Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández
El Presidente de la Autoridad Palestina (AP), Mahmoud Abbas, se está enfrentando a tal dilema político que algunos observadores apuntan que podría incluso acabar obligándole a dimitir. El dilema proviene, por un lado, de la difícil situación que supone tener que solventar las intensas presiones a las que, entre bambalinas, le está sometiendo EEUU para que se incorpore a las conversaciones abiertas de paz con Israel y, por otro, las presiones de la calle palestina, así como las del propio Partido Fatah de Abbas, para que no participe en esas conversaciones en las condiciones actuales, cualquiera que sea el coste que ello implique.
La mayoría de los palestinos considera el sometimiento a las presiones de EEUU como el equivalente a una capitulación ante las demandas y dictados israelíes. A principios de la semana pasada, el Presidente Obama envió una carta a Abbas diciéndole que la AP tendría que incorporarse a las negociaciones directas de paz con Israel o enfrentarse a las consecuencias. La mayor parte de los palestinos cree ampliamente que la palabra «consecuencias» es una alusión a la retirada de la ayuda financiera pagada por Washington, sin la cual es más que dudoso que la AP pueda sobrevivir mucho tiempo.
EEUU entrega a la AP cientos de millones de dólares por año, dedicados principalmente a pagar los salarios de más de 100.000 cuadros militares y funcionarios. Para el grueso de los palestinos, pagar estos salarios constituye la principal función, cuando no la razón de ser, del régimen de la AP.
El negociador de la AP, Saeb Ereikat, habló con inusual franqueza sobre las «presiones estadounidenses» durante una entrevista en televisión el 31 de julio en la cadena de la AP Palestine TV. «Los estadounidenses están tratando de intimidarnos para que nos incorporemos a conversaciones abiertas e incondicionales que no llevan a ninguna parte. El Presidente Abbas está diciendo «No», pero es posible que no pueda mantener esta posición durante mucho tiempo si no cuenta con el firme apoyo palestino, árabe e islámico».
Según fuente fidedignas de Ramallah, a la administración Obama le gustaría ver que la AP se incorpora a conversaciones directas y prácticamente incondicionales con Israel sin que este estado cumpla ninguna de las condiciones palestinas, incluida la congelación de la expansión de los asentamientos judíos y el compromiso israelí que de que el posible estado palestino se establezca sobre la base de las fronteras de 1967. Israel no considera Cisjordania, la Franja de Gaza y Jerusalén Este como «territorios ocupados» sino como «territorios en disputa».
La mayoría de los funcionarios palestinos en la muqataa (sede del gobierno) en Ramallah consideran como un suicidio político el sometimiento a esas demandas estadounidenses, no sólo por parte de Abbas sino también del movimiento Fatah.
Según el analista político palestino Hani Al-Masri, participar en negociaciones directas con Israel en ausencia de garantías sólidas sería un «error garrafal enorme».
Dijo: «Creo que el liderazgo de la AP se embarcaría en un suicidio político si participara en esas conversaciones directas bajo las condiciones israelíes, o más exactamente, bajo los dictados israelíes. Tales conversaciones, incluso aunque duraran muchos años, no iban a conseguir resultado alguno para los palestinos. En efecto, habría que ser más que inocente para confiar en la comunidad internacional, que ha fracasado completamente a la hora de obligar a Israel a que congelara la expansión de asentamientos, cediera el botín de la guerra de 1967 y pusiera fin a la ocupación de Cisjordania, la Franja de Gaza y Jerusalén Oriental».
Al-Masri sugirió que el objetivo principal de las conversaciones directas era eliminar la última baza que pudieran tener los negociadores palestinos: el problema de los refugiados. «Parece ser que hay disposición (por parte de la AP) a comprometer el problema de los refugiados a cambio del posible estado. Pero Israel quiere liquidar la causa de los refugiados sin poner fin a la ocupación. Y además, Israel no quiere eliminar asentamientos ni reconocer el derecho del pueblo palestino a la autodeterminación».
