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La kafkiana visión que tiene Netanyahu del Estado palestino

Fuentes: Uruknet

Traducido del inglés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos

No hay duda de que el odioso discurso de Benyamin Netanyahu en la universidad de Bar Ilan el pasado domingo por la noche fue una bofetada para todos aquellos que habían concedido el beneficio de la duda al llamado «proceso de paz» entre el pueblo palestino e Israel.

En primer lugar, fue una afrenta descaradamente directa al presidente Obama que había pensado bastante ingenuamente que las palabras bonitas acerca de la paz harían que los dirigentes israelíes cambiaran su fascista manera de pensar y reconsideran el trato colonial que infligen al pueblo palestino.

Hace sólo una semana Obama reiteró el compromiso de Estados Unidos con la seguridad de Israel como si la entidad sionista, que posee cientos de cabezas nucleares, se enfrentara a alguna amenaza real por parte de sus vecinos. Sin embargo, a la luz del discurso de Netanyahu de anoche está muy claro que el apoyo estadounidense a Israel sólo sirve para envalentonar al Estado de apartheid y para hacerle adoptar posturas aún más extremistas en relación a la cuestión palestina. El presidente Obama debería reflexionar profundamente sobre este aspecto específico y reconsiderar toda la política estadounidense respecto a Israel.

En segundo lugar, la aborrecible diatriba fue una bofetada para los regímenes árabes llamados «moderados», como Egipto, Arabia Saudí y Jordania, que se han degradado a sí mismos y a sus pueblos con el propósito de estar en buenos términos con Israel y animarlo a que acceda a unos mínimos derechos palestinos. Por ejemplo, algunos regímenes árabes han desempeñado un papel activo en matar de hambre y atormentar al pueblo palestino en Gaza con la esperanza de obtener de los dirigentes sionistas el certificado de buena conducta. Ahora estos tiranos deberían tener el valor y la dignidad de reconsiderar su vergonzoso discurso anterior en relación a Israel al darse cuenta de que da exactamente igual que los árabes y musulmanes traten de apaciguar y de acomodarse a los caprichos racistas de Israel puesto que la entidad sionista siempre permanecerá fiel a sus atroces principios de dominación y colonialismo.

Con todo, es obvio que la mayor bofetada fue para el régimen palestino en Ramala respaldado por Estados Unidos, especialmente para el presiente de la Autoridad Palestina Mahmoud Abbas y su primer ministro de facto Salam Fayyadh, conocido protegido de la anterior administración Bush.

Todos sabemos demasiado bien que este régimen colaboracionista ha hecho cuanto ha podido para demostrar su total sumisión a Israel, el ocupante similar a los nazis de nuestra tierra.

El Judenrat* de Ramala ha estado persiguiendo al pueblo palestino para complacer a Israel. Ha hecho redadas contra miles de activista islámicos palestinos para demostrar su «compromiso» con los acuerdos de seguridad forjados con el ejército israelí. Y más recientemente ha asesinado cruelmente y sin piedad a resistentes en el norte de Cisjordania, una proeza que recibió gran cantidad de elogios de las mismas personas que habían asesinado a Abu Jihad, Ahmed Yasin y que posiblemente envenenaron a Yasser Arafat.

Lo que, de hecho, Netanyahu estaba diciendo anoche a estos mezquinos colaboracionistas es que daba igual cuánto se degradaran ante Israel, incluso matando a su propio pueblo para salvaguardar la seguridad de los asentamientos israelíes, porque seguirán siendo tratados con el completo desprecio que merecen.

Sin lugar a dudas el discurso de Netanyahu fue el equivalente de a una completa negación de todos los «acuerdos y convenios» alcanzados desde que concluyeron los infames Acuerdos de Oslo hace más de 16 años. Netanyahu afirmó que estaría dispuesto a aceptar un castrado Estado palestino en alguna parte de «la Tierra de Israel». Sin embargo, insistió en que esta entidad tendría que estar estrechamente controlada por Israel y estar despojada de cualquier asomo de soberanía o de dignidad. Es más, el Estado que el dirigente sionista con mentalidad nazi tenía en mente para los palestinos tenía unas características claramente kafkianas ya que su espacio aéreo, sus aguas territoriales, sus fronteras, sus pasos fronterizos, sus recursos de agua y sus relaciones exteriores estarían controladas por los Ubermenschen, el «pueblo elegido», la «raza superior».

