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La izquierda y las lenguas

Fuentes: La Marea

Los partidos progresistas han tenido una relación cambiante con los idiomas minorizados: han estado tanto a favor como en contra de su cooficialidad.

«Descarto de plano, total y absolutamente, promover ningún tipo de cooficialidad lingüística en Aragón”. Así se manifestó el ya expresidente aragonés Javier Lambán (PSOE) en una entrevista en enero de 2018. Una postura similar a la mantenida por el también expresidente socialista de Asturias Javier Fernández, que siempre se mostró contrario a la cooficialidad de la llingua asturiana. Su sucesor en el cargo, Adrián Barbón, también del PSOE, sí ha defendido una “cooficialidad amable” para preservar “una lengua milenaria”.

La relación de las diferentes izquierdas con las lenguas no ha sido monolítica ni siquiera dentro de los propios partidos, como tampoco lo ha sido a lo largo de la historia, donde los cambios de posición han sido naturales, como en tantos otros temas. También ocurre en la derecha, donde la postura del Partido Popular en Galicia es diferente a la marcada en otros territorios del Estado.

Inaciu Galán, periodista y miembro de la Academia de la Llingua Asturiana (ALLA), cree que la izquierda ha ido abrazando la defensa de las lenguas por etapas: “Antes de la guerra civil se consiguió un consenso respecto al euskera y al catalán. Con el gallego, eso llegó más tarde, y con el asturiano lo estamos consiguiendo ahora”, explica. El académico también señala algunas corrientes ideológicas dentro de los diferentes partidos como freno a estos consensos: “Existe una izquierda más jacobina y centralista que, bien por su concepción del Estado o por desinterés, no entiende la reivindicación de las lenguas minorizadas”.

Esa forma de entender la configuración del Estado es clave para el diputado Jorge Pueyo, quien cree que tras la Transición una parte de la izquierda adoptó “una posición más jacobina que entendía España como un ente unitario”. “La visión de la derecha impregnó a la izquierda, que además consiguió desposeer a esta última de la nación”, asegura el representante de la Chunta Aragonesista (CHA), formación política ahora integrada en la coalición Sumar. Para Pueyo, la izquierda debe “proponer un Estado plurinacional” y no un modelo centralista, tomando como referencia la propia Constitución Española: “Si Sumar entiende esto, la izquierda política habrá dado un paso importante respecto a lo que teníamos antes”.

Cristina Simó es maestra en la escuela catalana desde hace más de 25 años, y forma parte del secretariado del PCE y del comité de dirección del PSUC Viu. Sostiene que ambos partidos, históricamente, han sido defensores de las lenguas que se hablan en España: “En el 36, el órgano de comunicación de PSUC era Treball, una revista que se editaba íntegramente en catalán incluso desde la clandestinidad, en Francia”. Asimismo, Simó recuerda que su partido “siempre defendió la inmersión lingüística en Catalunya para evitar que la lengua fuese un elemento de confrontación y para que los hijos de la inmigración tuvieran los mismos derechos que los hijos de los catalanes”.
En la actualidad, la dirigente catalana asegura que a nivel nacional el PCE mantiene esta misma posición: “Desde Dolores Ibarruri creemos que España es un Estado plurinacional, y por eso se mantiene un respeto a la diversidad, para garantizar que todo el mundo tenga acceso a las lenguas y que cualquiera se pueda expresar en la lengua que quiera”.

Portada de ‘Treball’, la revista del PSUC.

Prejuicios del franquismo

Cuatro décadas de dictadura también pesan sobre el imaginario colectivo y sobre los partidos del espectro progresista. El franquismo siguió dos líneas de acción con las lenguas: con aquellas muy minorizadas, terminar de descomponerlas y darles una pátina de clasismo, asociándolas al lenguaje inculto, como en el caso del asturiano, el aragonés o el extremeño, o reprimir de manera consciente aquellas que sí gozaban de una mayor popularidad, como el catalán, el valenciano o el euskera. Ridiculización o prohibición, dos maneras de atacar a las lenguas que también tuvieron un contraataque diferente por parte del antifranquismo.

La ofensiva contra las lenguas durante la dictadura o su cooptación folclórica son dos elementos que marcan la relación de las izquierdas con las hablas del país. Mientras las izquierdas catalanas o vascas entendieron el ataque a su propio idioma, la apropiación de determinados elementos culturales impregnó a otras de un halo conservador que dificultó su resignificación. Para Inaciu Galán, las escuelas jugaron un papel fundamental en la criminalización de algunas lenguas: “Muchos maestros regañaban a los alumnos si no hablaban castellano y les decían que eso que ellos hablaban eran lenguas de paletos que no tenían futuro. Eso fue impregnando la sociedad y eliminar esas capas de prejuicios es un trabajo que lleva mucho tiempo”, asegura el periodista y académico.

