Nacido en Bagdad pero residente en Londres, Sabah Al Muktar es, además del presidente de la Asociación de Abogados Árabes en el Reino Unido, miembro honorario y representante en las Naciones Unidas de la Asociación Mundial de Abogados Árabes, con sede en El Cairo, una asociación que cuenta con medio millón de abogados. Este cargo […]
Nacido en Bagdad pero residente en Londres, Sabah Al Muktar es, además del presidente de la Asociación de Abogados Árabes en el Reino Unido, miembro honorario y representante en las Naciones Unidas de la Asociación Mundial de Abogados Árabes, con sede en El Cairo, una asociación que cuenta con medio millón de abogados. Este cargo y el contacto directo con los letrados de toda la región le convierte en un analista privilegiado. Charlamos en la terraza de un hotel de Gaza City con motivo del encuentro nacional del Bureau de la Asociación Internacional de Juristas Demócratas. Nuestra conversación, ya entrada la noche, se interrumpe unos minutos por el lanzamiento de un misil Qasam de origen palestino que no llega hasta Israel y que es disparado horas después de que los guardacostas israelíes asesinaran a un pescador palestino.
-¿Cómo ha afectado al estado de derecho la primavera árabe y los cambios de regímenes en estos países? ¿Han ganado legitimidad lo nuevos gobiernos de Túnez, Egipto y Libia.
-Evidentemente todos los procedimientos fueron vulnerados, forma parte del concepto de revolución. Sin embargo, luego se legitiman cuando las elecciones muestran el apoyo de la población, como en el caso de Egipto y Túnez, e incluso Libia.
-¿Hasta qué nivel Europa, Estados Unidos y la OTAN han pilotado las primaveras árabes?
-Al principio fueron una insurrección popular. En Libia hubo una intervención sin precedentes y, muy importante, la OTAN que dijo que fue a proteger civiles mató más que Gadafi. Después influenciaron a los políticos libios con dinero.
-¿Cuál ha sido el papel de la izquierda en estas rebeliones?
-Mínimo, porque las primaveras árabes no eran dirigidas políticamente, eran una insurrección popular por varias razones. Una presión económica doméstica, con desempleo, falta de vivienda, carestía de la vida, corrupción y violaciones de derechos humanos. Luego, en política externa, había un sentimiento de que los gobernantes eran muy serviles respecto a Occidente. La principal causa que sienten muy fuerte los árabes, que es la causa palestina, no ha sido gestionada bien por sus gobernantes: Egipto cierra la frontera, Siria no se posiciona con firmeza contra Israel por la ocupación del Golán, Gadafi ayudaba a África y no a Palestina. Esta política exterior levantó a los pueblos contra sus gobiernos. Por otro lado, no hay movimientos de izquierda porque fueron reprimidos y con el colapso de la URSS perdieron el norte. En segundo lugar, muchos de ellos perdieron los principios y se vendieron, y todavía no se han recuperado.
-Usted conoce Europa y también los países árabes, ¿cuál cree que es la principal diferencia entre el ejercicio de la abogacía y las leyes en una región y otra?
-No se puede comparar porque Europa está más avanzada. La superioridad de Europa no está en las leyes sino en su aplicación. Si miramos Libia, comprobamos que tiene una constitución, un código civil, un código penal, etc.. como Francia. Pero no se aplica como en Francia. Digamos que en los países árabes sucede como en la declaración de Rebelión en la granja, de Orwell, «todos los hombres son iguales, pero unos son más iguales que otros». En Europa habrá gobernantes criticables pero nunca llegan a ser presidentes hereditarios como sucede en muchas ocasiones en los países árabes.
-Es inevitable hablar del islam. Para algunos analistas, un islam moderado y democrático puede suponer un avance respecto a regímenes corruptos y militaristas. Otros, en cambio, creen que supone una amenaza a las libertades democráticas.
