Decenas de siglos lleva el pueblo árabe palestino defendiendo su territorio contra distintos imperios[1] y agresores. Más de 175 años han ya transcurrido desde que los británicos promovieron el programa de colonización y de creación de asentamientos judíos en Palestina[2]. 136 de que comenzara a convertirse en realidad el sueño sionista con la llegada a […]
Decenas de siglos lleva el pueblo árabe palestino defendiendo su territorio contra distintos imperios[1] y agresores. Más de 175 años han ya transcurrido desde que los británicos promovieron el programa de colonización y de creación de asentamientos judíos en Palestina[2]. 136 de que comenzara a convertirse en realidad el sueño sionista con la llegada a ese territorio del primer grupo masivo de judíos importados (1881), y 100 de que, con la Declaración de Balfour (noviembre 1917), se sellara el pacto entre los intereses de la gran burguesía judía y las potencias coloniales.
En ese contexto histórico nos separan 70 años del momento en que con el Plan de Partición la ONU se arroga el derecho – que no tiene – de despojar un pueblo y ceder un territorio que no le pertenece a los sionistas. Los que se arrogan a su vez el derecho – que tampoco tienen – de representar a todos los judíos en su totalidad y crear una entidad sionista supuestamente para ellos. Y son ya 50[3] años que desde la Guerra de los Seis Días de 1967 – la segunda invasión y ocupación sionista sobre Palestina – la entidad sionista viene reafirmando su vocación militarista, expansionista y discriminatoria.
Más de un siglo lleva entonces el pueblo palestino enfrentándose a la codicia y ambiciones del imperialismo de ayer y de hoy. Y más de la mitad de este tiempo, haciendo frente a la usurpación directa sionista que para ellos lo único que ha significado es una gran catástrofe. El saldo de esta catástrofe, o Al Nabka, ha sido limpieza étnica, usurpación de propiedades utilizando todos los medios posibles (incluida la fuerza), ocupación, destrucción, persecución y expulsión de gente desarmada de su tierra, exclusión y encarcelamiento, asesinato de niños y genocidio. A ello debe agregarse además un continuo régimen de terror y acoso, que ha convertido para sus habitantes originales lo que ayer fuera una sociedad modesta pero floreciente – con un territorio de unos 27,000 Kms2, donde vivían en paz cultivando olivos, cereales, cítricos, desarrollaban la ganadería y las artesanías -, en un territorio amurallado, destruido y desolado donde malviven miles de hombres, mujeres y niños en la quinta parte de lo que fue su tierra, miles de ellos hacinados en un gran campo de concentración a cielo abierto, y otros muchos desperdigados por el mundo guardando una llave con la esperanza de un regreso que cada día los sionistas se encargan de romper.
No hay palabras para describirlo. El pueblo palestino ha sido objeto de una política de imposición, robo, agresión y terror asociada a la voluntad sionista-imperialista de desaparecerlos como pueblo y como nación, de imponer su dominio geopolítico y económico en la región y de mostrar, en ejercicio de poder hegemónico, la supremacía de su ideología. Pero también de una política dirigida a la división, prebenda y corrupción de su élite dirigente y empresarial, la cual fue impulsada por el imperialismo, particularmente desde los Acuerdos de Oslo, con la amplia participación del sector empresarial sionista y el consentimiento de su gobierno. Política donde fenómenos como la lucha por el poder y su abuso, así como la malversación y la apropiación indebida de lo poco que pertenece al pueblo palestino, está minando y debilitando la sociedad palestina desde el interior, desarrollándose allí los peores valores del capitalismo como sistema.
Entre esos valores negativos está lo que se denomina el «clientelismo», fenómeno que existe en muchos países y crece, no por los valores sociales de los palestinos como árabes e islámicos, sino por la existencia de desigualdades económicas generadas en esencia por el apoyo económico brindado por los ocupantes de su país y sus aliado, los Estados Unidos y los gobiernos reaccionarios árabes al desarrollo de la burguesía palestina, por la falta de conciencia de derechos de los palestinos impuesta por el sionismo y la propia ANP, y por las relaciones de poder existentes, el cual transforma a la ciudadanía – léase todos aquellos que de una u otra forma dependen económicamente de la ANP -, en clientela que no reclama derechos, sino favores. Clientelismo que la Autoridad Palestina usa sin dudas como herramienta estratégica para controlar a la sociedad civil y a los partidos, y para ampliar sus partidarios mediante la redistribución de los recursos públicos, para comprar lealtades políticas, preservar el statu quo y mantener su dominio.
A pesar de todo lo anterior, el tiempo transcurrido para los palestinos bajo la larga, cruel y constante Ocupación Sionista, ha sido también un tiempo de supervivencia y de resistencia, a través del cual ese heroico pueblo ha demostrado su valor y capacidad de sacrificio para defender la tierra palestina y sus derechos frente aquellos que quieren sojuzgarlo, explotarlo, utilizarlo como ejemplo y desaparecerlo. Un tiempo, por ende, de reafirmación de que son dignos herederos, en tanto árabes, de una estirpe cuya cultura, costumbres y tradiciones, signadas por el islamismo, tiene también una enriquecida tradición de lucha por la libertad y la independencia.
Notas
[1] El territorio palestino formó parte de varios imperios como el Hitita (1600 a.C a 1178 a.C.), Asirio (1813 a. C. a 609 a.C.), Caldeo (626 a. C. a 529 a. C.) y Persa (558 a. C. a 331 a. C., Seléucida (312 a. C. – 63 a. C.) y Romano (27 a. C. al 476 d. C.),
[2] La idea sionista de utilizar a los judíos y crear colonias con ellos en Palestina estaba ya presente para 1839, cuando los ingleses abren lo que sería el primer consulado europeo en Jerusalén a instancias de dos importantes figuras. De un lado, Lord Shaftesbury, fundador de la Congregación del Mesías en Jerusalén, que será unos años después Presidente del Fondo de Exploración de Palestina. Y, de otro, el Vizconde Palmerston, Secretario de Exteriores británico, que posteriormente sería Primer Ministro del Reino Unido. Ideas que en el cielo de la política imperial compartieron varios de los más destacados primeros ministros, hombres de Estado, dirigentes militares y aventureros imperialistas británicos, según el investigador Abdul Wahhab Al Kayyali. Las raíces históricas de la alianza imperialista-sionista. http://www.rebelion.org/noticia.php?id=61877.
[3] 2017-1967, Guerra de los Seis Días.
Nicola Hadwa. Analista internacional chileno-palestino. Ex entrenador de la Selección Palestina de Fútbol, Director de la Liga Latinoamericana por el Derecho al Retorno y coordinador del Comité de Solidaridad con el Pueblo Palestino de Chile. Especialista en temas principalmente del Medio Oriente. Es colaborador de varias cadenas de noticias internacionales.
Silvia Domenech. Investigadora cubana con varios libros publicados. Doctora en Ciencias Económicas y Profesor Titular de la Universidad de La Habana y de la Escuela Superior del PCC.
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