Según Daniel Gordo, presidente del Órganu de siguimientu i cordinación del estremeñu i la su coltura (OSCEC), allí la izquierda siempre ha enmarcado las lenguas de la región (el extremeñu, a fala y el portugués rayano) “dentro del folclorismo, del tipismo, de un costumbrismo conservador asociado a la sección femenina de la Falange… Y por eso se ha interpretado que contribuían a sostener el statu quo de pobreza y de miseria”.

Octavilla de los años cuarenta animando a los gallegos a hablar en castellano.

Politización de las lenguas

Defiende la escritora gallega Alba Carballal que “hay gente que pretende ideologizar” las lenguas. El actual conflicto, azuzado por la extrema derecha, es buena prueba de ello. Para el diputado Jorge Pueyo, la izquierda no debe caer en la tentación de hacer lo mismo pero al revés: “Vox ataca las lenguas de manera directa, las utiliza como arma política. Frente a eso, no podemos convertirlas en un instrumento de parte, sino convencer a la población de que su lengua es un patrimonio transversal”. El político, sin embargo, reconoce que no es una tarea fácil: “Cuando yo defiendo mucho el aragonés, pierdo votos. Si hablo mucho de él, me dicen que pare y que hable de otros problemas que son más importantes. Y ojalá no tuviera que hacerlo, ojalá mi lengua no estuviese en discusión”, explica.

Daniel Gordo asegura que la izquierda sí debe entender “que la lengua forma parte de un sustrato cultural y social que permite defender el territorio: si tú percibes que el sitio en el que vives no tiene valor, la migración se convierte en una decisión relativamente fácil. La lengua es un elemento que hace que te sientas vinculado al territorio, que merece la pena quedarse aquí y cambiar lo que no nos gusta”. Para ello, es necesario, en palabras de Gordo, que la lengua sea “el pegamento o la espina dorsal” de la identidad, y avisa a las izquierdas: “el internacionalismo es la cooperación entre naciones, pero no se habla de no tener nación”.

Propaganda franquista a favor de la lengua única.

Izquierdas en el gobierno

Más allá de una defensa cultural o simbólica, más allá del Congreso, ¿qué pueden hacer los partidos progresistas desde el poder institucional? ¿Qué resortes administrativos se pueden activar para evitar que las lenguas minorizadas sigan desangrándose? “Hay que tener claro que lo más importante para que una lengua tenga futuro es su transmisión generacional. Si no se transmite de padres a hijos, no tiene futuro. Puedes conseguir todo el prestigio y la oficialidad que quieras, como es el caso del irlandés, pero la lengua se pierde si no se transmite”, sostiene Inaciu Galán.

El académico cree que la maquinaria administrativa se debe apoyar en el sistema educativo y en los medios de comunicación: “Ahora el panorama ha cambiado con el avance de las redes sociales y las plataformas de vídeo, pero en los años ochenta, la puesta en marcha de TV3 en Catalunya fue importantísima”, explica. Lo cierto es que la política lingüística del catalán ha sido un éxito, logrando que la población que sabe escribir en esta lengua haya pasado de un 31,5% a más del 65% en la actualidad. Algo similar sucede en Euskadi, donde el euskera ha ganado 261.108 hablantes en 30 años.

El resto de especialistas consultados consideran que el primer paso que se debe dar desde las instituciones es respetar la Constitución, que abre la posibilidad a declarar la cooficialidad de las lenguas a través de los Estatutos de Autonomía de las comunidades. Además, exige “especial respeto y protección” a las distintas modalidades lingüísticas de España por considerarlas “patrimonio cultural”.

Más allá de la cooficialidad, Daniel Gordo señala a las entidades locales como administraciones que podrían tomar medidas para revitalizar las lenguas propias: “Pueden llevar a cabo mociones para declararse como municipios en defensa de su lengua, o poner en marcha iniciativas para acercarlas a los vecinos. Son cosas que se pueden hacer incluso sin presupuesto, pero hace falta voluntad política, está claro”, sentencia.

Fuente: https://www.lamarea.com/2023/09/20/la-izquierda-y-las-lenguas/