Curiosamente, el primer ministro israelí exigió repetidamente que los palestinos debían reconocer a Israel como Estado del pueblo judío. Para aquellos que no entienden la retórica sionista es importante aclarar que términos como «Estado judío» o «Estado del pueblo judío» son en realidad eufemismos para las reveladas a medias pero bien conocidas intenciones israelíes de deportar al millón y medio de palestinos que viven como ciudadanos israelíes en el Estado sionista. Por lo tanto, en realidad Netanyahu y sus seguidores están exigiendo al pueblo palestino y a sus dirigentes que reconozcan solemnemente que Israel tendría derecho a limpiar étnicamente a sus ciudadanos palestinos en el momento que decida …. porque Israel es «el Estado del pueblo judío» y cualquiera que desee ser tratado como ciudadano de pleno derecho tendrá que ser judío o judía, o convertirse al judaísmo.

Además, el arrogante primer ministro sionista reiteró sus ideas extremistas acerca de al-Quds al Sharif al jurar que la ciudad santa de Jerusalén seguirá siendo la capital indivisible de Israel. También juró mantener la expansión de los asentamientos en Cisjordania haciendo caso omiso de los deseos de la administración Obama.

Netanyahu, un mentiroso patológico y bien conocido prevaricador, afirmó que esa entidad palestina imaginable tendría que estar completamente desmilitarizada para descartar la emergencia de un régimen de Hamás. Ignoró completamente el hecho de que su propio gobierno está integrado por partidos similares a los nazis que ni siquiera reconocen la propia condición humana a los no judíos. De ahí que uno se vea llevado a preguntar a Netanyahu y aquellos a los que su retórica falsa sigue seduciendo cómo va a explicar al resto del mundo que los judíos en Israel tengan derecho a elegir a partidos con una manifiesta ideología nazi, como ha’Bayt ha’Yahudi y ha’Ichud ha’Leumi, mientras que a los palestinos se les prohíbe elegir a un partido como Hamás, que realmente parece un grupo de boy scouts comparado con grupos judíos virulentamente racistas como Chabad y Kookites cuyos rabinos siguen argumentando que el Altísimo creó a los no judíos con dos piernas y no con cuatro como a los demás animales.

Es indudable que el discurso de Netanyahu caricaturizó a un dirigente completamente arrogante y megalómano, no diferente de Adolph Hitler, un Fuhrer que cree que los no judíos que viven en la «Tierra de Israel» son hijos de un Dios menor o desgraciados Untermenschen, que sólo servirían como «talladores de madera» o «aguadores» para la raza superior judía. Y en caso de que rechacen la servidumbre y la esclavitud, deberán ser desaterrados al desierto árabe o, simplemente, masacrados en masa siguiendo el estilo de la Biblia.

La pelota está ahora completamente ahora en el terreno de la Casa Blanca. Obama tiene que demostrar ahora que es un hombre de palabra actuando inmediatamente para contener a este monstruo similar a los nazis que está claramente empeñado en atacar con fiereza a cinco millones de palestinos que están pidiendo librarse de décadas de crueldad sionista-judía.

Si Obama demuestra ser incapaz de actuar, o no desea hacerlo, en el sentido de las proclamas que hizo en El Cairo la semana pasada, tanto árabes y musulmanes como todas las demás personas amantes de la paz del mundo tendrían que aceptar y llegar a la correcta conclusión de la horrible realidad de esta parte del mundo, a saber, que Israel es una entidad maligna similar a los nazis empeñada en propagar las guerras y el caos en Oriente Medio y más allá.

Finalmente, la turbulencia y la violencia inmensas resultantes de la amenaza sionista lograrán tarde o temprano que Estados Unidos se empantane en guerras más sangrientas en muchas partes del mundo musulmán, guerras que destruirán aún más la economía estadounidense y harán que un número incalculable de los mejores hijos e hijas de Estados Unidos pierdan sus vidas por Israel.

* N. de la t.: Judenrat, «Consejo Judío» en alemán, eran los cuerpos administrativos que los nazis exigieron formar a los judíos para administrar los territorios ocupados en Polonia y posteriormente en la Unión Soviética. Servían de enlace en las autoridades alemanas de la ocupación y la población judía ocupada

Enlace con el original: www.uruknet.info?p=55136