Traducido por Paloma Valverde
Cuando el gobierno israelí presentó oficialmente el documento de Oslo ante la delegación palestina para las Negociaciones de Paz en el otoño de 1992, éste fue rechazado por la delegación porque, obviamente, convertía a Palestina en un bantustán. El documento presentado por Menachem Begin era una mala interpretación nada involuntaria de los Acuerdos de Camp David −rechazado expresamente por Jimmy Carter, el entonces presidente estadounidense− en el que lo único que se pedía era la autonomía del pueblo [palestino], pero no su tierra.
Muy pronto después, sin conocimiento de la Delegación ni de prácticamente nadie, el gobierno israelí abrió un canal secreto de negociaciones en Noruega. Allí, el gobierno de Israel volvió a presentar el documento que ya había sido rechazado por la delegación palestina en Washington (DC). Éste fue el documento que, con minúsculas modificaciones, se firmó posteriormente en la Casa Blanca el 13 de septiembre de 1993.
Antes de la ceremonia de la firma, yo personalmente le dije a un alto cargo de la OLP: «Este documento es como una camisa de fuerza. Será muy difícil negociar vuestra salida. El alto cargo estuvo de acuerdo con mi comentario y me contestó: «Sí, tiene razón. Dependerá de nuestra habilidad en la negociación.»
Yo tengo un gran respeto por los negociadores palestinos. Siempre han hecho lo más que han podido y de buena fe ante el gobierno de Israel que, invariablemente, ha estado apoyado por Estados Unidos. Sin embargo, nunca ha habido buena fe por parte del gobierno de Israel, ya fuera antes, durante o después de Oslo, al igual que tampoco la ha habido por parte de Estados Unidos.
Incluso si Oslo hubiera tenido éxito, el resultado habría sido la imposición de un bantustán al pueblo palestino. No obstante, Oslo ha seguido su propio camino. Pese a ello, mi objetivo aquí es presentar una nueva vía a la consideración del pueblo palestino.
Planificación de una respuesta legal internacional
Primero.- Debemos actuar de forma inmediata para suspender a Israel de su participación en toda la organización de Naciones Unidas, incluida su Asamblea general, así como en todos sus organismos y órganos subsidiarios. Hemos de hacer a Israel lo mismo que la Asamblea general de Naciones Unidas hizo contra Yugoslavia por las masacres y contra el régimen de Sudáfrica. Las bases legales para la suspensión de facto de Israel ante Naciones Unidas son sencillas:
Como condición para su admisión en la Organización de Naciones Unidas, Israel se adhirió formalmente a las resoluciones de la Asamblea general 181 (II) (1947), sobre el acuerdo de partición de Jerusalén y 194 (III) (1948), sobre el Derecho al Retorno de los palestinos entre otros. Sin embargo, el gobierno de Israel ha rechazado expresamente ambas resoluciones. Por tanto, Israel ha violado las condiciones de su admisión como miembro de Naciones Unidas, por lo se le debe impedir de facto cualquier participación en el conjunto del sistema organizativo de Naciones Unidas.
Segundo.- Cualquier futura negociación con Israel debe hacerse sobre la base de las resoluciones: 181 (II) y las fronteras [explicitadas en esta resolución], resolución 194 (III), las subsiguientes resoluciones de la Asamblea general y del Consejo de Seguridad, la Tercera Convención de Ginebra de 1949, las Convenciones de La Haya de 1907 y cualquier otro principio de la legalidad internacional.
Tercero.- Hemos de abandonar la ficción y el fraude de que el gobierno de Estados Unidos es un «participante honrado». Desde el inicio de las negociaciones de 1991, el gobierno de Estados Unidos no ha sido honrado. Además, Estados Unidos ha estado invariablemente al lado de Israel y contra los palestinos. Hemos de establecer algún tipo de marco internacional para patrocinar esas negociaciones en las que los negociadores palestinos no estén de forma permanente sujetos a las provocaciones, amenazas, hostilidades, intimidaciones y descaradas mentiras del gobierno de Estados Unidos.
Cuarto.- Hemos de conseguir que la Asamblea general de Naciones Unidas imponga sanciones, económicas, diplomáticas y de movilidad sobre Israel, según lo acordado en los términos de la Resolución Unidad por la Paz de 1950, cuya sesión especial de urgencia sobre Palestina está actualmente suspendida.
