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Líbano

La incertidumbre sobre la frontera siria

Fuentes: Aish

Líbano ha dado ejemplo de buenas prácticas políticas y humanitarias al no cerrar la frontera con Siria, al menos de momento. Desde el atentado en el que murió Wisam al-Hasán y que puso en alerta a todo el país y a la comunidad internacional, la tensión y los recelos hacia Siria y sus partidarios han […]

Líbano ha dado ejemplo de buenas prácticas políticas y humanitarias al no cerrar la frontera con Siria, al menos de momento. Desde el atentado en el que murió Wisam al-Hasán y que puso en alerta a todo el país y a la comunidad internacional, la tensión y los recelos hacia Siria y sus partidarios han ido in crescendo y la decisión de Líbano puede parecer arriesgada porque los sirios fieles a al-Asad a menudo se refugian en aldeas fronterizas con Líbano y han disparado proyectiles desde allí; Si, por el contrario, Líbano cerrara la frontera, Siria podría aprovechar ese gesto como un pretexto para aumentar la violencia en el país vecino, que, pese a haber recibido promesas de apoyo de varias potencias y vehículos blindados de Estados Unidos, es un país pequeño y fácil de desestabilizar, por lo que quiere evitar ese conflicto a toda costa. Pero el debate sobre la permanencia de la frontera tal y como está ahora mismo se ha complicado por dos hechos: el primero fue la llegada constante de sirios para refugiarse del régimen de Damasco; el segundo ha sido la intensificación de las protestas de las familias por el secuestro de varios peregrinos chiíes por parte de tropas rebeldes sirias, que fueron liberados esta semana a cambio de más de 2100 civiles que retenía al-Asad.

Se estima que en Líbano se refugian algo más de 190.000 refugiados sirios, aunque solo se han registrado 130.000, según los datos que facilita ACNUR. Las zonas rurales del este del país, a los que se llega desde Siria con solo cruzar la cordillera del Antilíbano, son las principales bases de los refugiados, como el valle de la Beqaá, que ha visto incrementada enormemente su población. La solidaridad con los refugiados sirios (y palestinos hasta ahora asentados en Siria) es firme, aunque no todo el mundo lo percibe favorablemente. La población rural es la más susceptible respecto a la llegada de refugiados, pues ven peligrar los recursos, ya de por sí escasos, de los que disponen. Por su parte, el Consejo de Obispos Maronitas expresó en un comunicado su preocupación por las consecuencias que puede tener para el país un aumento demográfico como el que se está produciendo: «La cuestión humanitaria de los refugiados requiere esfuerzos de todas las partes, y hay que tener en cuenta la necesidad de adoptar medidas para que el acogimiento de refugiados no suponga una amenaza social, política o de seguridad». En el mismo sentido, el ministro de Agua y Energía, Yibrán Básil, sugirió que debe cerrarse la frontera con Siria si no se controla el flujo de refugiados hacia Líbano, lo que le costó duras críticas incluso de otros miembros del Gobierno. Lo cierto es que Líbano puede verse superado por la llegada de más sirios, por lo que ha solicitado a la Liga Árabe que contribuya con 180 millones de dólares a la obtención de alimentos para los refugiados que se han asentado en el país.

Por otro lado, el caso de los once peregrinos chiíes secuestrados por rebeldes sirios hace siete meses y liberados esta semana ha vuelto al primer plano del debate político. Volvían de Irán y después de dejar atrás Turquía, los retuvieron mientras atravesaban Alepo, al norte de Siria. La trascendencia de la reacción de las familias de los peregrinos es aún impredecible y su alcance incalculable, puesto que en sus manifestaciones no se limitan a pedir el regreso de los nueve peregrinos aún prisioneros (dos fueron liberados), también apelan a la unión de todos los países contrarios a los rebeldes y exigen responsabilidades a Turquía, que se apresuró a dejar constancia de su colaboración, así como a Arabia Saudí y a Qatar, grandes aliados de los rebeldes; de esta manera, el asunto podría convertirse en un conflicto regional, algo que interesaría sin duda al régimen de Damasco. Sin embargo, este secuestro no solo está pasando factura a quienes apoyan a los rebeldes sirios, sino también a los grupos islamistas chiíes afines a al-Asad, fundamentalmente Hizbulá y Amal, que han actuado con gran pasividad ante lo sucedido contradiciendo su retórica de sacrificio y martirio y defraudando a los familiares de los secuestrados.

Ambos asuntos, la afluencia de refugiados sirios y la crisis por el secuestro de peregrinos chiíes, tienen un desenlace incierto. Las buenas intenciones, o al menos buenas maneras, del Gobierno libanés hacia los refugiados pueden chocar pronto con los intereses del país. Por otro lado, los familiares de los peregrinos secuestrados por la oposición siria han prometido dar la batalla con dureza. La decisión de mantener abierta la frontera con Siria es un gesto humanitario, sin duda, pero también un símbolo político, y en política los símbolos pueden ser determinantes.

Fuente original: http://www.aish.es/index.php/es/component/content/article/226-claveslibano/4058-libano-1312013-la-incertidumbre-sobre-la-frontera-siria