El escritor palestino, antiguo confidente de Abbas, instó al dirigente palestino a adoptar una tercera posición, es decir, rechazar las presiones de EEUU. Explicó que Abbas podría hacer siempre frente a los estadounidenses, así como a toda la comunidad internacional, rechazando tales condiciones en función del hecho de que la inmensa mayoría del pueblo palestino, así como el movimiento Fatah, rechazan lo que se está exigiendo a Abbas para que participe en las conversaciones directas con Israel.
«En cualquier caso, no hay absolutamente nada que pudiera justificar el ‘suicidio político’ por conseguir el favor de Obama, el presidente de una administración que no nos ha ofrecido más que falsas promesas y palabras y discursos mentirosos.»
No está muy claro cómo va a poder Abbas gobernar ahora su futuro y el del pueblo palestino navegando por mares tan procelosos y con tan poca seguridad.
El domingo [1 de agosto], el Comité Ejecutivo de la Organización por la Liberación de Palestina, en teoría el órgano palestino más importante en la toma de decisiones, reiteró su apoyo a la posición de Abbas, es decir, que la reanudación de conversaciones con Israel tendría que basarse en un claro reconocimiento de que la línea del armisticio de 1967 constituirá las futuras fronteras entre Israel y un posible estado palestino.
Tras una reunión celebrada en Ramallah, el funcionario de la OLP Yasser Abed Rabbo dijo que la postura palestina seguía insistiendo en la congelación de la expansión de los asentamientos judíos, especialmente en Jerusalén Oriental. «Sin esas garantías, las conversaciones habrán fracasado antes de empezar».
Abed Raboo añadió que en las próximas semanas habría más deliberaciones y que se presentaría un «cuadro completo» ante el Comité Central de la OLP para que adoptara la decisión final. Abed Rabbo describió las garantías que al parecer Obama le había ofrecido a Abbas como «imprecisas, referidas más a la forma que a la sustancia». «Seamos claros, la reanudación de las conversaciones de paz sin garantías y sin una fecha límite sólo condenará a las mismas a estar dando vueltas en un círculo vacío para finalmente alcanzar el mismo destino de las anteriores rondas de conversaciones».
El esperado respaldo del Comité Central de la OLP a la «firmeza» de Abbas (i.e., que se niegue a participar en conversaciones directas sin sólidas garantías por parte de Israel) podría fortalecer la posición de Abbas vis-à-vis con la administración Obama y/o llevar a la intensificación de las presiones de EEUU sobre el líder de la AP. De ahí, que la pregunta que muchos palestinos se hacen es: ¿Qué camino va a tomar Abbas, el que apacigüe a Washington o el que satisfaga las aspiraciones del pueblo palestino?
El comité de seguimiento de la Liga Árabe, que le dio a Abbas «luz ámbar» para volver a las conversaciones directas con Israel pero en el momento en que él así lo decidiera, confiaba al parecer en que los palestinos tendrían éxito al enviar de vuelta la proverbial pelota al campo israelí. Sin embargo, la decisión del comité, que ha sido interpretada por algunos intelectuales palestinos como una traición al liderazgo de la AP, parece haber debilitado más la postura global palestina.
Una de las expresiones de esa supuesta traición es que el comité fracasó a la hora de dejar claro el vínculo entre la reanudación de conversaciones con Israel y las demandas palestinas respecto a la congelación de la expansión de asentamientos y otras cuestiones relativas al acuerdo sobre el estatuto final.
Mientras tanto, Hamas instó a la AP para que rechazara someterse al acoso estadounidense, sin que importaran las consecuencias. El jefe del politburó del grupo islamista, Khalid Meshaal, dijo en un mitin celebrado en Damasco el domingo [1 de agosto] que la aquiescencia oficial árabe para las conversaciones con el «régimen sionista» no tenía valor alguno. «La cobertura árabe a Abbas para que reanude las conversaciones no tiene legitimidad. Fue Washington quien le impuso a los árabes esa posición».
Fuente:http://weekly.ahram.org.eg/2010/1010/re4.htm