Quinto.- El gobierno provisional de Palestina debe demandar a Israel ante La Corte Penal Internacional en La Haya por infligir actos de genocidio contra el pueblo palestino, que viola la Convención sobre genocidio de 1948.
Sexto.- La Asamblea general de Naciones Unidas, como «órgano subsidiario» de acuerdo con el artículo 22 de la Carta de Naciones Unidas, debe establecer un Tribunal Internacional sobre Israel. El mencionado artículo 22 establece que la Asamblea general de Naciones Unidas puede establecer tales órganos subsidiarios cuando lo considere necesario para la realización de sus funciones. El objetivo del Tribunal Internacional sobre Israel sería la investigación y castigo de los criminales de guerra israelíes por los delitos cometidos contra el pueblo palestino.
El 4 de enero de 2009, el premio Nóbel de la Paz Mairead Maguire escribió a Ban Ki-Moon, Secretario general de Naciones Unidas y al Padre Miguel D’Escoto, Presidente de la Asamblea general de Naciones Unidas, añadiendo así su voz a exigencia de muchos juristas internacionales, organizaciones de Derechos Humanos e individuos, para que la Asamblea general considere la creación de este Tribunal Internacional sobre la base de las actuales atrocidades israelíes cometidas contra el pueblo de Gaza y el pueblo palestino.
Reproduzco aquí las palabras de Maguire:
«Visité Gaza en noviembre de 2008 y me quedé aterrado por el sufrimiento del pueblo de Gaza, que lleva sitiado desde hace alrededor de dos años. Este castigo colectivo, infligido por el gobierno de Israel, ha provocado una enorme crisis humana. El castigo colectivo a la población civil viola las Convenciones de Ginebra, es ilegal y es un crimen de guerra y un crimen contra la humanidad.
«[…] En lugar de proteger a los civiles de Gaza y paliar su sufrimiento mediante el levantamiento del sitio, el ejército israelí ha llevado a cabo, durante siete días consecutivos, bombardeos contra civiles por mar y aire [1]. El lanzamiento de bombas desde el mar y desde el aire contra civiles desarmados, la mayoría mujeres y niños, la destrucción de mezquitas, hospitales, casas e infraestructuras es ilegal y constituyen un crimen de guerra. El número de muertos en Gaza, hoy es de unos 600 y 2.500 heridos [2], la mayoría mujeres y niños. Las infraestructuras de Gaza están destruidas y las personas aisladas completamente del mundo, incluidos los periodistas. Los trabajadores humanitarios, están encerrados en Gaza y son incapaces de llevar la ayuda necesaria a la gente.
«[…] Naciones Unidas debe defender los Derechos Humanos y la justicia para el pueblo palestino mediante la creación de un Tribunal Internacional sobre Israel, para que el gobierno de Israel dé cuenta de sus crímenes de guerra [3].
Notas
1. En el día de hoy [28 de enero], y sólo 11 días después del alto el fuego, producido el 17 de enero, Israel ha reanudado sus bombardeos contra la Franja de Gaza.
2. Sólo en este último ataque israelí, que duró 25 días, el cómputo total de muertos fue de más de 1314, con un número de heridos de 5320, según datos del subsecretario general de Naciones Unidas para asuntos humanitarios. Para más información, véase: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=79421
3. Esta llamada del profesor Boyle por la creación de un Tribunal Internacional sobre Israel está circulando en estos momentos entre los Estados miembros de la Asamblea general de Naciones Unidas.
Fuente: http://mwcnews.net/content/view/28046/26/
El estadounidense Francis A. Boyle es doctor en Derecho y en Ciencias políticas por la Universidad de Harvard y profesor de Derecho Internacional en la Universidad de Illinois. Fue asesor legal de la Delegación Palestina para las negociaciones de paz en Oriente Próximo entre 1991 y 1993. Es autor, entre otras obras, de World Politics and International Law, The Future of International Law and American Foreign Policy, Foundations of World Order, The Bosnian People Charge Genocide, The Criminality of Nuclear Deterrence, Palestine, Palestinians and International Law, Destroying World Order, Biowarfare & Terrorism, Breaking All the Rules . Está próxima la aparición de su próximo libro titulado Tackling America’s Toughest Questions.
Paloma Valverde es miembro de Rebelión y de la Campaña contra la Ocupación y por la Soberanía de Iraq (CEOSI, www.iraqsolidaridad.org ).