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Entrevista a Joaquín Miras Albarrán sobre Praxis política y Estado republicano. Crítica del republicanismo liberal

«La hominización no es otra cosa que la génesis y el desarrollo de culturas materiales de vida»

Fuentes: Rebelión

Entre otras muchas cosas, algunas de ellas recordadas y comentadas en anteriores conversaciones aquí publicadas, Joaquín Miras Albarrán es miembro fundador de Espai Marx y autor de Repensar la política y Praxis política y Estado republicano. *** Un tema de la realidad que quema sobre todo en Cataluña ¿Qué es eso de la autodeterminación de […]

Entre otras muchas cosas, algunas de ellas recordadas y comentadas en anteriores conversaciones aquí publicadas, Joaquín Miras Albarrán es miembro fundador de Espai Marx y autor de Repensar la política y Praxis política y Estado republicano.

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Un tema de la realidad que quema sobre todo en Cataluña ¿Qué es eso de la autodeterminación de las comunidades? ¿De qué comunidades hablas? ¿Tiene algo que ver con el derecho de autodeterminación? 

El término clásico hace referencia a dos aspectos a la vez. A la capacidad de que una comunidad social organizada esté sometida a la deliberación de la totalidad de sus ciudadanos, quienes de veras sean los que ejerzan la soberanía, evitando ser súbditos heterodeterminados de un déspota: auto determinación de la comunidad por la misma comunidad. Y, también, a la posibilidad de auto elección individual por parte de cada uno de los ciudadanos, ejerciendo para ello, la libertad material que le otorga la polis y el derecho de ciudadanía de que dispone. Libertad de recursos, de tiempo libre, etc, que es producto de la actividad de la comunidad, y que otorga a cada individuo la capacidad de no estar sometido de forma inmediata a la dura naturaleza, y le permite elegir qué hacer, cómo operar, etc., eligiendo destino personal, preferencias etc, dentro de la división técnica del trabajo que produce la comunidad, auto eligiéndose.

Pero dentro de toda esa tradición a la que aludimos existen obras más directamente políticas y autores más importantes. 

Si vamos a los grandes textos sobre política, hay que citar en primer lugar a Aristóteles: su Política, las tres éticas, y, entre ellas, en primer lugar, la Ética Nicomaquea. Yo creo que hay que leer también su Metafísica. Citaría en segundo lugar, la obra de Tucídides, Historia de la guerra del Peloponeso. Si hay que hacer una recomendación indispensable, yo recomiendo estos textos.

Luego, también a Platón, si bien él era un reaccionario; pero su pensamiento político está inserto en el mundo y en los debates de la polis y de la democracia. Los primeros diálogos suyos, y también el Protágoras, el Gorgias. El atroz, El político, y por supuesto, La República y Las Leyes. Y Herodoto; no solo el diálogo de los tres sátrapas, sobre los regímenes políticos, sino, toda su obra, Historia, que es pensamiento laico.

Hay otros dos autores sin los que no ni quiero cerrar: hay que leer a Cicerón, muy maltratado como filósofo, injustamente, a mi juicio. Leer a Cicerón es la forma de conocer la tradición republicana latina. Pienso en tres obras suyas. De república y De Officiis. -Sobre los deberes-. Y también, Del supremo bien y del supremo mal. Por supuesto sus breves textos sobre la amistad o la vejez son bellísimos, pero no toca citarlos ahora. Los tres primeros, son importantes, hermosos y mucho más interesantes para conocer el pensamiento republicano de Cicerón, creo, que las Catilinarias o sus discursos forenses. Creo que Cicerón debería estar en segundo lugar, tras Aristóteles, como lectura, o a lo sumo, tras Tucídides, y así se tendría un acceso a la tradición republicana romana.

Y hay una obra escrita en griego, pero que pertenece a la tradición romana, as Vidas Paralelas de Plutarco, que ha sido durante mil ochocientos años, hasta la Revolución Francesa, un texto de difusión del pensamiento res publicano. Precisamente Rousseau recomienda leerla en familia.

Es interesante leer también, al menos, las primeras décadas de libros de Historia de Roma desde su fundación, de Tito Livio: Ab Urbe condita; ese es su título. Los tres primeros libros, pertenecientes a la primera década de libros, son muy legendarios, pero a partir de ahí, el texto sirve para hacerse una idea del republicanismo romano. La obra no tiene la fibra de la de un Tucídides, pero es muy interesante para comprender el carácter patricio de la república de Roma, cómo dominaban a la plebe, cómo surge el tribunado de la plebe… y, sobre todo, la cultura modelo del ciudadano virtuoso romano, el ideal de ethos republicano, expuesta a través de ejemplos.

