad alimentaria», según el informe 2007 del Programa Mundial de Alimentos (PMA) y la Organización para la Agricultura y la Alimentación de las Naciones Unidas (FAO).
La responsabilidad de Israel, sin lugar a dudas, es aplastante; pero el CADTM denuncia la hipocresía del Banco Mundial, puesto que la lógica que defiende es responsable en Palestina, como en otros lugares del tercer mundo, de un grave deterioro de las condiciones de vida.
Además, lejos centrar su análisis en el escarnio que sufren los derechos humanos fundamentales en los territorios palestinos, el Banco Mundial se limita a explicar el aumento de la inseguridad y la pobreza por el bloqueo de la circulación de las mercancías y por las restricciones a la movilidad de las personas, especialmente de los trabajadores palestinos, oficialmente «por razones de seguridad».
La responsabilidad de Israel es tanto más aplastante en cuanto que la ayuda humanitaria, de la que la población tiene una gran dependencia, también está sometida a fuertes restricciones. En efecto, el 80% de los habitantes de la Franja de Gaza reciben ayuda del PAM o la UNRWA (1). En noviembre de 2007, el servicio de asuntos humanitarios y ayudas urgentes de la ONU anunciaba una grave crisis humanitaria y llamaba Israel a « reducir las restricciones sobre la ayuda humanitaria y a suprimir el bloqueo económico de Gaza como la mejor manera de promover la paz «.
Efectivamente, los camiones de asistencia humanitaria bajaron de 3.000 en septiembre de 2007 a 1.508 en octubre. Los diversos bloqueos de los territorios palestinos han acarreado el cierre de una gran parte de la industria. La consecuencia directa es que « cerca de 70.000 trabajadores palestinos han sido despedidos de los sectores de la industria y servicios y de la agricultura» según John Holmes, coordinador humanitario (2). Así, Israel recurre a mano de obra extranjera procedente de Rumania, Tailandia o Filipinas.
Pero el Banco Mundial se afana sobre todo en ocultar su propia responsabilidad frente al pueblo palestino. El texto de la Declaración común de la Conferencia internacional de donantes para el Estado palestino, de diciembre de 2007, preveía un compromiso internacional de más de 7.400 millones de dólares de aportaciones «para ayudar a la construcción de las instituciones y a la recuperación económica durante los próximos tres años». Sin embargo, dicho texto aprovechaba para reafirmar el marco macroeconómico dominante y la voluntad de las instituciones financieras internacionales de continuar por la catastrófica vía de las reformas neoliberales (reducción de los gastos públicos, disminución del número de funcionarios en sectores tan importantes como la educación y la salud, privatizaciones y supresión de los subsidios para los servicios básicos como la electricidad (3).
Además de la anulación de la deuda, el CADTM exige el abandono de las políticas de ajuste estructural, la abolición del FMI y el Banco Mundial y su sustitución por instituciones realmente democráticas preocupadas por las necesidades de las poblaciones del Sur y centradas en la garantía de los derechos humanos fundamentales. Es la única manera de permitir que los palestinos, y los demás pueblos del Sur, puedan decidir, por fin, su propio futuro.
(1) T. Hocine «Palestine: menace d’un désastre humanitaire» (Palestina: amenaza de un desastre humanitario, boletín trimestral n° 33 de la Asociación belga-palestina, mayo de 2007, página 14.
(2) Servicio de información de las Naciones Unidas, http://www.un.org/
(3) http://www.bicusa.org/en/Article.3706.aspx
Original en francés: http://www.cadtm.org/spip.php?article3346
Caty R. pertenece a los colectivos de Rebelión, Cubadebate y Tlaxcala. Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la traductora y la fuente.