-Creo que ninguna de las dos afirmaciones es correcta. Hay una visión simplista de lo que es el islam político debido a un punto de partida equivocado. Irán, Hezboláh, Hamas, Arabia Saudí… son todos islamistas, pero tienen proyectos diferentes.
El islam es parte de los árabes, sean religiosos o no. Puede haber un musulmán religioso al que le guste Estados Unidos y otro que piense que ese país es el diablo. Si miras el movimiento islámico, por ejemplo en Túnez o en Hamas en Palestina tienen posiciones relativamente familiares entre ellos pero diferente de Hezbolah e Irán y su islamismo. Arabia Saudí e Irán son regímenes islámicos, pero uno es socio y partidario de Estados Unidos y el otro está totalmente en contra. El movimiento islámico no es uniforme, parte de la identidad de la gente, toda esa terminología de islam moderado o radical es de Occidente. Entre Arabia Saudí e Irán ¿quién es radical y quién moderado? Se trata de visiones políticas diferentes. Por eso no puedo responder a la pregunta.
La realidad es que el movimiento islámico está ganando terreno en todo el mundo árabe. Esto sucede porque la gente está cansada de todas las visiones que había antes, si hay algún movimiento político que creen que puede hacer algo lo van a apoyar. La gente de la calle no ve problema con el islam porque forma parte de su identidad. En Palestina, por ejemplo, el hombre de la calle se cansa de la corrupción de Al Fath y vota a Hamas, y ahora está en el poder y empieza a perder apoyos porque no resuelven los problemas, quizás dentro de poco los abandonen. Igual en Túnez o Egipto. No les votan porque sean islamistas, sino por un rechazo a lo anterior.
-Existe un debate sobre si unas viñetas o una película protagonizada por Mahoma pueden ser una ofensa religiosa que hay que impedir o un ejercicio de la libertad de expresión que hay que defender.
-Volvemos al problema del doble rasero de Occidente que tiene libertad de pensamiento y expresión pero, al mismo tiempo, hay una ley que dice que no se puede disentir del holocausto, todo puede ir a juicio por antisemitismo. En Rusia un grupo femenino de música fue a la cárcel por una canción y en Francia obligan a los periódicos a quitar la foto de la princesa británica en top-less. En Inglaterra existen leyes antiterroristas que establecen que no se puede hablar de la yihad. Todas esas cosas son limitaciones a la libertad de expresión. Incluso cuando tenemos una ley sobre libertad de expresión y pensamiento, decimos que cualquier cosa que ofenda a la sociedad está prohibida. No se puede hablar contra los judíos, pero se puede decir todo sobre los musulmanes, no hay limitaciones. Hay cientos de millones de personas que cree que esas viñetas o películas son insultantes. Esto debería ser respetado. Occidente establece normativas para proteger el derecho de las minorías, por ejemplo los homosexuales o los judíos, sin embargo agrede a los musulmanes. Esas viñetas y esa película no son una expresión vital de la libertad de expresión. He visto la película que ridiculizó a Mahoma y, personalmente, creo que es una estupidez que un niño de colegio habría hecho mejor. Hemos tenido el antecedente del libro Los versos satánicos de Salman Rushdie, como muy poco valor literario y que en Occidente lo premiaron precisamente por insultante. A pesar de todo lo que he dicho, creo que la reacción del mundo musulmán no es correcta.
-¿Deduzco entonces que está a favor de medidas legales en contra de esos contenidos que molestan a los musulmanes?
-Todas las expresiones de opinión que son ofensivas respecto a mucha gente y no hay un motivo importante para publicitarse no deberían permitirse. Se trata de establecer un balance entre el daño que se hace y la importancia de la publicado.
Con la colaboración de Micòl Savia en la traducción.
*Entrevista realizada originariamente el 30 de septiembre de 2012
Fuente original: http://www.publico.es/internacional/446214/la-izquierda-en-los-paises-arabes-fue-reprimida-o-se-vendio