A mí no me molesta en absoluto ese uso hagiográfico de contar cosas mediante ejemplos, que se da tanto en Plutarco como en Tito Livio – Coriolano, Cincinato, Camilo…-. Lo mismo que no me disgusta la obra de Diógenes Laercio Vidas de filósofos ilustres, que está escrita de esta misma forma. Precisamente, en relación con esta última obra, nos recuerda Pierre Hadot que esta forma de escritura se debe a que toda filosofía -y esto es válido también, para la escritura que trata sobre todo proyecto político, evidentemente- era ante todo una propuesta de vivir, de vida buena, una propuesta de comunidad de ethos, de eticidad. Una eticidad elaborada en una comunidad de vida. Por ello, el cómo vivía un filósofo -o un ciudadano republicano- era la mejor ejemplificación de lo que significaba su ethos o su filosofía.

Me sabe mal dejar fuera otros nombres, Polibio, que elabora una definición de democracia, que es célebre, pero se trata de hacer una propuesta de corpus manejable, y ésta que estoy haciendo ya resulta excesiva.

No está mal, nada mal la propuesta que haces. Trabajo y estudio para todos los días de la semana y del mes durante años. 

Vale la pena, no sienta mal. Por tanto, y en resumen: Aristóteles, en primer lugar, Aristóteles, Tucídides, Cicerón y Platón -República y los diálogos citados-. Con esto, uno sale muy bien pertrechado, muy bien armado. Y todos estos textos permiten, además, entender el pensamiento político de los siguientes dos mil años, hasta la Revolución Francesa, y aún a los grandes filósofos políticos posteriores -pocos- que nos interesan a nosotros: todos ellos comparten la lectura de este patrimonio. Marx era un aristotélico de tomo y lomo, que rinde homenaje al estagirita constantemente. y un gran conocedor de la filosofía griega… Marx, el marxismo verdadero, es un pensamiento «antiguo», enraizado con la tradición praxeológica inamentista, bimilenaria, directamente y, a la vez, mediante la concatenación de autores -Hegel, sin ir más lejos- y no un injerto espurio del positivismo, del cientifismo.

Sí, sí, tu marxismo no se ancla en el pensamiento de Althusser, del Coletti previo al berlusconismo o en el Della Volpe. Pero Marx, por ejemplo, aparte de Aristóteles, también bebe de Goethe y de los tres grandes economistas del liberalismo económico inglés y su tesis doctoral es sobre Demócrito y Epicuro. 

 Sí, en efecto. Y también bebe de Hegel.

Por supuesto, nos hemos referido a ello numerosas veces. ¿Qué querían decir con polis cuando los griegos hablaban de polis? ¿Cuándo irrumpieron, desde cuándo puede hablarse de la polis griega? 

Polis o civitas -«kiuitas»- en latín, es la denominación para definir una comunidad social humana. Griegos y romanos tenían otras palabras para referirse a lo que nosotros llamamos ciudad: asty, en griego; urbs/ urbis, en latín. Atenas es una polis, no un asty; Atenas se encuentra donde están los atenienses, no en un territorio amurallado ni en la Acrópolis. Estas comunidades se caracterizan por el hecho de que son dominadas por los polites o ciudadanos, que son los que ejercen la actividad política. Con independencia de qué sectores de la sociedad fuesen considerados poseedores de derechos de ciudadanía. Las democracias están organizadas según unas relaciones sociales que dan el poder de deliberación y de creación de ethos a la mayoría social, compuesta por los pobres en alianza con otros sectores sociales no oligárquicos.

¿Su significado fue cambiando con el tiempo o tiene un sustrato común a lo largo del tiempo? 

Evidentemente. Hoy día, «ciudad» significa otra cosa, es el conjunto conurbado de calles, etc. Pero los conocedores de la tradición saben que el término posee otro sentido. Incluso los papas de Roma bendecían «Urbi et Orbe»: a la ciudad material y al mundo; no: «ciuitati et orbe». Siempre han distinguido.

Usas el término demos. ¿Cómo podemos definirlo? ¿Pueblo, pueblo pobre, pueblo con derechos políticos? ¿Quiénes formaban parte de ese demos? 

Creo que la gran definición nos la da Aristóteles. Aristóteles insiste en que «demos» significa «los pobres». Y que, por tanto, una democracia es donde mandan los pobres. En el libro tercero de Política, y en general en toda esta obra -libros, cuarto, quinto, sexto, noveno…-

Insiste y añade, que una sociedad en la que los pobres fueran minoría y los ricos mayoría, sería una democracia si los pocos pobres fuesen los que dominasen la sociedad y no la mayoría, rica. No es el número, según Aristóteles, lo que caracteriza el régimen de la democracia, sino el poder de los pobres. Democracia habla de la tradición política, y de las colosales luchas de clases sostenidas por los pobre contra los oligoi, los plusioi, los pocos ricos, para imponer sus regímenes sociales que les garantizasen el buen vivir. Sobre este asunto, el libro mío recoge las citas fundamentales.

Vuelvo a cosas ya dichas que no te he preguntado. ¿Qué significa eso de la prioridad ontológica de la comunidad sobre el individuo? ¿Puede existir una comunidad humana que no esté formada de individuos? ¿No hay aquí, en esta formulación, un riesgo de aplastamiento de lo individual en la comunidad? 

