Traducido para Rebelión por Marwan Pérez y Ricardo García Pérez
Haaretz publicó el pasado 2 de octubre que «Israel acepta el plan de paz del Cuarteto», con lo que condicionaba la incorporación de los palestinos como miembros de la ONU a las negociaciones de paz con unos socios predispuestos en su contra.
No importa que varias décadas de conversaciones jamás hayan logrado una resolución favorable, y tampoco va a importar ahora.
Por otra parte, Israel no negocia. Exige. En consecuencia, reiniciar la farsa asegura que la libertad vendrá después, no ahora.
El 2 de octubre, Netanyahu y ocho ministros de su gabinete acordaron «apoyar el [plan pro israelí del Cuarteto] dentro de un mes y sin condiciones previas».
Una declaración formal dio la «bienvenida» a la posibilidad de subvertir las aspiraciones palestinas con la ayuda del Cuarteto. Decía, en parte, lo siguiente:
Israel pide a la Autoridad Palestina que haga lo mismo e inicie conversaciones directas sin demora
El gabinete israelí estudió reanudar las negociaciones tras no haber llegado a un acuerdo algunos días antes de aceptar la propuesta del Cuarteto. El domingo se logró el consenso a pesar de las preocupaciones por el calendario y otros temas polémicos.
Este acto refleja la certeza de que las negociaciones entre dos partes desiguales deja a Israel al mando de un proceso que asegurando que los palestinos no tienen salida y están de nuevo llamados al fracaso.
El 28 de septiembre, el Vicepresidente de Israel y Ministro de Asuntos Estratégicos Moshe Ya’alon declaró a Israel National News que las negociaciones palestino-israelíes no auguran perspectivas de paz diciendo lo siguiente:
¿Alguien piensa que podemos firmar un acuerdo [cuando los jóvenes palestinos] «se educan» [creyendo que] no existe una nación judía?
No cabe duda de que el recurso de los palestinos a la ONU es una burda violación de los Acuerdos de Oslo […] Estamos dispuestos a hablar de todo, pero las cuestiones fundamentales que planteamos recibieron por respuesta un «no» rotundo; por ejemplo, para alcanzar un futuro acuerdo (no era una condición para iniciar las negociaciones) por el que se reconozca a Israel como una nación judía. Y se nos dijo que eso nunca iba a ocurrir. Entonces, ¿de qué podemos hablar?
Oslo se rindió a las exigencias israelíes a cambio de que los palestinos se convirtieran en su propios ejecutores. Las negociaciones de paz o de un tratado no requieren el reconocimiento de la religión de otra nación.
Los fundamentos del acuerdo jordano-israelí de 1994 incluía cuestiones de fronteras, normalización, seguridad, Jerusalén, agua y refugiados palestinos. Israel nunca exigió a Jordania que la reconociera como Estado judío. Es probable que nunca lo propusiera, ni tampoco a otros Estados árabes.
¿Por qué entonces a Palestina? Es una forma interesada de culpar a los negociadores de la Autoridad Palestina de que se niegan a aceptar las irracionales demandas de Israel, que no les exige más que arrancar más concesiones y negar la justicia de nuevo.
Sin embargo, Ma’an News publicó que la Secretaria de Estado Hillary Clinton declaró el pasado sábado a la televisión al-Hayat de Egipto que los palestinos deben ser flexibles:
Al margen de lo que pase o deje de pasar en Naciones Unidas, a menos que consigamos que palestinos e israelíes acepten negociar sobre las fronteras del Estado, las medidas de seguridad, lo que suceda con Jerusalén, lo que suceda con los refugiados, el agua y todos los temas que tan bien sabemos que hace falta resolver, lo que haremos será aumentar las expectativas sin ser capaz de cumplirlas.
Clinton, por supuesto, sabe que se van a volver a negar los derechos de los palestinos una vez más. Las negociaciones serán ahora tan inútiles como en tantas décadas de intentos fallidos, porque no cuentan con un socio voluntarioso aliado con el socio pagador de Washington que apoya sus actos más atroces.
Además, tratar con líderes colaboracionistas como Abbas y el Primer Ministro Fayyad asegura que no hay posibilidad de lograr una justicia negada durante tanto tiempo.
En el artículo que publicó el pasado 27 de septiembre en Electronic Intifada, Jonathan Cook analizaba problemas de fondo, entre ellos el del enviado a Oriente Próximo, Tony Blair (un criminal de guerra renacido), que actúa más como «diplomático israelí» que como árbitro imparcial.
Es más importante la falta de un liderazgo palestino legítimo que apoye los intereses de su pueblo, y no a los occidentales y a Israel. Mientras Abbas y Fayyad sean quienes los representen, no se logrará la tan negada justicia.
Mientras la Autoridad Palestina se adhiera a este tipo de liderazgo, su credibilidad se verá erosionada. Cook lo califica de «víctima» de un intento fallido de la ONU.
Sin embargo, Cook cree que Estados Unidos, Europa y la ONU sólo desempeñarán un papel «marginal» en este juego. «La vieja guardia palestina está a punto de enfrentarse a una nueva generación que está cansada» del mismo «consentimiento [de siempre] a los intereses de Israel…».
Como quieren un cambio y saben cómo funcionan los medios de comunicación, están «mejor preparados para organizar un movimiento popular de masas y se niegan a verse obligados a vivir dentro de las fronteras que enjaularon a sus padres y sus abuelos».
Los fosilizados dirigentes de la AP son «el problema, no la solución». Los nuevos líderes emergentes quieren lo que nunca pidieron los más antiguos, que defendieron unas políticas fallidas que les beneficiaron a expensas del pueblo al que supuestamente servían.
De cara al futuro, los palestinos tienen cada vez más millones de seguidores. Al mismo tiempo, por todo Oriente Próximo resuena una pasión visceral anti-estadounidense y anti-israelí.
Unida a las aspiraciones de la primavera árabe, hay combustible suficiente para atacar otras embajadas israelíes, además de la de El Cairo, para reclamar un cambio democrático en beneficio de Palestina y, además, para aislar a Israel, Estados Unidos y los aliados clave de la UE que no reconocen el nuevo espíritu ni lo suscriben de forma significativa.
Las iniciativas de Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS) también están en alza, así como un creciente número de judíos de Israel que votan con su conducta abandonando. Están hartos de unos líderes deshonestos y unas políticas que no se deben tolerar.
Las cosas que no puede continuar eternamente no van a continuar así. Nunca perduran, con independencia del tiempo que se necesite para erradicarlas. Es así en Estados Unidos, en Israel y en cualquier parte.
Con la aparición de nuevos líderes más responsables, el espíritu popular comprometido triunfará de una manera que la vieja guardia fosilizada jamás imaginó. Van camino de marcharse o, como dice Cook, «a los viejos del traje les ha llegado el día».
Para millones de palestinos, el momento no llega demasiado pronto.
Stephen Lendman vive en Chicago. También se puede visitar su blog en sjlendman.blogspot.com, así como escuchar debates de vanguardia con invitados distinguidos en The Progressive Radio News Hour, de la emisora Progressive Radio Network, los jueves a las 10 de la mañana (hora del centro de EE.UU.) y los sábados y domingos a mediodía. Todos los programas están archivados.
Fuente: http://www.opednews.com/