Muchas gracias por la pregunta que, seguro, tú, por tus conocimientos, por tu formación, Salvador, puedes responder mejor que yo. Aprovecho ahora para agradecerte las múltiples veces que, como entrevistador, asumes generosamente este papel de abogado del diablo, en beneficio del lucimiento del entrevistado, yo en este caso.

Trato ahora de responder a tu pregunta…

Lo hago no por tu lucimiento sino por aprender más, por «extraer más jugo» si me permites la metáfora culinaria 

La confusión es creer que el individuo preexiste a la comunidad: que existe una subjetividad trascendental, al margen de la sociedad, que posee entidad innata, y que, por tanto, cabe la posibilidad de que la comunidad social la oprima. Lo que denominamos subjetividad es una realidad que no existe entre los animales, y que se genera como resultado de la hominización. La hominización no es otra cosa que la génesis y el desarrollo de culturas materiales de vida, de los ethos, como resultado del hacer en comunidad generado por los grupos humanos. Ese hacer en comunidad, hacer que es posible, solo como producto de las relaciones sociales, es el que permite obtener libertad frente a la naturaleza, poder elegir qué hacer, y es lo que, una vez se interioriza, produce la génesis de la subjetividad humana. El sujeto humano se construye por co- pertenencia a un mundo cultural. Sus expectativas, sus necesidades, sus mismas capacidades y facultades intelectuales, no preexisten sino que son construcción, producto social. Y la libertad del individuo, su capacidad y deseo de elegir y elegirse, es algo que surge precisamente como consecuencia de la creación de esas culturas que son producto de la comunidad social.

Somos totalmente seres producto de las protoculturas. Incluso biológicamente.

A ver, a ver, con esto último.

Como nos explicaba el gran biólogo Jacques Ruffié, el gran tamaño de nuestro cerebro, que triplica de capacidad en solo un millón de años -no existe ningún otro órgano de ningún otro animal, en el registro fósil, que se triplique en un millón de años, desde los 350 CC, a los 1.000, 1.500 CC-, es el resultado de la comunidad y de las protoculturas por ella producidas. Las protoculturas desarrolladas por la misma, otorgaban ventaja selectiva a las individualidades capaces de apropiarse de esas protoculturas, que eran las más cerebradas. Esto en cuanto a la filogénesis de nuestro cerebro, determinada por las culturas. Por otro lado, en cuento a la ontogénesis del cerebro, nuestro cerebro es epigenético, nacemos con 15 mil o 30 mil millones de neuronas -no disponemos de instrumental capaz de contabilizarlas-, pero están desconectadas y las conectamos, conectamos sus axones, mediante la actividad: la que nos enseñan nuestros progenitores, el saber hacer cotidiano, el ethos interiorizado, en primer lugar. En esto insiste el gran neurólogo Jean Pierre Changeux o Nessa Carey y su noción de revolución epigenética.

Te veo muy puesto en estas nociones. El libro de Carey que citas, editado por Buridán, Josep Sarret lo tradujo, es magnífico en mi opinión. 

Todo esto está bien estudiado por los biólogos. En nosotros nada hay que sea natural. Ni la vida. Si no ando errado, la duración media de la vida constatada mediante el estudio de fósiles humanos de la época de Altamira -Magdaleniense- , descontada la gran mortalidad de los cinco primeros años de vida y la que sobrevenía hasta los quince -si se las tiene en cuenta, darían una media de sobre 25 años de vida-, era de unos cuarenta años de vida media. Luego, en el Neolítico, con la agricultura, la calidad de vida y la tasa media de vida se vino abajo, se desplomó… Nosotros vivimos una vida media mucho más prolongada, todo ello debido a la cultura, nuestro periodo de vida es cultural, está culturalmente determinado.

De ahí tu afirmación, un pelín forzada, que incluso la vida no es natural. 

Y si pensamos en los homínidos y en los antropoides, en general, un ejemplar miope no hubiera podido existir como ser vivo en una especie dotada de vista estereoscópica, un individuo miope no hubiera sido un espécimen viable. Ni entre los arborícolas -el piño: morrocotudo- ni entre los de las sabanas: merienda segura para otros más «largos», al menos, de vista… En fin, que también los miopes somos hijos, no de dios, sino del desarrollo de la cultura material humana. Los miopes y otros muchos más.

La libertad, que es característica solo humana, ha sido creada por la comunidad: libertad, en primer lugar, conseguida frente al resto de la naturaleza. Y gracias a la actividad en común, dentro de esa comunidad, desarrollamos nuestra capacidad de elegir. Esa misma actividad es la que ha generado la subjetividad social, sus necesidades. Entre ellas, la de autoelegirse. Todo esto no es producto del bios innato, sino de la cultura producida por la comunidad.

Pero quiero dejar de lado ahora esta fundamentación biológica de la metafísica de la prioridad ontológica de la comunidad sobre el individuo, hecha desde las propias ciencias biológicas, para pasar a la política, refiriéndome a tres asuntos.

De acuerdo. Pero dejémoslo para la próxima conversación. 

Me voy preparando.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.